La Sala I de la Cámara Federal de San Martín resolvió confirmar las siete prisiones preventivas del herrero uruguayo Richard Fabián Souto (44) -presunto autor material del crimen-, su esposa, Ana Cristina Moyano (38); su hija, Jennifer Stefanía Souto (19); su cuñada, Celeste Mónica Moyano (27), Néstor Facundo Maidana Calveira, alias "Chino" (23); su hermano, Federico Esteban Maidana Calveira (27) y Elías Emanuel Vivas (20).

En el caso de la menor A.Y.S.M. (17), los camaristas Juan Manuel Culotta, Jorge Barral y Hugo Fossati resolvieron declararla penalmente responsable por el hecho y mantenerla alojada en un instituto de máxima seguridad.

De esta manera, la Cámara confirmó todo lo actuado por el fiscal federal Orlando Bosca y el juez federal de Campana Adrián González Charvay, quien el 15 de octubre pasado había procesado con prisión preventiva a los siete detenidos mayores y declarado responsable a la menor.

Por el caso Berardi, el domingo pasado fue apresado en Tigre un noveno imputado, Hernán Gonzalo Alvarez (32), alias "Gonza", pero éste se negó a declarar y por los pocos días que lleva detenido aún no fue resuelta su situación procesal.

La madrugada del 28 de septiembre, Matías Berardi (16) fue a una fiesta de egresados de un colegio de San Isidro en la disco Pachá, ubicada en la Costanera Norte de la Capital Federal. De allí salió en una combi alquilada especialmente por los padres, junto a su grupo de amigos, y se bajó en el cruce de ruta 26 y Panamericana, en Ingeniero Maschwitz, partido de Escobar, para luego tomarse otro transporte que lo llevaría a su casa.

Según la investigación, Matías se bajó de la combi a las 5.30 y a las 6.20 sus padres recibieron el primer llamado extorsivo, en la que la propia víctima les dijo que había sido secuestrada. La última comunicación entre la familia y los secuestradores fue a las 20.20 del mismo día, y a la madrugada siguiente el chico apareció ejecutado de un balazo en la espalda en un descampado de Campana.

Durante su cautiverio, Matías logró escapar del taller de herrería que la familia Souto tenía en Benavídez, donde había sido ocultado, y a lo largo de 300 metros pidió auxilio a los vecinos, sin que nadie lo ayudara. Los secuestradores lograron recapturarlo y decidieron asesinarlo porque el chico había visto dónde estaba encerrado y podía reconocer a sus captores.