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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
11 JUNIO 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Rodríguez, el de Rodríguez

Cuando se esperaba la designación de una figura potente al frente de la AFIP en reemplazo de Carlos Silvani, el elegido fue Héctor Rodríguez, un abogado que escogió crecer en política con su blasón de técnico. Obviamente, permanecer en el atalaya de la Secretaría Legal y Técnica de Presidencia resultaba mucho más funcional a sus planes que convertirse en el gran recaudador de gabelas de la República, función en la que hay que ejecutar políticas dictadas por otros, someterse a presiones de arriba (a quién apretar y a quién no) y exponerse a un veloz desgaste si no se junta la plata que necesita Economía para apaciguar al FMI. Razones todas que explican su resistencia a la designación. Aunque Rodríguez ocupó en las dos últimas décadas puestos significativos, nada impidió que mantuviera su bajo perfil. Encolumnado en la corriente de Jesús Rodríguez, durante el alfonsinismo condujo la Sigep (Sindicatura General de Empresas Públicas), sin destapar ninguna gran olla. Ya en el menemismo, fue asesor radical –vía senador Mazzucco– de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Privatizaciones (que, no por culpa de Rodríguez ciertamente, no sirvió para evitar ningún desquicio). Votada la nueva Constitución, en 1994 se convirtió en uno de los siete auditores de la parlamentaria Auditoría General de la Nación, cargo en el que respetó la nefanda regla del consenso, convenida por justicialistas y radicales para no pisarse la manguera entre ellos. Como asesor suyo en la AGN nombró a Alfonso de la Rúa, sobrino de Fernando, quizá para tener cerca de él ese estratégico apellido. Efectivamente, cuando Chupete asumió como burgomaestre en 1996, le encargó a Rodríguez armar una sindicatura para la ciudad, y al conquistar la Rosada le encomendó trabajar con Marcos Makón en reformar la Ley de Ministerios. Este es el gladiador elegido por el Gobierno para combatir la evasión y elusión impositiva, la crisis de la recaudación previsional, el contrabando, la subfacturación de importaciones y otros males, remontando el previsible fracaso de estos primeros seis meses.