Viernes, 13 de febrero de 2015 | Hoy
Por Martín Kohan
Mi gusto por escribir sobre cosas que más bien ignoro, que no viví y que no conozco y entonces tengo que conjeturar, me llevó hacia estos asuntos: los amigos de toda la vida, los secretos, la traición, las dobles vidas. Porque a mí nada me dura, de nada soy vitalicio; las virtudes que nutren la amistad me son bastante ajenas; mis amigos perdurables lo son por mérito suyo y no mío. A la vez, y por eso mismo, no traicioné ni traiciono: soy apocado aun para eso. Secretos no cultivo, y si alguno, ocasionalmente, acierta a cobrar forma en mí, no me es dado conservarlo, retenerlo: muy pronto me pongo a contar. Las dobles vidas me intrigan; esa sobreproducción de peripecias, tantas como para llegar a ocupar dos vidas, provoca perplejidad en los que apenas si sostenemos una sola.
Todo esto que no sé ni experimento lo tengo, como dije, que conjeturar, es decir que imaginar, y para poder imaginarlo lo escribo. En resumen, se me vuelve literatura. “Cuerpo a tierra” está escrito entonces con esa clase de materiales. Aunque también con una premisa que sí experimento y muy a conciencia, aunque todo el mundo con obstinación me la desmiente: que el pasado no es lo que quedó atrás del presente, y por ende no existe más; es lo que viene a incrustarse en el presente y a desfigurarlo, y por ende existe más que ninguna otra cosa, existe más que ninguno de los otros tiempos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.