17:49 › "UNA DE LAS DOS ESPAñAS HA DE HELARTE EL CORAZóN"
Benedicto XVI se despidió también del presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, agnóstico declarado, quien según el Vaticano ha colocado a España a la "vanguardia del laicismo" con leyes como la del matrimonio homosexual, la agilización del divorcio, la experimentación con embriones y la despenalización del aborto. En su llamamiento a los jóvenes, el funcionario vaticano advirtió que "no se puede seguir a Jesús en solitario: Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo o de acabar siguiendo una imagen falsa".
A diferencia de lo que sucedió en su vista anterior, en 2010, cuando el Vaticano comparó el "laicismo" actual de España con el anticlericalismo anterior a la Guerra Civil (1936-1939), en el que hubo persecuciones de religiosos y quema de iglesias, esta vez no se produjo ninguna discusión con el gobierno socialista. Los discursos de Benedicto XVI en Madrid tuvieron una dimensión más universal que española.
El viaje número 20 de su pontificado llevó a Benedicto a un país cada vez menos católico que no se ha limitado a gritar "¡viva el Papa!". Los medios de comunicación se hicieron amplio eco del debate acerca de la financiación del costoso evento, de más de 50 millones de euros, en plena crisis económica, mientras miles de manifestantes salieron a la calle para protestar contra el supuesto uso de fondos públicos en la Jornada Mundial de la Juventud y el apoyo de las autoridades al evento religioso.
Pese a que las protestas fueron menos masivas en comparación con la masa de peregrinos, la secularización en España avanza más rápidamente que en otros países: Si hace 30 años más del 90 por ciento de los españoles se declaraba católico, hoy sólo es un 70, mientras entre los jóvenes apenas un 10 por ciento practica la fe.
Antes de partir hacia Roma, Benedicto XVI quiso agradecer su "inestimable servicio" a los casi 40.000 voluntarios de la JMJ que clausuró en Madrid, con una visita al que ha sido su cuartel general durante la multitudinaria cita católica que arrancó el martes. "Mi gratitud es también una necesidad del corazón, porque no solo habéis estado atentos a los peregrinos, sino también al Papa". En su discurso, el pontífice alemán, de 84 años, animó a aquellos que estos días hayan descubierto su vocación en el "sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio". "Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos".
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