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Doña
Segunda
Por
Roberto Navarro
NUMEROS
51
por ciento de las personas consumen productos de segundas
marcas. Hace dos años sólo lo hacía
el 30 por ciento.
46,4
por ciento de los comestibles que se vendieron en los últimos
tres meses fueron de segundas marcas, incluidas las propias
de los supermercados.
600
por
ciento creció en los últimos dos años
la participación de las segundas marcas en las ventas
de gaseosas.
54
por ciento de las personas que consumen segundas marcas
son de clase baja.
30
por ciento son de clase media y media baja.
16
por ciento son de clase media alta y alta.
63
por ciento de los consumidores que compran segundas marcas
afirma que lo hace porque son más baratas.
40
por ciento es la diferencia promedio de precios entre marcas
líderes y segundas marcas.
160
pesos es, en consecuencia, lo que se ahorra una familia
que tenía un presupuesto medio de 400 pesos mensuales
en comestibles.
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Los
que tomaban mate con yerba de primera marca, pagando 2 pesos el
paquete de un kilo, ahora consumen ese mismo producto pero de
una marca menos conocida a un precio más bajo: 95 centavos.
Los que no comían una tostada si no la untaban con la manteca
líder, a 1,55 peso el paquete, se acostumbraron a desayunar
con otra de 75 centavos. La desocupación y la caída
de los ingresos impulsaron cambios en los hábitos de consumo
de los sectores medios y bajos. Para que el presupuesto alcance
hasta fin de mes, están dejando productos de marcas líderes
por otros de segundas marcas, que tienen precios de hasta un 70
por ciento más baratos. Cash tuvo acceso a un informe de
AC Nielsen, la consultora más importante que se ocupa del
mercado de consumo, que revela que en los últimos tres
meses el 51 por ciento de los consumidores compraron productos
de segundas marcas, casi el doble que hace dos años, cuando
comenzó la recesión. Los bienes que lograron una
mayor penetración en el mercado fueron lácteos y
gaseosas. Las marcas líderes están en una encrucijada.
A pesar del bombardeo publicitario con que las empresas intentan
defenderlas, la recesión económica les está
ganando la batalla. Las marcas propias de los supermercados encabezan
el avance de las segundas y, según los especialistas, van
camino a liderar el mercado en las líneas de la canasta
básica familiar de alimentos.
Los productos de marcas desconocidas se venden, en promedio, a
precios un 40 por ciento más baratos que los líderes.
Así, una familia que gastaba 400 pesos por mes en comestibles
de primeras marcas y cambió por las más económicas,
disminuyó sus gastos medios en ese rubro en 160 pesos,
sin reducir la cantidad consumida. Más de la mitad de los
que eligen comprar más barato pertenecen al sector de menores
ingresos, que los especialistas en marketing clasifican como D
y E. Y un 30 por ciento son de clase media y media baja, designados
como C1 y C2. La pérdida de poder adquisitivo los obligó
a reasignar sus escasos recursos. El último informe del
INdEC reveló que en el primer cuatrimestre del año
la facturación de los supermercados disminuyó un
1 por ciento, con respecto al mismo período de 1999. Pero
la venta en unidades aumentó 3,1 por ciento. A pesar de
la recesión, los consumidores pudieron comprar más
productos por elegir las marcas de menor precio.
Si lo venden en el supermercado debe ser bueno, confió
un cliente de Norte a Cash, refiriéndose al dulce de leche
El Nativo, que cuesta 85 centavos; menos de la mitad que la marca
líder, que se vende a 1,99 peso. El 46,4 por ciento de
los comestibles despachados en el último trimestre correspondieron
a más de 500 marcas diferentes, todas escasamente conocidas.
El pelotón de las no líderes lo encabezan las marcas
propias de los supermercados, que concentran el 15 por ciento
de ese total. El trabajo de forjación de imagen que
hicieron las cadenas fue tan importante que lograron trasladar
ese prestigio institucional a todas las marcas que comercializan,
señaló a Cash Marcela González Arcila, directora
de la consultora GEA, Estudios de Mercado, quien elaboró
un estudio de este fenómeno con Valeria De Urraza. Una
vez que los consumidores comprobaron que no había grandes
diferencias de calidad entre primeras y segundas marcas, adoptaron
las más baratas, que luego compraron también en
los almacenes de barrio, completó.
Hace sólo dos años los investigadores de mercado
aseguraban que los consumidores nacionales se caracterizaban por
su fidelidad a las marcas. Según AC Nielsen, hasta 1998
las pocas personas que probaban otras opciones eran, en su mayoría,
jóvenes menores de 25 años, con una mayor predisposición
al cambio. Un año después, con la recesión
ya instalada, la encuesta anual de la consultora demostró
que las mujeres y las personas de entre 26 y 35 años estaban
consumiendo segundas marcas. Las parejas de esa edad son
las que tienen hijos pequeños. Si le dieron esos productos,
significa que ya están instalados en la canasta familiar,
explicó a CashPablo Azcárate, gerente de Estudios
Especiales de AC Nielsen. En el último muestreo la consultora
detectó que también los consumidores mayores de
35 años, los más experimentados y de mayor poder
adquisitivo, están eligiendo marcas menos conocidas. Por
eso pensamos que la nueva tendencia está totalmente instalada,
aseguró Azcárate.
Las gaseosas de segundas marcas, que hace dos años sólo
representaban el 7 por ciento del mercado, ahora participan con
el 40. En 1998 sólo el 9,6 por ciento de los padres compraban
a sus hijos lácteos no líderes; en el último
trimestre lo hicieron el 43,5 por ciento. Esta tendencia se va
consolidando, dicen los especialistas, ya que los consumidores
piensan que la calidad de las segundas marcas no difiere de las
líderes. La percepción de los consumidores
es que en los últimos años se ha producido una democratización
de productos y servicios de primera necesidad, aseguró
a este suplemento Marcela González. La tecnología
está tan difundida que piensan que no puede haber diferencia
entre un producto y otro.
El mercado de las gaseosas confirma esa percepción. La
empresa Cirsa, que hasta 1998 producía Coca Cola, está
embotellando la marca Harlem para Carrefour, Bells para
Disco, Great Value para Wall Mart y Norte para la cadena del mismo
nombre.
Las empresas de las marcas líderes están en la disyuntiva
de fabricar para que los supermercados vendan con sus propias
marcas. Si aceptan la presión de las cadenas, contribuyen
al crecimiento de las marcas de los súper en detrimento
de las suyas, que al disminuir su participación en el mercado
van perdiendo su valor-marca. Si no lo hacen, abandonan un importante
volumen de producción, necesario para mantener su infraestructura.
Algunas empresas, en un intento por diferenciarse de las segundas
marcas, lanzaron al mercado productos premium supuestamente
fabricados con materias primas de mayor calidad, presentados
en modernos envases y publicitados como símbolos de prestigio.
Así consiguieron mantener la fidelidad de los consumidores
de mayores ingresos. Pero el sector ABC1 es sólo el 10
por ciento de la población. Para recuperar a las clases
media y baja muchos proveedores están ofreciendo sus propias
segundas marcas, a precios inferiores a los de sus productos tradicionales.
Pero no logran imponerlas, porque siguen siendo igualmente más
caras que las otras y, entre dos marcas desconocidas, el consumidor
opta por la más barata.
El avance de las marcas de los supermercados sobre las líderes
se desarrolló, hasta ahora, con el único argumento
del menor precio. El 63 por ciento de los consumidores de productos
de segundas marcas afirma que las eligen porque cuestan menos.
Los especialistas afirman que pronto comenzará una segunda
etapa, en la que las cadenas van a posicionar sus marcas propias,
con campañas de marketing directo, dentro de sus salones
de ventas, basadas en degustaciones, regalos y sorteos. Así
esperan vencer la resistencia de los pocos que aún son
fieles a las primeras marcas y transformarse en líderes
de la mayoría de los bienes de la canasta básica
de alimentos.
MARCELA
GONZALEZ directora de la consultora GEA
Ya
no hay adhesiones incondicionales
¿Se
acabaron los consumidores fieles a una marca?
Se acabaron los ciudadanos fieles. Ya no hay
adhesiones incondicionales ni a los partidos políticos
ni a los canales de televisión ni a las radios. Si
ya no hay vínculos perdurables en nada, por qué
las empresas esperan que la gente sea fiel a una marca de
jabón. La cultura del zapping los pasó por
arriba.
¿En cuánto incide la escasez de recursos
en la decisión del cambio?
La pérdida del poder adquisitivo es el
disparador. Además, hoy el ingreso familiar tiene
que ser compartido por una cantidad de productos antes impensados.
Hay tanto estímulo al consumo, que compiten la manteca
con el yogur, con el helado, que se vende todo el año,
y hasta con las nuevas golosinas, que se publicitan como
ricas en vitaminas. La gente necesita obligadamente reorganizar
sus hábitos de consumo.
¿Es un fenómeno nuevo que las familias
de clase media reemplacen los productos de marca que consumen
sus hijos por otros de menor precio?
Se resistieron durante mucho tiempo, pero, una
vez que comprobaron que no estaban resignando calidad, entraron
en el cambio. Primero incluyeron en el menú hamburguesas
y helados de marcas no líderes. Y el año pasado
incorporaron los lácteos y las gaseosas. Ahora ya
están convencidos de que mayor precio no significa
mejor calidad.
¿Cómo responden las empresas líderes
a esa nueva tendencia?
Depende. Muchos gerentes viven en un taperware. Otros
están reaccionando. Durante los últimos años
muchos bajaron la calidad para reducir costos y ahora se
encuentran con que no pueden diferenciarse de las segundas
marcas. Por eso están trabajando en mejorar los productos
y reducir los costos. El consumidor es cada vez más
exigente y no está dispuesto a pagar por algo más
de lo que vale.
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PABLO
AZCARATE gerente de AC Nielsen
Todo
comenzó con la recesión del 98
¿Por
qué creció tanto la cantidad de consumidores
que compran segundas marcas?
El proceso de cambio de marcas líderes
por otras de menor precio se disparó a partir del
comienzo de la recesión económica en 1998
y se consolidó en los años posteriores. Pero
también hubo razones de mercado que permitieron a
las segundas marcas, y principalmente a las propias de supermercados,
posicionarse muy rápidamente. Las cadenas son hoy
más poderosas y más prestigiosas que la mayoría
de las empresas productoras. Y las más grandes están
ofreciendo más de 700 marcas propias. Como ellos
son los dueños de las góndolas, ubican sus
productos en los mejores lugares de los salones de venta,
donde saben que se vende más.
¿Cuando los consumidores ven que un producto cuesta
menos no lo relacionan con una calidad inferior?
La gente sabe que el supermercado no va a fabricar
700 productos distintos. Por eso se da cuenta de que los
productos son fabricados por los mismos que envasan las
marcas líderes. Además, están convencidos
de que las cadenas no arriesgarían su prestigio vendiendo
bienes de baja calidad. Así se animaron a incluir
entre sus compras otras segundas marcas que terminaron adoptando.
Y si la tendencia se sigue acentuando es porque, luego de
probarlos, comprobaron que estaban en lo cierto.
¿Las marcas líderes van a seguir perdiendo
mercado?
Todo indica que sí. La unión de
las cadenas francesas Carrefour y Promodes va a potenciar
el crecimiento de los Hard Discount, que son muy exitosos
en Europa. Son pequeños autoservicios que venden
casi todos productos de marcas propias. Van a abrir cientos
de locales de menos de 250 metros en todos los barrios.
Además, las cadenas van a empezar a invertir en promocionar
el desarrollo de sus marcas, que hasta ahora sólo
crecieron a fuerza de bajos precios. Los supermercados tienen
la posibilidad de organizar campañas de marketing
directo en sus propios salones, que operan sobre el momento
mismo de la venta, a muy bajo costo.
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