En enero de 1984 se realizó en Purmamarca un “Encuentro de Copleros” que se viene repitiendo año a año en el pueblo hasta el día de hoy. El festival revaloriza una expresión poética de la zona que es practicada por agricultores, pastores y artesanos, quienes llegan desde toda la Quebrada y las lejanías de la Puna para la ocasión. En Jujuy, las coplas están acompañadas por el baile en ronda, con las personas colocando sus brazos sobre los hombros del vecino a cada lado. Unas 20 personas giran lentamente al ritmo de la caja, y cada uno a su turno va cantando con el tono monocorde de la vidala unas coplas dirigidas al resto de la ronda, que las repite a coro. Así se entablan verdaderos diálogos copleros donde se lanzan picantes propuestas amorosas, arengas patrióticas, bienvenidas a los parientes... la mayoría de las veces con mucha rima y doble sentido (también las hay inspiradas en los paisajes).
Las rondas comienzan por la tarde y se extienden hasta la madrugada. Algunos caen doblegados por el cansancio, la chicha y el calor, pero la ceremonia nunca se detiene (aun con tres o cuatro integrantes). El ritmo monótono y la marcha circular sumergen a los participantes en un tranquilo trance, donde los movimientos parecen fruto de un estado de hipnosis.