SE
ALEJA EL FANTASMA DE UNA SUBA DE LA TASA INTERNACIONAL
Sube la temperatura en el recinto
La
economía estadounidense muestra signos de enfriamiento, lo
que frenaría a la Fed a aumentar la tasa. En ese escenario,
el ajuste fiscal es saludado con entusiasmo por el mercado.
Empezó
junio y el invierno golpea a las puertas. Pero en la city, los financistas
se están preparando para vivir un veranito. Después
de un comienzo de año traumático, la posibilidad de
que Estados Unidos le ponga un freno a la tendencia alcista de la
tasa de interés renovó la esperanza de los operadores.
Una buena entre tanta malaria.
La globalización y la Convertibilidad sujetan a la economía
argentina al vaivén de la estadounidense. Más allá
de los planes y las medidas que José Luis Machinea dicte
desde el Palacio de Hacienda, el resultado de su gestión
estará condicionado a la marcha de Estados Unidos. Y más
precisamente de Alan Greenspan, el titular de la Reserva Federal
(banca central estadounidense). Visto desde la Argentina, el banquero
se ha convertido en una especie de administrador de oxígeno.
Si pulsa el botón A (aumento del costo del dinero), habrá
menos aire para repartir entre los emergentes y podría provocarles
un ahogo. Si, en cambio, aprieta el B (mantiene o baja la tasa de
interés), permitirá un bombeo de oxígeno hacia
países como la Argentina, que dependen de la llegada de capitales
como las personas del aire puro para sobrevivir.
Después de haber subido la tasa seis veces consecutivas,
los operadores se entusiasman con la posibilidad de que el martes
27, cuando Greenspan deba volver a optar por el botón A o
el B, se incline por el segundo. O, si finalmente decide por el
primero, al menos dé una señal clara de que no volverá
a hacerlo durante el resto del año. Hay razones para hacerse
ilusiones. La economía estadounidense ha empezado a dar indicios
de enfriamiento. Y ésa es la mejor noticia tanto para los
financistas como para el equipo económico. Sin el fantasma
de la inflación, Greenspan podría dejar las cosas
como están.
El dato no es menor. Hay una larga lista de factores negativos que
se desencadenan cada vez que el tío Alan echa mano a un endurecimiento
de la política monetaria.
n Por cada punto que sube la tasa en Estados Unidos, a Machinea
se le esfuman unos 200 millones de pesos ante el encarecimiento
en el costo del financiamiento de la deuda. Un monto nada despreciable
en medio del ajuste.
n Aunque a ese golpe le debe añadir el hecho de que los títulos
de deuda argentinos pierden atractivo para los inversores internacionales,
quienes preferirán resguardar sus fondos en los cada vez
más rentables (y seguros) bonos estadounidenses.
n Y, por si fuera poco, cada alza de la tasa termina fortaleciendo
al dólar frente a las demás monedas duras, lo que
hace menos competitivos a los productos argentinos.
Todos estos motivos son suficientes para alimentar la esperanza
de que, si Greenspan se queda quietito, en la city disfruten de
un veranito.
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