LOS INCREÍBLES,
de Brad Bird. Con las voces de Craig T. Nelson, Holly Hunter y S. P. Jackson.
2004, 121 min. Disney Argentina.

La gente de Pixar se despide de Disney con su habitual nivel de creatividad y calidad, en una de las películas que –junto con ambas Hombre araña– más a fondo reflexiona sobre el mito del superhéroe y su lugar en la sociedad contemporánea. Si a alguien le parece demasiado para un dibujo animado, es que desde hace varias décadas le perdió el rastro al cine de animación. Por salvar a alguien que quería suicidarse (los límites y paradojas de la libertad individual también se tratan aquí), Mr. Increíble se ve obligado a colgar su traje de spandex y se pone a trabajar detrás de un escritorio. Hasta que se le presenta la oportunidad de salvar al mundo y allí va ...con los restantes miembros de su familia, todos ellos dotados de superpoderes. Frenética, graciosa, estimulante, tal vez un poquito larga.


CRIMEN FERPECTO,
de Alex de la Iglesia. Con Guillermo Toledo, Mónica Cervera y Luis Varela.
2004, 105 min. Transeuropa.

La habitual irregularidad del barbudo vasco da por resultado una película que en su primera mitad es redondísima (tanto como Muertos de risa, que acaba de editarse en DVD) y a partir de allí se va dispersando en mil subtramas. Guillermo Toledo es toda una revelación, encarnando al típico antihéroe rasca –querible y patético– de las películas de De la Iglesia. Vendedor de gran tienda, el tipo se cree poco menos que el Dios del lugar, y cuando su competidor le quite el puesto de encargado de sección comenzará la batalla a matar o morir (bien al estilo de Tom & Jerry o El coyote y el correcaminos, como le gusta a De la Iglesia). La aparición de la más fea de la tienda hace crecer el humor negrísimo. Pero una vez que tiene la pelota bajo la suela, es como si De la Iglesia no supiera cómo definir el partido.


EL PERRO,
de Carlos Sorín. Con Juan Villegas, Walter Donado y Micol Estévez.
2004, 97 min. Gativideo.

La última película de Carlos Sorín es como un spin-off del episodio más satisfactorio de Historias mínimas, aquel del hombre humilde y su perro. Otra vez las desoladas rutas y el viento de la Patagonia. Otra vez los viajes. Otra vez los personajes modestos, tiernos y queribles. Otra vez los actores no profesionales y las historias que crecen como sin quererlo. A partir del momento en que le regalan un dogazo blanco, la vida del protagonista (Juan Villegas tiene sin duda un aire angélico) da un respingo. Es todo un hallazgo el grandote Walter Donado, y la escena en la que se pone a revolear gente por el aire recuerda las peleas de John Ford. Pero no le falta cálculo a esta nueva muestra de un realizador que parece haber encontrado la llave para redondear personajes ingenuos, sin ninguna ingenuidad.


NIETOS
(Identidad y memoria), de Benjamín Avila.
2004, 75 min. SBP.

Hijo de desaparecidos, Benjamín Avila debuta en la realización con este documental sobre nietos rescatados de la apropiación por Abuelas de Plaza de Mayo. Narrando varios casos, Avila suma su aporte a films anteriores sobre el tema, como Botín de guerra. Por más que algunos chicos (jóvenes, ya) habían prestado testimonio en otras películas, generando cierto dèjavu, el gran mérito de Nietos es que no se limita al documental de entrevista, estilo “cabezas parlantes”, sino que su realizador demuestra saber cómo captar (y hacer entrar al espectador en) el clima de cada escena, con aguda observación de detalles, no necesariamente “importantes”. Por otra parte, el de Avila no es uno de esos documentales filmados, fotografiados y montados de cualquier manera: la ética formal del realizador salta a la vista.