Vie 05.02.2016

VERANO12

Nacimiento

› Por Vicente Battista

El cuento por su autor

Según los apóstoles, Jesús nació en un establo, lo que no queda claro es en qué sitio estaba situado ese establo: ¿Belén o Nazaret? Mateo y Lucas se inclinan por Belén, Marcos y Juan por Nazaret. Cualquiera fuese el sitio, la iconografía lo muestra acompañado por una vaca y un burro, por algunos pastores curiosos y, por supuesto, por María y José; unos días más tarde llegarían los Reyes Magos de Oriente. Exigua concurrencia para alguien que, según se sabría poco después, llegaba a Jerusalén con el propósito de consolidar la existencia de un Dios único y verdadero que, también se sabría, era el auténtico padre del recién nacido. Si nos atenemos a los fríos números, no puede decirse que el bueno de Jesús, hijo del Dios único y verdadero, conquistara a muchísimos fieles el día de su nacimiento, asimismo no hubo muchos rodeando la cruz a la hora de su sacrificio y muerte: Marcos y Mateo mencionan a mujeres que miraban de lejos, Lucas se atreve a hablar de multitudes: “había multitudes”, escribe, pero no arriesga cifras, y Juan cuenta que “estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena”. Tampoco hubo muchedumbres cuando la resurrección, los cuatro evangelistas testimonian la presencia de María Magdalena,de Juana, de María la de Santiago y de otras pocas mujeres. Pese a tan magras cifras, con el correr de los siglos aquellos escasos fieles se multiplicaron sin descanso, hoy millones de hombres y de mujeres comparten, durante la Pascua, el infortunio por la muerte de Cristo y la alegría por su resurrección, y celebran con guirnaldas y villancicosel júbilo de la Nochebuena.

Ignoro en qué fecha pudo haberse escrito el primer cuento de Navidad, pero ciertamente “A Christmas Carol”, de Charles Dickens, que en nuestra lengua conocemos como “Un cuento de Navidad”, bien puede considerarse un texto fundador. Apareció el 19 diciembre de 1843, la primera edición de seis mil ejemplares se agotó antes de Nochebuena. La fantástica historia y la asombrosa metamorfosis de Ebenezer Scrooge, el avaro empresario “al que ningún eslabón logró jamás sacar una chispa de generosidad”, hizo que el cuento de Dickens se transformara en una natural pieza de las fiestas navideñas, como el turrón, el pan dulce y los fuegos artificiales. “A Christmas Carol”, acaso sin proponérselo, se convirtió en la matriz de los sucesivos “Cuentos de Navidad”.

“Nacimiento” lo escribí hace algunos años, por su tema y escenario bien podría situarse en esa categoría, aunque en este caso con un ligero matiz, como podrá leerse, puse del revés el esquema clásico: el comienzo del relato está cargado con la misericordia y la bondad que ciertamente imperan en la construcción de un Pesebre navideño, pero la historia finaliza con un acto, con una acción, que difícilmente le hará pronunciar a Omar, su protagonista, aquella frase con la que el pequeño Tiny Tim, cierra el inconmensurable cuento de Dickens: “¡Que Dios nos bendiga a todos!”.

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