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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
19 MARZO 2000








 

Juan Mario Jorrat, experto en recesiones, analiza como se sale de esta

“La recuperación viene demasiado lenta”

La caída de la masa salarial y el impuestazo se traduce en el derrumbe de las ventas minoristas. Gracias a la baja de costos, las exportaciones toman envión, pero el mercado interno languidece.

Por Maximiliano Montenegro

La salida de la reactivación viene prendida con alfileres. Las exportaciones crecen, y mucho, lo que motiva el festejo de los Machinea boys. Pero representan una pequeña porción de la economía, alrededor del 9 por ciento del producto bruto. En cambio, el consumo de las familias sigue encogiéndose porque entre febrero de este año e igual mes del año pasado se destruyeron cien mil puestos de trabajo en la economía formal, los salarios siguen en el tobogán y, por si fuera poco, el Gobierno parió un impuestazo. Los números cierran: la caída de la masa salarial desde julio pasado (6 por ciento) es idéntica al derrumbe en las ventas minoristas. El ajuste salarial, a su vez, es reducción de costos para las exportaciones, que toman así envión, mientras que el mercado interno languidece.
Ese cóctel, dulce para algunos economistas, es amargo para el conjunto de la población. Así, mientras las cifras de producción industrial –donde los sectores de bienes intermedios de exportación pesan más del 50 por ciento– confirman que la recuperación sigue, muy lentamente, su marcha, para las familias la recesión continúa. Cada vez consumen menos, ajuste que, con diferente intensidad, hoy contempla desde los sectores bajos hasta la clase media alta, pasando por una clase media empobrecida.
Juan Mario Jorrat, investigador de la Universidad de Tucumán, es uno de los pocos expertos que aplica en el país una serie de indicadores, muy utilizados en Estados Unidos, para medir la marcha de la actividad económica en su conjunto y anticipar lo que vendrá en los próximos seis meses. En este reportaje con Cash, Jorrat explica que el escape de la recesión viene a paso de tortuga, tal es así que es más lenta que la salida del tequilazo. Recién en septiembre –dice–, la Argentina producirá lo mismo que en abril de 1998, cuando empezó el derrumbe. Pero como el diminuto motor de las exportaciones empuja poco –en términos de empleo– al resto de la economía, en el mejor de los casos, recién el año próximo las familias podrán empezar a consumir como antes de la recesión.
–¿Hay peligro de que se frene la reactivación a causa del impuestazo?
–El estado general de la economía mostró una desaceleración importante a principios de año. El efecto de los impuestos recién ahora se empieza a sentir. Pero sí parecen haber influido en las expectativas, porque la gente habría restringido bastante su consumo previendo tener que pagar más impuestos. El otro tema preocupante es que las importaciones de bienes de capital han caído mucho. Se está invirtiendo menos y ésta es una señal peligrosa.
–¿Qué pasó?
–La economía empezó a recuperarse en julio del año pasado. Desde entonces venía creciendo, y se desaceleró en enero. El índice coincidente, que mide el estado de la economía en general, está compuesto por PBI, producción industrial, actividad en la construcción, importaciones, salarios reales y recaudación del IVA, como aproximación del consumo. En enero, este índice cayó del 5 al 3,8 por ciento, con lo cual está levemente por debajo de la tasa de crecimiento de largo plazo de la economía. Esto significa que la recuperación continúa, pero demasiado lenta.
–¿Cómo viene la salida de la recesión en relación con otras recuperaciones anteriores?
–Esta salida es más lenta que durante la expansión posterior a la recesión del tequila, y mucho más lenta si se compara con las seis recuperaciones anteriores ocurridas desde principios de los años ‘70. El producto interno está creciendo a una tasa anual de 2,5 por ciento, cuando durante las recuperaciones anteriores crecía arriba del 7 por ciento anualizado. Llama la atención que el índice de producción industrial de FIEL y el estimador industrial del Indec estén creciendo fuerte, pero en estos indicadores más del 50 por ciento está representado por industrias productoras de bienes intermedios exportables. La construcción está comportándose, más o menos, como en las otras expansiones. Lo diferente es que las importaciones y el IVA, dos indicadores que reflejan la situacióndel mercado interno, están disminuyendo. Por ejemplo, el IVA está cayendo a razón del 5 por ciento, cuando en las expansiones de la década del ‘80 aumentaba al 14 por ciento, y en la postequila al 2 por ciento.
–Aun suponiendo que parte de la culpa puede estar en la incapacidad de Carlos Silvani (titular de la AFIP) para recaudar, ¿ésta sería una buena pista para concluir que no hay ninguna señal de reactivación del consumo?
–Exacto. Aunque no las incluimos en el índice coincidente, porque todavía es una serie muy corta, estamos monitoreando las ventas minoristas. Las cifras muestran que vienen cayendo un 6 por ciento desde julio del año pasado. La demanda de servicios públicos, a su vez, está planchada. En cambio, las exportaciones están creciendo tres veces más rápido que en la recuperación postequila, y seis veces más rápido que en las anteriores. Es evidente que esta vez la demanda interna no es el motor del crecimiento sino las exportaciones. En un contexto internacional en el que no se avizoran shocks inmediatos sino un leve repunte del precio de las commoties, esto puede ser una buena señal. Pero habrá que ver si las exportaciones aumentan de manera diversificada o siguen dependiendo de Brasil.
–¿Visto desde el lado de la demanda interna, cuándo la gente podrá empezar a percibir la recuperación del consumo?
–Recién en septiembre la economía estaría alcanzando el nivel de actividad máximo previo a la recesión, que se tocó en abril de 1998.
–¿O sea que a partir de mayo del ‘98 nos caímos en un pozo, del cual recién vamos a asomar la cabeza en septiembre?
–Así es.
–¿Qué pasaba con el ingreso disponible de los trabajadores antes del impuestazo?
–El ingreso disponible de los trabajadores del sector industrial ha caído 6 por ciento desde julio del año pasado, cuando empezó la recuperación. Esta es otra diferencia con lo que sucedió después del tequila: en esa recuperación, la masa salarial real se mantuvo estancada. En expansiones anteriores, el ingreso disponible de los trabajadores aumentaba alrededor del 10 por ciento.
–Ahora, si el ingreso disponible siguió cayendo durante la recuperación, debe haberse derrumbado durante la recesión.
–Sin duda, el ajuste en la recesión debe haber sido importante. Pero este indicador no solo refleja la baja de salarios sino la reducción del empleo.
–¿Cuál es la estimación de crecimiento para todo el año?
–Alrededor del 3 por ciento. Es decir que este año se va a crecer un poco menos de lo que se cayó el año pasado.
–¿Con esta previsión, qué pasaría con el desempleo?
–Teniendo en cuenta como viene aumentando el promedio de horas ocupadas, yo creo que la desocupación va a caer. Pero no mucho, no más de 2 puntos.