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Por Gabriel Alejandro Uriarte Jamás hablo de lo que hubiera pasado; hay que actuar con la realidad, por dura que sea. Ayer esta frase de 1989 del socialista Ricardo Lagos Escobar coincidió con una realidad felizmente victoriosa para su autor. Pero antes pareció igualmente posible que se convirtiera en el epitafio de su carrera política. Pronunciada tras su fracaso en el intento de entrar al Senado en 1989, también tuvo pertinencia en 1993 cuando fue derrotado por Eduardo Frei en las internas presidenciales de la Concertación. Después de este revés, cultivó al electorado oficialista en disfavor de los jefes partidarios. Eso sólo subió la apuesta. Marginó a los partidos, por lo que son pocos los dirigentes que hubieran estado dispuestos a apostar por él en el 2005, estimó ayer el diario La Tercera. Pero si dentro de la Concertación Lagos era populista, en el ámbito nacional perdió terreno ante el mucho más populista Joaquín Lavín, llevando a un virtual empate técnico el 12 de diciembre. Una campaña puerta a puerta, con slogans más concretos, impidió que se fijara ayer en él el veredicto de ser la eterna promesa incumplida del primer presidente socialista post Allende. La relación de Lagos con la política siempre compitió, a veces de manera desigual, con los atractivos de una brillante carrera académica. Nacido el 2 de marzo de 1938, el mayor deseo de su madre fue que se convirtiera en rector de la Universidad de Chile. Lagos impactó a la comunidad académica a los 21 años con su La concentración del poder económico, una tesis presentada para obtener el título de abogado que se transformó en un éxito de ventas al ser publicada. Esa temprana obra maestra lo identificó con el socialismo, especialmente por su llamado al control estatal de los medios de producción. Redondeó sus credenciales obteniendo en 1962 un doctorado de Economía en la Duke University de Carolina del Norte, Estados Unidos. Al volver a su país, se hizo profesor titular de la Universidad de Chile y logró ser nombrado en 1972 secretario general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). En menos de un año sobrevendría el golpe de Augusto Pinochet que derrocó al gobierno de Salvador Allende. Y, en realidad, fue paradójicamente este golpe lo que terminaría impulsándolo a la alta política. Porque, si bien militaba en el socialismo desde la década del 60 y fue nombrado por Allende embajador en la Unión Soviética (nombramiento luego bloqueado en el Senado), fue recién luego de 1974 que, en Estados Unidos, comenzó a pasar al primer plano partidario. En la siempre acogedora Carolina del Norte, organizó un seminario de donde saldría el autocrítico trabajo 1970-1973: Lecciones de una experiencia. De vuelta a Chile en 1978, se sumó al grupo de análisis opositor Vector. Allí fue bien recibido, en parte por no haber estado muy asociado al gobierno de Allende. Vector fue su plataforma, nos gustaba su izquierda sin el estigma de la Unidad Popular, explicó Germán Correa, quien era entonces su superior. ¿Una clave del triunfo de ayer? En base a ese tipo de grupos se formó en 1983 la Alianza Democrática (la eventual Concertación), de la que en diciembre Lagos asumió la presidencia. Brevemente encarcelado tras el atentado contra Pinochet en 1986, Lagos se tomó su revancha en 1988 cuando en un memorable debate televisivo apuntó ante las cámaras un dedo acusador contra el dictador. Después, la suerte lo favorecería menos. En 1989, por reglas que beneficiaban al oficialismo, perdió en su intento de conseguir una banca de senador, y en las internas de 1993 resultó derrotado otra vez. Entonces, se rodeó de incondicionales y desde el Ministerio de Obras Públicas ganó la reputación de inteligente y muy capaz. Convertido en candidato natural de la Concertación, arrasó en las internas de 1999 y se dirigió hacia una victoria que parecía a todas vistas regalada en la primera vuelta del 12 de diciembre. Pero siguió un abrupto despertar. De gozar de una ventaja superior a los 10 puntos, ese día apenas logró superar por 0,44 el 47,52 por ciento delos votos conseguido por Lavín. Luego de varios despidos en su equipo, Lagos emprendió lo que su nueva jefa de campaña Soledad Alvear describió como una campaña alegre y propositiva. Su declaración final en el cierre del viernes registró el cambio de ánimo que le impuso la neoderecha chilena: Denme una oportunidad para gobernar Chile. ¿Qué se puede esperar ahora que la recibió? En campaña, prometió reactivar la economía restaurando dinamismo a las exportaciones y las inversiones. Eso llevaría a un crecimiento del 7% y la creación de 200.000 nuevos puestos de trabajo para este año y 100.000 en cada año siguiente, manteniendo al mismo tiempo una inflación menor al 3%, con un ajuste que lograría un superávit fiscal del 1% del PBI. Afirmó además que acabará con los enclaves autoritarios en la Constitución de Pinochet y que esclarecerá las violaciones de derechos humanos durante la dictadura. Y juró no firmar jamás una ley de punto final.
Un socialista a La Moneda SUBRAYADO El Chicago Boy que no fue presidente Pinochet ya armaba las valijas, pero los médicos prenden luz roja
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