VIDEOS
Lanzamientos
KILL BILL VOL. 1,
de Quentin Tarantino. Con Uma Thurman, Lucy Liu, Daryl Hannah y Vivica Fox.
2003, 111 min. Gativideo.
Frente a la innecesaria segunda parte, se agiganta el volumen 1 de Kill Bill, que desde hace unos días circula en VHS y DVD (se recomienda acceder a este formato, para disfrutar de los muchos y muy apreciables bonus). La verdad es que una y otra “parte” no tienen nada que ver, con cómodas ventajas para esta primera, en la que Tarantino no pretende otra cosa que reciclar al infinito todas las variantes de la acción hiperviolenta a la oriental. Lo hace con tanto placer, tanta maestría visual y coreográfica, tantas ganas de sorprender al espectador y llevarlo de las narices de una gran secuencia a otra, que la experiencia se parece muchísimo al acto de saborear la fruta más dulce, durante casi dos horas y a toda orquesta. Especialmente brillante el sangriento animé metido de contrabando, allá por mitad del metraje.
EL HOMBRE DEL TREN,
de Patrice Leconte. Con Jean Rochefort y Johnny Hallyday.
2003, 81 min. AVH.
Directo a video salió la película más reciente de Patrice Leconte, que alguna vez llamó la atención con El marido de la peluquera y La maté porque era mía, más tarde aburrió con Ridicule y finalmente hizo el ídem con el subproducto de acción geriátrica Los profesionales. Casi una excusa para reunirse con Jean Rochefort (marido de aquella profesional de la coiffeuse), El hombre del tren es como un término medio entre todos estos posibles Leconte. Película de cámara sobre el encuentro casual entre un solitario profesor jubilado –que se aburre en su mansión de provincias– y un cansado ladrón de bancos a punto de retirarse, Leconte amaga contar el deseo de cada uno por convertirse en el otro. Pero llega hasta ahí nomás. Eso sí: viejo, parco y harto, Johnny Hallyday está francamente impresionante.
EL ARCA RUSA,
de Alexander Sokurov. Con S. Dreiden, M. Kuznetsova y L. Mozgovoy.
2002, 96 min. Transeuropa.
Sorpresivo éxito en la cartelera porteña, El arca rusa confirma la maestría cinematográfica y el reaccionarismo de Alexander Sokurov, director de Madre e hijo. Ya se sabe de qué va la cosa: recorrer, en un único travelling sin cortes, el entero museo del Hermitage. Además de albergar una de las colecciones artísticas más impresionantes del mundo entero, ese tesoro de la arquitectura europea fue residencia de Catalina la Grande y todos los emperadores y zares que la sucedieron, hasta la revolución de 1917. Cruce impensable entre documental de museo, sueño filmado, ensayo lírico-político-filosófico y tratado de teoría cinematográfica en acción, lo que genera cierto mal olor en medio de tanta excelsitud son las nostalgias del realizador por aquellos buenos y viejos tiempos en los que la aristocracia era dueña y señora.
CONTRAATAQUE,
de Walter Hill. Con Wesley Snipes, Ving Rhames y Peter Falk.
2003, 96 min. Gativideo.
Desde mediados de los ’70 y durante una larga década, Walter Hill dominó el cine de acción estadounidense, con una serie de gemas que incluyen Driver, Cabalgata infernal, The Warriors y Calles de fuego. De allí en más dio la impresión de que se le había pasado el cuarto de hora. Su película más reciente, Contraataque (Undisputed, en el original) parece confirmar esta sospecha. Como en varias de sus películas, todo gira alrededor del enfrentamiento entre dos voluntades de hierro: el campeón de box de un circuito carcelario (Wesley Snipes) y el campeón mundial de los pesos pesado, a quien acaban de encerrar por violación en esa cárcel (Ving Rhames, haciendo de Tyson). En medio de esa guerra de machos anda un achacoso Peter Falk, que da la impresión de que en cualquier momento se va a ir de este mundo.