Un sueño de cinco siglos
Una serie de estudios científicos realizados en el 2000 por la Universidad del Cuyo determinó que los volcanes de La Payunia tuvieron actividad hace “apenas” 500 años. Aunque cinco siglos parezcan mucho tiempo, en términos geológicos se trata de un instante. Según el Instituto Smithsonniano –una entidad norteamericana reconocida en materia de vulcanología– aquellos volcanes que han tenido movimientos geológicos en los últimos 10.000 años son considerados activos. Por lo tanto, los volcanes de La Payunia están “vivitos y coleando”. Ayer nomás, cuando los españoles llegaron a América, estas montañas estaban escupiendo fuego por sus fauces.
La investigación impulsada por la Universidad del Cuyo fue dirigida por el geomorfólogo Raúl Alejandro Mikan, y consistió en tres mediciones con termoluminiscencia. El método consiste en calcular la fecha en que ciertos elementos estuvieron sometidos a calores muy altos. De esa forma se determinó, por ejemplo, que el volcán Payún Matrú tuvo actividad hace 4.000 años por última vez, lo cual significa que el volcán podría reactivarse.
Además de estas investigaciones, existen testimonios de pobladores sobre pequeñas erupciones durante el siglo XX. En 1931 el volcán Quizapo –cerca del límite con Chile– tuvo cierto nivel de actividad. En aquella oportunidad, dos familias de puesteros que habitan La Payunia –los Pérez y los Forquera– fueron testigos del acontecimiento: “Al mediodía todo se puso oscuro, como de noche; las gallinas se fueron a dormir y nuestros padres se sentaron alrededor del fogón creyendo que se venía el fin del mundo”. Los documentos de la época certifican que un polvo abrasivo alfombró Buenos Aires y también tiznó las playas brasileñas. Sin embargo, el hecho de que La Payunia sea una zona volcánica activa no significa en absoluto que los visitantes corran algún riesgo, ya que ningún volcán explota de un día para el otro sin avisar de muchas maneras. Lo que los científicos no pueden predecir es cuándo la región podría empezar a arder nuevamente, ya que la vulcanología, hoy por hoy, no sabe de predicciones.