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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
04 JUNIO 2000








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


Obediencia fiscal

Suena provocativo, es antipático decirlo y hasta puede sonar a burla hacia los miles que marcharon con frío y mucha bronca. Pero el eje del conflicto económico y social que irrumpe en estos días de ajuste no es el Fondo Monetario Internacional. Los símbolos son importantes para articular voluntades e intentar construir una conciencia social que permita cambiar el cuestionado modelo económico. Pero cuando ese símbolo desvía la atención a lo secundario obviando lo principal se transforma en funcional a los intereses del poder económico. La identificación equivocada del objetivo es la forma más ingenua de beneficiar a quienes desde la mitad de la década del ‘70, con militares, radicales, peronistas y ahora aliancistas, se han enriquecido permanentemente succionando recursos del Estado y del resto de la sociedad. Y aquellos que se han beneficiado están dentro del país, no fuera. Como broche de la manifestación contra el FMI, que vale mencionar apenas representa el 5 por ciento del total de la deuda externa del país, el titular de la CGT disidente, Hugo Moyano, convocó a “la desobediencia fiscal”. Es fácil imaginarse cómo se estarán regodeando con ese llamado y la posterior polémica financistas, empresarios y personas acaudaladas que tienen como deporte evadir el pago de impuestos.
Basta con pensar un poco la estructura tributaria para darse cuenta de que asalariados de hasta 1500 pesos y, obviamente, todos los empleados en negro no pagan Ganancias ni Bienes Personales. Y que el IVA e Internos están integrados a los precios de los bienes que compran y, por lo tanto, no pueden negarse a pagarlos. Suena ridículo pensar ante la compra de una gaseosa en decirle al almacenero que no cobre el IVA porque uno es un desobediente fiscal.
Más bien la convocatoria de Moyano sería asumida, y en los hechos la practican, por el sector económico privilegiado de este modelo. Aquí van algunos datos para ilustrar la miopía de esa arenga que ignora la dinámica del proceso económico y social que ha llevado al país a una obscena desigualdad en los ingresos.
n Gran parte de la fuga de capitales se explica por la evasión impositiva. Los argentinos tienen activos en el exterior por 105 mil millones de dólares, según estadísticas oficiales. Pero tanto en Economía como consultores independientes estiman ese monto en, por lo menos, 150 mil millones de dólares (nota de tapa del Cash del 21 de mayo pasado).
n La evasión en el Impuesto a los Bienes Personales (vulgo, riqueza) es escandalosa. Más de 1,5 millón de personas de ingresos medios y altos deberían pagar, pero apenas 370 mil personas lo hacen (nota de tapa del Cash del 7 de mayo pasado). El impuesto a la riqueza es el gravamen más progresivo del actual sistema tributario, porque sólo lo pagan los que cuentan con un capital importante. El incumplimiento de esa obligación fiscal por parte de los que más tienen obliga al Estado a cobrar más impuestos al resto de la sociedad. Por ejemplo, el IVA del 21 por ciento. La recaudación de Bienes Personales de 1999 fue de 545 millones de pesos. Varios tributaristas calculan la evasión en más de 1500 millones de pesos, monto que evitaría los recientes ajustes fiscales.
n Entre 1996 y 1998 la evasión del Impuesto a las Ganancias por parte de las empresas aumentó en forma impresionante, según un documento de la Alianza preparado antes de asumir el Gobierno. En ese período, bajo la conducción del cuestionado Carlos Silvani, la tasa de incumplimiento pasó del 48 al 57 por ciento. Si se hubiera mantenido el poco ambicioso objetivo de mantener ese elevadísimo porcentaje de incumplimiento, entonces hoy el Estado estaría cobrando de las empresas 4400 millones más.
La lista de inequidades impositivas es más extensa. La renta financiera no paga Ganancias; las privatizadas son un nicho privilegiado; la rebaja de aportes patronales significó una impresionante transferencia de recursos a las empresas, al tiempo que desfinanció al sistema previsional. ¿No resultaría más provocador y desafiante reclamar obediencia fiscal?