11:02 › MISA DE INAUGURACIóN EN EL VATICANO
Tras recibir las insignias del poder papal, el anillo del Pescador y el palio, el nuevo jefe de la Iglesia Católica llamó en su homilía a "no tener miedo de ser buenos y tiernos". Además, pidió a los líderes del mundo que "sean custodios de la creación, guardianes del otro, del medio ambiente". Unos 30 jefes de Estado, entre ellos Cristina Fernández de Kirchner, y delegaciones de 132 países, participaron de la misa de inauguración del pontificado del papa Francisco.
"Quisiera pedir por favor a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito político, social o económico, a todos los hombres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, guardianes del otro, del medio ambiente", dijo el argentino Jorge Bergoglio en su homilía. "No dejemos que los signos de destrucción y muerte acompañen el camino de este mundo nuestro", agregó, y advirtió que "el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida".
A Roma llegaron numerosos líderes del mundo, muchos de ellos americanos como Dilma Rouseff, de Brasil; Sebastian Piñera, de Chile; Rafael Correa, de Ecuador; Enrique Peña Nieto, de México; Porfirio Lobo, de Honduras; y Ricardo Martinelli, de Panamá. Asisten también los vicepresidentes de Uruguay, Danilo Astori; de Estados Unidos, Joe Biden; y de Cuba, Miguel Mario Díaz. El vocero vaticano, Angelo Lombardi, precisó que la delegación más numerosa es la argentina, compuesta por 19 personas y encabezada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Desde Europa arribaron también numerosos mandatarios. Por ejemplo, de España estuvieron presentes los príncipes Felipe y Letizia y el presidente del gobierno, Mariano Rajoy; de Italia, el presidente Giorgio Napolitano; y de Francia el primer ministro Jean Marc Ayrault. Además participaron de la ceremonia la argentina Máxima Zorreguieta, la futura reina de Holanda, junto a su marido Guillermo; y el príncipe Alberto de Mónaco, entre otras personalidades.
Durante su homilía, Francisco expresó también que "el verdadero poder es el servicio" y afirmó que él mismo, como nuevo pontífice, "debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe".
Advirtió sobre "los Herodes que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer". "Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación", dijo el papa argentino y explicó que eso significa "custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón".
"Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos. He aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza", concluyó su mensaje, seguido por un impresionante silencio en la Plaza San Pedro.
Antes, Francisco recibió las insignias del poder pontificio. El cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, quien fue el mismo que anunció al público la elección de Francisco el pasado miércoles, impuso al papa el palio, una estola de lana con tres cruces rojas, la misma utilizada por su predecesor Benedicto XVI y que representa al Buen Pastor. Por su parte, el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, entregó al papa el anillo del Pescador, que Francisco deberá llevar hasta que muera o renuncie, tal y como hizo Benedicto el pasado 28 de febrero. El anillo es de plata dorada y es obra del escultor Enrico Manfrini, autor de los anillos de los últimos pontífices.
Ayer el portavoz de la Santa Sede, el padre jesuita Federico Lombardi, brindó una extensa rueda de prensa en la que ofreció detalles de la ceremonia. El nombre exacto de la celebración es "inicio del ministerio petrino del vicario de Roma" y no se trata de una celebración de "entronización" porque el papa "no es ningún rey", aclaró el vocero.
Explicó que antes del inicio de la ceremonia el papa recorrería la Plaza San Pedro a bordo del papamóvil para saludar a los fieles. Durante ese trayecto, que finalmente hizo en un vehículo abierto, Francisco sorprendió a la multitud y a la propia seguridad que lo acompañaba. Se bajó del jeep para saludar a una persona enferma que se encontraba entre los fieles y luego siguió su camino hacia la basílica de San Pedro.
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