La Habana tiene varios sitios históricos que figuran en todos los mapas y las guías, y otra serie de rincones particulares que solamente los encontrarán quienes salgan a caminar tranquilos a descubrir la ciudad. Por un lado, el visitante se sorprenderá con las rarezas gastronómicas de los locales especializados en cocina cantonesa, vietnamita, judía, española e irlandesa. En la calle Oficios, entre Obra Pía y Obispo, está el restaurante Almedina, cuyos cautivantes olores a sándalo y jazmín acompañan el sabor de la cocina árabe.
La Torre de Marfil es un restaurante de comida china ubicado en la calle Mercaderes, entre Obispo y Obra Pía, que rememora el espíritu del antiguo comercio con Oriente. Las ofertas especiales parten de los tres dólares e incluyen camarones rebozados, saladitos, bolitas de queso y canapé. La Taberna de la Muralla, ubicada en San Ignacio y Muralla, es un lugar muy pintoresco ideal para estudiantes o viajeros gasoleros en busca de ofertas económicas (por ejemplo se puede comer una hamburguesa por 2,5 dólares, que se paga en pesos convertibles).
En el poético cruce de las calles Mercaderes y Amargura, está el Museo del Chocolate, y en la también poética Avenida del Puerto, esquina Sol, se encuentra el Museo del Ron, donde se reconstruye todo el proceso de fabricación. Se cree que fueron los esclavos negros de las plantaciones de caña de azúcar quienes iniciaron la historia del ron, al crear una bebida que bautizaron “garapa”.
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