Jueves, 21 de octubre de 2010 | Hoy
13:52 › BALLOTTAGE EN BRASIL
Tras el éxodo de votos en la primera vuelta electoral a principios de mes, la candidata oficialista a la presidencia brasilera, Dilma Rousseff, recuperó el favoritismo de los electores frente a su adversario socialdemócrata José Serra, a quien supera por 11 puntos, en una polémica campaña inmersa en denuncias de corrupción y disputas religiosas.
La estrategia oficialista de intensificar la campaña y captar el máximo de apoyos rindió resultados y Rousseff consiguió el 51 por ciento de la intención de voto, contra 40 por ciento de Serra, según la encuesta del Instituto Ibope.
Hace una semana la candidata del presidente Luiz Inacio Lula da Silva tenía 49 por ciento, contra 43 por ciento de Serra, quien entró en la segunda vuelta electoral con una clara tendencia de captación de votos.
Religión y corrupción volvieron al centro del debate de la agresiva y disputada campaña brasileña que, según los especialistas, todavía no tiene definido al vencedor de la elección el 31 de octubre.
En el país con más católicos del mundo, la conferencia de Obispos convocó el jueves a una rueda de prensa para definir qué posición adoptará después de que muchos religiosos hicieron público su rechazo a Dilma Rousseff porque apoyó la despenalización del aborto en una entrevista en 2007.
La Iglesia Católica y los obispos han defendido hasta ahora que los religiosos orienten el voto en "defensa de la vida". En las encuestas, Rousseff mantiene el apoyo de más de la mitad del electorado católico.
Más preocupante para la candidata de Lula es la pérdida de electores entre los evangélicos, favorables a Serra, ya que varias de las iglesias pentecostales, que ganan cada vez más adeptos, proclamaron su veto a Rousseff.
El pastor evangélico Alcides Cantoia declaró el jueves al diario Folha que la campaña de José Serra ofreció beneficios a las Iglesias Evangélicas a cambio de apoyo electoral. "Hago entre 150 y 200 llamadas telefónicas por día" a pastores evangélicos para buscar su voto, declaró Cantoia.
Rousseff intentó contener ese embate hace una semana divulgando una carta en la que se comprometía a no despenalizar el aborto ni fomentar medidas polémicas para la Iglesia en relación a las uniones de parejas homosexuales.
Las denuncias de corrupción también hacen mella en una efectiva campaña sucia paralela a la oficial, que principalmente circula en internet a través de correos electrónicos anónimos o privados, y por millones de agresivos panfletos en las calles e iglesias.
Las principales acusaciones contra Rousseff, ventiladas en la prensa y ampliamente utilizadas en esa campaña, se refieren a acusaciones de tráfico de influencias que derrumbaron a la ministra jefe de Gabinete Erenice Guerra, quien asumió su lugar en el gobierno Lula, y a la divulgación de datos privados del fisco de la hija de su adversario, José Serra.
En contra de Serra aparecieron acusaciones también ventiladas en prensa de que un alto dirigente del gobierno de Sao Paulo, distrito del que el candidato era gobernador, habría desviado millones.
La agresividad de la campaña llegó a la calle el miércoles, cuando durante una caminata por las calles de Rio el candidato Serra fue alcanzado por un objeto en la cabeza, lanzado por un simpatizante del oficialismo.
Casi 136 millones de electores definirán el 31 de octubre al sucesor del popular presidente Lula, entre Serra, ex gobernador del industrial estado de Sao Paulo de 68 años, y Rousseff, ex ministra jefe del gobierno, de 62.
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