EL PAíS › SIN CABIDA TAMPOCO EN EL RADICALISMO, EL VICEPRESIDENTE DEJA HOY SU CARGO Y VUELVE A LA ACTIVIDAD PRIVADA

Cobos, una trayectoria realmente no positiva

El vice abrirá la ceremonia de asunción de Cristina Fernández y después partirá hacia su provincia natal. Hace apenas dos años, tras su voto “no positivo”, era la esperanza opositora para derrotar al Gobierno; ahora, sin juego político, ejercerá como ingeniero.

 Por Sebastian Abrevaya

Castigado por la dirigencia del radicalismo, que nunca le perdonó la “traición” de aliarse al kirchnerismo, y despreciado por el Frente para la Victoria, que nunca olvidó su voto en contra de las retenciones móviles, el vicepresidente Julio Cobos llegó a su último día en la función pública. En una carrera fugaz fue, hace apenas dos años, el dirigente político con mejor imagen del país y la gran esperanza opositora para derrotar al Gobierno. Se retirará hoy del Poder Ejecutivo para dedicarse a la ingeniería con el orgullo de haber demostrado “que un radical puede terminar su mandato”. “Deja el cargo pero no la política”, aclara uno de sus colaboradores cercanos. Su futuro, el inmediato al menos, estará entre planos, ladrillos y hormigón.

A las 11.30 de hoy, tal como lo establece la Constitución en su artículo 93, Cobos invitará, en su condición de presidente del Senado, a Cristina Fernández y Amado Boudou a prestar juramento como Presidenta y vicepresidente, respectivamente. Será hasta ese momento el encargado de conducir la ceremonia de traspaso de mando. Luego tomará la posta Boudou, quien le dará la palabra a Cristina Fernández para que brinde su discurso inaugural ante la Asamblea Legislativa. Por indicación expresa de CFK, quedaron archivadas las presiones públicas ejercidas por diputados como Carlos Kunkel, Edgardo Depetris o Diana Conti para que no participe del acto. La atención estará depositada, de todas formas, en las manifestaciones de repudio que pudiera recibir desde las galerías del Congreso nacional.

Cobos viajó ayer desde Mendoza, donde, según relataron sus colaboradores, pasó el día con su familia. Voló por una aerolínea privada y se hospedó en un hotel céntrico para pasar la noche en Capital Federal, ya que hace unas semanas entregó la casa de Ezeiza donde vivió estos cuatro años. Lo hizo con antelación, explicaron en su entorno, para que comprobaran el estado del inmueble. En los casi seis meses que estuvo al frente de la Presidencia firmó un solo decreto: la declaración de duelo nacional por el fallecimiento del ex presidente Raúl Alfonsín, el 31 de marzo de 2009, el otro acontecimiento, junto al histórico desempate, que marcó la recuperación del radicalismo.

En los últimos días, el vicepresidente no tuvo comunicación alguna con las autoridades de su partido. Hace dos años, cuando le dio su aval para ser presidente de la UCR, Cobos creyó encontrar un aliado en su comprovinciano Ernesto Sanz, quien terminó por cortarse solo y apostar a su propia candidatura presidencial cuando vio abrirse un margen entre él y Ricardo Alfonsín. El Movimiento de Renovación Nacional (Morena), sector mayoritario del radicalismo integrado por dirigentes como Gerardo Morales, Ricardo Alfonsín, Angel Rozas y Ricardo Gil Lavedra, nunca le perdonó su desprecio por la institucionalidad partidaria, que había decidido ser alternativa opositora en 2007 y no formar parte de la “Concertación Plural”, la alquimia radical-peronista impulsada por el Frente para la Victoria.

A pesar de que le levantaron, en su momento de apogeo, la “expulsión de por vida” de la UCR, a ellos les reprocha Cobos haberle obstaculizado con cuestiones burocráticas su postulación presidencial. La preinterna que le quiso imponer el alfonsinismo y en la que Sanz fue una pieza indispensable, terminó por apagar la estrella fugaz encendida aquella madrugada de julio del voto “no positivo”. En el entorno del mendocino aseguran que continuará en la política con el argumento de que todavía hay dirigentes que le piden que encabece un espacio nacional distinto. En la intimidad, Cobos considera que en el radicalismo hay un “unicato”, encarnado por el Morena. “Les dimos nuestra propuesta y nuestra gente y no tuvimos ninguna retribución”, se lamentan los cobistas.

Con su deserción a mitad de año, la heterogénea tropa cobista terminó de acelerar su diáspora. Los intendentes se refugiaron en sus territorios, los caciques históricos como Leopoldo Moreau y Federico Storani apelaron a negociar con el alfonsinismo y/o replegarse en lo que les restaba de poder en la estructura partidaria.

Después de bajarse de la carrera presidencial, Cobos aceptó públicamente ser candidato a diputado nacional por Mendoza. Pero por disputas entre el intendente de Godoy Cruz, Alfredo Cornejo, y el candidato a gobernador Roberto Iglesias, terminó por dar marcha atrás y se quedó con un solo lugar: el de delegado del Comité Nacional. Ese lugar le otorga voz y voto en la elección del presidente del Comité Nacional y lo habilita también para pelear por ese puesto. Sin embargo, anticipó en aquel momento que eso no está en sus planes.

En ese contexto, hoy a las 17 tomará su avión de regreso a Mendoza. Pasará las fiestas en familia y partirá de vacaciones en enero. En estos días volvió a conversar con sus amigos ingenieros y arquitectos para evaluar futuros proyectos. Pidió la rehabilitación de su matrícula número 3993, que eligió siendo estudiante porque “los números capicúas traen suerte”.

“Hace nueve años era director de la Universidad Tecnológica de Mendoza y si alguien decía que ese hombre iba a ser vicepresidente de la Nación pensábamos que estaba borracho.” Así responde, metáfora de por medio, uno de los pocos que lo acompañan desde entonces y que no pierde las esperanzas de que Cobos volverá a la escenario principal de la política argentina.

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Julio Cobos la noche en que votó contra las retenciones móviles para alegría de los ruralistas.
Imagen: Télam
 
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