Economía
vs. Sociedad
Se entiende por alto desempleo aquel que incluye una
elevada proporción de desempleo involuntario, o gente que estaría
dispuesta a trabajar a los salarios corrientes, pero no halla quien
le ofrezca un puesto laboral. Algunos de los problemas sociales
de hoy en la Argentina son la deserción escolar, la marginación,
la nueva pobreza, el deterioro del capital humano, la delincuencia,
la precariedad laboral. Todos ellos tienen una correlación positiva
con el alto desempleo. Un jefe de familia que pierde su empleo arrastra
a los demás miembros a intentar la obtención de ingresos adicionales,
y siempre, en alguna media, una proporción de escolares deserta.
Los desempleados son reemplazantes dispuestos para quienes ya ocupan
puestos de trabajo, lo que los condena a aceptar peores exigencias
laborales y remuneraciones; el desempleo desliza hacia abajo a la
pirámide social: el empleado de saco y corbata se parece cada vez
más al trabajador manual; el trabajador manual, o se convierte en
semiesclavo, o es reemplazado por máquinas. Quien cumplía un cargo
técnico y pasa al ejército de desempleados, lenta e inexorablemente,
va olvidando su anterior capacidad y convirtiéndose en mano de obra
menos calificada. Los empleos se vuelven peor remunerados, con mayor
carga horaria y menor estabilidad. La continuación de este desempleo
convalida semejante cuadro, que no es precisamente el de una sociedad
o una nación, sino más bien el de un mercado persa. Si se acepta
que lo primero es bajar el desempleo, es preciso recordar dos escenarios,
en los cuales la historia siempre se ha observado igual, desde Hume
hasta Keynes. Primero: con amplia desocupación, los precios y salarios
no empujan al alza; el escenario es propicio a la estabilidad de
precios y salarios, y por tanto es propicio a un régimen de tipo
de cambio fijo. La vigencia de �un peso un dólar� ha requerido destruir
la capacidad de compra de la sociedad, y con ello ha destruido buena
parte del tejido social. Segundo: con baja desocupación, los cambios
de empleo implican salarios mayores, y necesariamente ocurre un
empuje al alza de precios. Con alzas de precios internos, el tipo
de cambio fijo no sería sostenible en el tiempo. La dramática elección
es: o una sociedad degradada y estabilidad de precios y tipo de
cambio, o una sociedad más cohesionada, pero al borde de la inflación
y la devaluación cambiaria
Una
profesión vergonzante
Hay una profesión cuyo desempeño trata de ocultar
quien la ejerce: el verdugo. Antiguamente, el llamado a cortar una
cabeza o ahorcar a un desgraciado cumplía su triste labor cubierto
por una capucha. No sólo por propio resguardo, sino porque la sociedad
no quiere saber quién ejerce tal oficio. Otra profesión que no se
declara en censos o en reuniones sociales es la de prostituta, que
no es exactamente lo mismo que desempeñar �labores del sexo�. Y
en una zona gris, la profesión de economista, que tiene un significado
clarísimo entre quienes pertenecen a ella, pero no tanto para el
resto de los mortales. Una vez, en Río Tercero, en la Iª Reunión
de Centros de Investigaciones Económicas, quise hospedarme en una
hostería, y su dueño no entendió qué era ser economista, y anotó
como la que él creía profesión más afín: �comerciante�. Hay algo
que a la gente le molesta: será su objeto de estudio, por el cual
Carlyle la llamaba �ciencia funesta�; será por la inclinación del
economista a crear sistemas, a veces vacíos, lo que les mereció
el desdén del premio Nobel Alexis Carrel. El asunto es que la presencia
de cuatro reconocidos economistas argentinos como ministros del
próximo presidente ha levantado un revuelo como nunca lo produjo
el caso de cuatro o más abogados ministros. Viene al caso recordar
que en la Argentina fueron ministros notables economistas, algunos
profesores de economía o de finanzas en la universidad, y algunos
otros que llegaron a la presidencia de la República y tuvieron desempeños
ejemplares. El autor del Código Civil, D. Vélez Sársfield, fue profesor
de Economía Política en la UBA, en la presidencia de Rivadavia,
y ministro del Interior con Sarmiento. Avellaneda fue profesor en
la misma cátedra y universidad, y se retiró de ella en 1866 para
asumir como ministro de Gobierno de A. Alsina. Vicente Fidel López
enseñó economía en Montevideo y en Buenos Aires, y fue ministro
de Instrucción Pública durante la gobernación de su padre, V. López
y Planes (1852); también sería ministro de Hacienda con Pellegrini
y coautor del proyecto de creación del Banco de la Nación Argentina.
José Antonio Terry, profesor de Finanzas Públicas en la UBA y autor
de La Crisis, un estudio pionero del ciclo económico argentino,
fue ministro de Hacienda de L. Sáenz Peña, Roca y Quintana, pero
también canciller de Roca, cuando se signaron los Pactos de Mayo
con Chile (1902)
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