Isla de privilegios
Leonel
Massad, uno de los más prestigiosos especialistas tributarios
del país, suele contar uno de los absurdos más formidable
del impuesto a las Ganancias. Y su relato tiene aún más
valor porque ese disparate impositivo lo conoce personalmente puesto
que fue él mismo quien preparó la declaración
jurada de su cliente afortunado. Se trata de una persona que en
un año tuvo una renta de 6 millones de pesos, pero en su
mayoría de fuentes que increíblemente están
exentas de Ganancias: dividendos de acciones, renta de títulos
públicos, resultado de la compraventa de acciones y bonos,
renta de obligaciones negociables, cuotapartes de fondos de inversión
e intereses de colocaciones en plazo fijo. Por lo único que
pagó fue por los honorarios que cobra como director de un
par de sociedades anónimas. Pero en total aportó mucho
menos que otros clientes de Massad, que tienen un ingreso anual
que ni siquiera llega a la décima parte de 6 millones de
pesos.
Este grotesco impositivo no será suprimido por la amplia
reforma que está preparando el equipo económico de
José Luis Machinea. Ya sea por convencimiento de que es lo
mejor, o por temor a molestar al poder económico o, simplemente,
porque no quieren afectar intereses de sectores donde han estado
trabajando antes de sumarse a colaborar con el futuro ministro de
Economía. Cualquiera que sea el motivo, el argumento que
utilizan para defender el nuevo paquete impositivo refiere a que
será equitativo, al generalizar el IVA y al eliminar algunas
exenciones en Ganancias a la vez de aumentar la presión sobre
los trabajadores en relación de dependencia con ingresos
superiores a los 2700 pesos. También sostienen que la reforma
no afectará la competitividad de la economía, al cargar
sobre el consumo y evitar que más impuestos afecten a las
empresas, lo que derivó en descartar entonces un aporte extraordinario
de las privatizadas por las fabulosas ganancias que han acumulado
en los últimos años.
Sin afectar a la renta financiera y a los monopolios privatizados,
la reforma quedará a mitad de camino en su objetivo de equidad
y de progresividad. Dos de los sectores que resultaron ganadores
del modelo económico quedarán fuera del alcance del
ajuste. Uno, el financiero, porque no es conveniente alterar el
humor de quienes deben refinanciar la abultada deuda por vencer.
El otro, las privatizadas, porque no vale la pena enemistarse con
el poder económico emergente de la última década.
La isla de privilegio tributario que vive la renta financiera en
Argentina no se repite en ninguna parte del mundo. Por caso, los
dividendos que distribuyen las empresas están desgravados.
Las compañías aportan 35 por ciento por sus ganancias,
pero los dueños de esas empresas no pagan nada de los que
reciben de dividendos por sus acciones. Es decir que, por ejemplo,
Gregorio Pérez Companc no paga Ganancias por la renta de
sus acciones. Si la compañía Pérez Companc
tiene 100 de utilidades, paga 35 de Ganancias. Pero si distribuye
el 65 restante a sus accionistas, éstos no pagan nada.
Esta como otras desgravaciones inconcebibles en Ganancias no serán
eliminadas, truncando así la posibilidad de avanzar en un
esquema tributario de carácter progresivo. Al respecto, en
un interesante documento preparado por el Instituto de Estudios
y Formación de la CTA, Transformar la crisis en una
oportunidad. Shock redistributivo y profundización democrática,
se menciona un estudio efectuado por el departamento fiscal del
FMI, en el que analiza la estructura impositiva de 41 países,
llegando a la siguiente conclusión: Argentina es el país
de ese lote que menor porcentaje del PBI recauda como imposición
a los ingresos,las ganancias y el patrimonio. Pakistán es
el que sigue en ese ranking, duplicando la recaudación sobre
renta y patrimonio de Argentina.
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