Miércoles, 13 de marzo de 2013 | Hoy
22:43 › EL PAPA ARGENTINO
El flamante papa Francisco I es un jesuita con una sólida formación académica que ocupa desde 1998 la arquidiócesis de Buenos Aires. Fue presidente durante dos períodos de la Conferencia Episcopal Argentina y mantuvo una relación tensa con el Gobierno nacional, especialmente durante la discusión por la ley de Matrimonio Igualitario. Sobre su figura pesan sospechas por su actuación durante la dictadura.
Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de origen italiano. Hincha fanático de San Lorenzo de Almagro, comenzó su carrera en la Iglesia con 21 años tras haber estudiado ciencias químicas. A esa misma edad, debido a una grave pulmonía perdió parte del pulmón derecho. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969 y, en plena dictadura militar argentina, entre 1973 y 1979, fue enviado a Alemania, de donde pasó a la iglesia de la Compañía de Jesús de Córdoba.
Por entonces se lo acusó de haberle retirado la protección de su orden religiosa a dos jesuitas durante la dictadura militar. Bergoglio aseguró que poco antes del golpe de Estado el 24 de marzo de 1976 les advirtió del peligro y les ofreció a ambos refugio en la casa de los jesuitas. Pero los dos curas, Orlando Dorio y Francisco Jalic, que hacían tareas sociales en barrios humildes de Buenos Aires, habrían rechazado esta oferta, según Bergoglio. Dos meses después fueron secuestrados por los militares y mantenidos presos durante cinco meses en el centro clandestino de detención de la ESMA.
Asumió en 1998 la arquidiócesis de Buenos Aires y durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el papa Juan Pablo II lo nombró cardenal. Ocupó la presidencia de la Conferencia Episcopal durante dos períodos hasta que abandonó el cargo porque los estatutos le impedían seguir. Durante este periodo, fue conocido por la tensa relación que mantuvo con los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner.
En 2008, durante el conflicto entre el Ejecutivo y las patronales agropecuarias por las retenciones móviles, Bergoglio llegó a pedir a Cristina un "gesto de grandeza" ante la protesta de los empresarios rurales, además de denunciar "homogeneización" del pensamiento y "crispación social".
Luego, en 2010, la cúpula de la Iglesia argentina libró lo que el arzobispo llamó una "guerra de Dios" contra el gobierno, al tratar de evitar por todos los medios de evitar la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo. Bergoglio encabezó manifestaciones, movilizó a los sacerdotes en defensa de la "unidad familiar" y convocó a vigilias frente al Parlamento. "No se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios", dictaminó por entonces Bergoglio, acérrimo opositor al matrimonio igualitario y el aborto, al aclarar su posición en una carta.
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