|
|
|
¿Quién
gana?
Por
Roberto Navarro
No
fue casual que la desregulación de obras sociales haya
sido anunciada por el ministro de Economía. El mensaje
era para el establishment local y los inversores internacionales,
más que para los trabajadores. Y también para cumplir
con uno de los reclamos del Banco Mundial y el Fondo Monetario,
organismos que tienen su receta de salud para los países
subdesarrollados: abrir ese mercado a capitales privados y terminar
con el régimen de aportes solidarios. Los especialistas
coinciden en que las obras sociales están al borde del
abismo. La desocupación, el trabajo en negro, la rebaja
de los aportes patronales, el aumento de los costos de salud y
el mal manejo de los fondos por parte de los sindicatos desfinanciaron
al 95 por ciento de las entidades gremiales. Pero la solución
planteada por el Gobierno no conformó a nadie. Cash consultó
a todos los sectores. La pregunta fue: ¿la reforma favorece
a los trabajadores? Los sanitaristas independientes y de la misma
Alianza afirmaron que el programa propuesto ahondará la
desigual distribución del ingreso. Los representantes de
las prepagas sostuvieron que, en las condiciones establecidas
en el decreto, es imposible brindar un seguro de salud. Para los
sindicalistas, los privados sólo atenderán a los
que ganan más. Obviamente, solamente el ministro de Salud,
Héctor Lombardo, y el superintendente, Rubén Cano,
aseguraron que los trabajadores se verán beneficiados porque
podrán elegir el mejor seguro de salud, entre prepagas
y obras sociales.
El sistema de salud en Argentina está en estado desesperante:
el 50 por ciento de la población no tiene seguro de salud,
ni social ni privado; se atiende en hospitales públicos
provinciales y municipales, que operan con presupuestos paupérrimos,
y dan turnos para consultorios, análisis clínicos
y hasta para intervenciones quirúrgicas para dos meses.
Otro 43 por ciento está afiliado a una obra social. Pero,
según el Ministerio de Salud, el 95 por ciento de esas
entidades tienen problemas financieros que les impiden cumplir
con los requerimientos de sus afiliados. Los dos millones de personas
que son socias de empresas de medicina prepaga tampoco están
conformes. El 43 por ciento de los reclamos que reciben las organizaciones
de defensa del consumidor son quejas por incumplimientos de contratos
por parte de las prepagas. Para completar el cuadro, la tercera
parte de la población no consume medicamentos porque no
puede pagarlos por sus altísimos precios.
El plan del Gobierno sólo ataca el problema de los que
tienen obra social. La idea es que los trabajadores dispongan
de sus aportes personales para elegir entre todas las obras sociales
y las prepagas que quieran entrar en el negocio. Se incrementa
el Fondo Solidario de Redistribución a 550 millones de
pesos anuales (antes era de 360 millones), que ahora se conformará
con el 10 por ciento de los aportes de los que ganen hasta 700
pesos, el 15 por ciento de los que ganen hasta 1500 y el 20 por
ciento de los que superen ese ingreso. Con el fondo se asegura
que todos los trabajadores dispongan de un mínimo de 20
pesos por beneficiario (ejemplo: si son cuatro de familia, 80
pesos) y se contratará un seguro para tratamientos más
caros.
Para que la competencia sea pareja, el Gobierno envió al
Congreso una ley, que ya tiene media sanción en el Senado,
que regula la actividad de las prepagas, imponiéndoles
las mismas obligaciones que a las entidades sindicales.
El Gobierno decidió lanzar la reforma mediante un decreto
de necesidad y urgencia porque estaba seguro de que la noticia
sería recibida con beneplácito por los trabajadores.
La mayoría está afiliado a obras sociales que prestan
servicios deficitarios. El anuncio, entonces, les abre la expectativa
a una mejor atención sanitaria. Pero los especialistas
son menos optimistas: Ninguna prepaga va a ofrecer un plan
completo de salud por 20 pesos, aseguró a Cash Ginés
González García, director de la Fundación
Isalud, el más importante instituto de investigación
y estudios de posgrado de medicina del país (ver recuadro).
A su vez, las cámaras que agrupan a las compañías
privadas ya iniciaron una fuerte campaña para que se reduzca
el alcance del Programa Médico Obligatorio (PMO), que tanto
prepagas como obras sociales deben ofrecer a sus afiliados.
Con un solo movimiento el Gobierno obtuvo dos resultados que considera
importantes: cumplir con una de las exigencias del Fondo Monetario
Internacional y darles el golpe de gracia a las obras sociales,
que fueron utilizadas históricamente por los sindicatos
para hacer caja. Aunque el ministro de Salud insiste en que el
nuevo plan es progresista, porque les da a los trabajadores la
posibilidad de elegir, muchos especialistas, incluso de la misma
Alianza, piensan que la reforma va a acabar con una de las pocas
instituciones solidarias que quedan en la sociedad argentina y
que va a generar una mayor desigualdad entre ricos y pobres.
HECTOR
LOMBARDO, MINISTRO DE SALUD
El
sistema nunca fue totalmente solidario
Por
qué propusieron un sistema en el cual los trabajadores
disponen de sus aportes individualmente, en vez de fortalecer
el de obras sociales, con aportes solidarios?
En el país el sistema nunca fue totalmente solidario,
porque siempre hubo obras sociales buenas y malas. El gobierno
anterior permitió la posibilidad de elegir libremente entre
todas las entidades sindicales y fracasó, porque migraron
los afiliados de mayores recursos y desequilibraron el sistema.
Pero, además, estamos seguros de que la gente prefiere
utilizar sus propios aportes y elegir entre todas las prestadoras
de salud, incluyendo las privadas.
¿Cómo saben lo que quiere la gente si ni siquiera
escucharon la opinión del Congreso? Prefirieron recurrir
a un decreto.
La gente votó a un gobierno y ésta es
nuestra política, que, además, estaba claramente
explicitada en la plataforma electoral. Y si salió por
decreto fue porque la ley de regulación de prepagas, imprescindible
para permitir la libre competencia, estuvo dos años en
el Parlamento sin ser votada. Si queríamos comenzar en
enero próximo, tenía que promulgarse ya mismo. La
salud de la gente no puede esperar.
Las prepagas afirman que con 20 pesos no se cubre un seguro
de salud y que es irracional aceptar a gente enferma de entrada.
Si en el PAMI, con una población anciana, se
puede atender a la gente con 20 pesos, más aún con
una variedad de afiliados como la de una familia de los trabajadores.
Habrá prepagas que quieran entrar y otras que no, según
al objetivo de consumidores al que apunten. Además, tendrán
que mejorar su eficiencia. No fue nuestra idea diseñar
un negocio para los privados. En cuanto a los afiliados con problemas
de salud, las obras sociales los aceptan, lo irracional sería
permitir que las prepagas no lo hiciesen.
Para los especialistas, lo que se viene en los próximos
meses es una puja con las prepagas para que el ministerio flexibilice
alguna de las variables del negocio para hacerlo más rentable.
No vamos a modificar los montos mínimos asegurados
por beneficiario ni la obligación de aceptar afiliados
con alguna dolencia de inicio. En cuanto al Programa Médico
Obligatorio, vamos a trabajar para que sea lo más transparente
posible y no dé lugar a falsas interpretaciones. Pero no
vamos a flexibilizarlo.
¿Por qué el plan de salud fue anunciado por el
ministro de Economía?
El programa se incluyó dentro de un grupo de
anuncios que el Presidente decidió que fueran difundidos
por Economía, pero el encargado de explicarlo soy yo, el
ministro de Salud. Además, ésta es sólo una
parte del programa. También estamos trabajando en el plan
piloto de médicos de cabecera para todo el país.
De la misma manera que mejoramos la atención sanitaria
de la población de la ciudad de Buenos Aires, lo haremos
con todos los habitantes del territorio nacional.
GERARDO
MARTINEZ Secretario General de la UOCRA
Van
a mercantilizar un sistema solidario
La
propuesta del Gobierno no es para reconstruir el sistema
de salud, sino para regalarles a las multinacionales un
mercado de 12 millones de trabajadores. Van a mercantilizar
un sistema solidario, que es histórico en el país,
y que contribuyó a mantener una sociedad más
igualitaria. Lamentablemente, algunos compañeros
hicieron arreglos con compañías privadas que
abrieron el camino para que el Gobierno se justifique diciendo
que los trabajadores ya estaban pasando a las prepagas.
Pero eran una minoría. Tampoco es cierto que los
problemas financieros de las obras sociales fueron causados
por un mal manejo de los sindicatos. La decadencia comenzó
luego de las intervenciones que instrumentó el gobierno
militar y que duraron hasta bien entrada la década
del 80. Una propuesta progresista hubiera sido perfeccionar
el sistema de aportes solidarios y no ir hacia una organización
egoísta como la que presentaron. Seguramente las
prepagas no van a aceptar a todos los trabajadores, sino
sólo a los que ganan más. El resto quedará
en su obra social. Nuestro desafío es armar una gran
entidad, que englobe a todos los gremios y sea capaz de
competir con los privados. Podemos hacerlo, porque tenemos
la ventaja de que las obras sociales son entidades sin fines
de lucro.
|
GINES
GONZALEZ GARCIA Director de Fundación Isalud
No
es una reforma sanitaria, es financiera
¿Es
positivo para los trabajadores la reforma al régimen
de obras sociales?
El plan fue lanzado con una sobreactuación
enorme con respecto del cambio real. En la práctica,
la única variación será que con el
aumento del fondo solidario va a haber un mínimo
de 50 pesos por familia en lugar de 40. El ministro afirma
que los 20 pesos por beneficiario significan 80 pesos de
promedio por familia, pero sabe que la media del sistema
son 2,5 personas por grupo familiar. Y 20 pesos por 2,5
da 50.
Pero los trabajadores van a poder elegir una prepaga.
Las empresas privadas van a seguir recibiendo a los
empleados de altos ingresos y buena salud como hasta ahora.
Con el resto van a encontrar la manera de sacárselos
de encima. Ninguna empresa está dispuesta a ofrecer
servicios de salud por 20 pesos. De esta manera legalizamos
la diferencia entre ricos y pobres y blanqueamos una situación
que ya estaba ocurriendo.
El superintendente de Salud afirma que puede controlar la
equidad de las prepagas en el trato con todos los afiliados.
Regular y controlar la atención médica
de 12 millones de personas es una tarea muy compleja, de
un costo enorme, que se va a quedar con una porción
importante del presupuesto de salud y no va a dar ningún
resultado. En la forma en que está planteado el negocio,
las empresas que entren lo harán sabiendo que no
van a cumplir con los afiliados de menores aportes.
¿Qué otra posibilidad había?
El mejor sistema de salud del mundo es el canadiense,
que no permite la existencia de medicina prepaga, porque
genera diferencias. Tienen un seguro universal por medio
de obras sociales, financiado por trabajadores y patrones.
En Alemania funciona de manera parecida. Nosotros estamos
yendo hacia el modelo chileno o colombiano, como el que
receta el FMI. En realidad lo que anunció el Gobierno
no es un programa sanitario. Es una reforma financiera.
|
PABLO
GIORDANO Asociación de
Empresas de Medicina Prepaga
Así,
nadie querrá entrar en el negocio
Si
las prepagas entran en competencia bajo las condiciones
en que salió el decreto, quiebran todas. Es imprescindible
que exista un período de carencia, durante el cual
no se exijan determinadas prestaciones, y hay que eliminar
la obligación de afiliar a las personas que ya padecen
de patologías severas. Si una persona se asocia cuando
está enferma, no está contratando un seguro,
sino un servicio. Es un concepto distinto. En los últimos
años algunas empresas realizaron acuerdos con obras
sociales que derivaron grupos completos de afiliados. Ahora
será distinto, porque los beneficiarios vendrán
de manera individual. Así serán los afiliados
menos rentables los que saldrán a la búsqueda
de las mejores empresas, que se encontrarán con una
avalancha de trabajadores de bajos ingresos e inmediatas
necesidades de atención. También habrá
que reformar el PMO. Si se exige cumplir con el actual con
una cuota de 20 pesos, nadie querrá entrar en el
negocio. El Gobierno afirma que debemos competir con las
obras sociales en las mismas condiciones y eso está
bien. Pero esas condiciones deben ser reformadas, porque
así es como la mayoría de las entidades sindicales
fueron a la quiebra. Además, las obras sociales suelen
dilatar las intervenciones quirúrgicas, suspender
la provisión de medicamentos y otros recursos para
equilibrar las cuentas a los que nosotros no vamos a recurrir.
|
ALDO
NERI Ex ministro de Salud de Alfonsín
Es
una reforma parcial
Lo
importante no es si se les está dando un negocio
a las empresas privadas. Tampoco si forma parte de una pulseada
entre el Gobierno y los sindicatos. Lo que hay que dilucidar
es cómo afecta a la gente. Para empezar, es una reforma
parcial, porque actúa sólo sobre los que tienen
trabajo. Tiene tres componentes positivos: la libertad de
elección, el fortalecimiento del fondo solidario
y el hecho de que no puede haber rechazos por enfermedad.
Pero incluye un elemento negativo, que para muchos puede
pasar desapercibido, y que anula todo lo bueno y la convierte
en una falsa apertura de mercado: no obliga a las prepagas
a ofrecer un programa único. Así abre la posibilidad
a que los privados ofrezcan planes alternativos. Ese es
un elemento extremadamente peligroso. Las empresas van a
brindar un PMO incompleto, porque la salud da innumerables
posibilidades para burlar reglas. Por ejemplo, postergar
turnos de consultas o estudios, tener pocas farmacias adheridas
en las que los afiliados puedan comprar con descuento y
mil artilugios más. Al mismo tiempo van a lanzar
sus campañas de marketing ofreciendo planes alternativos
por unos pesitos más. Así ocurre en Chile,
en donde las prepagas tienen más de 20 planes distintos.
Yo doy siempre el ejemplo de la educación, que es
más fácil de graficar: las empresas cumplen
con un plan mínimo, que incluye un aula con 60 chicos,
con una maestra de 60 años y una computadora para
todos. Pero a la vez ofrecen un aula de 20 chicos, con tres
maestras jóvenes y computadoras personales. En temas
como la salud y la educación no se puede jugar con
la dignidad de la gente. Lamentablemente está triunfando
la receta del FMI, que aconseja crear competencia como herramienta
para lograr bajar el gasto en salud, que en todo el mundo
está aumentando de una manera impresionante, y liberar
al Estado de la obligación de subsidiar a las obras
sociales con dificultades, como lo viene haciendo. Espero
que en la reglamentación del decreto se modifique
la posibilidad de ofrecer planes alternativos.
|
RUBEN
CANO Superintendente de Servicios de Salud
No
hay que subestimar a la gente
El anuncio
de libre competencia de obras sociales y prepagas despertó
expectativas entre mucha gente, que piensa que ahora podrá
atenderse en sanatorios de primer nivel. ¿No habría
que presentarlo de una manera más realista?
No veo por qué. Las prepagas que entren en
el negocio, que no dudo que serán muchas, tendrán
que ofrecer a sus socios los mejores servicios, para cumplir
con el PMO y competir en el mercado.
¿Por qué una empresa que está cobrando
70 pesos, o más, por socio, va a ofrecer el mismo
servicio por 20 pesos?
Primero hay que aclarar que 20 pesos es el mínimo
por beneficiario, pero el promedio de las obras sociales
es de 30 pesos. Luego, hay que pensar que se está
abriendo el mercado para el ingreso de 12 millones de clientes
potenciales. La mayoría va a querer entrar. Y si
lo hacen, van a tener que cumplir con un PMO muy completo,
que será igual para todos. No digo que va a cubrir
una cirugía estética para aparentar menor
edad, pero va a satisfacer perfectamente las necesidades
de salud.
Sin un marco regulatorio que defina los derechos de los
socios, las prepagas son objeto del 43 por ciento de las
quejas que reciben las organizaciones de defensa del consumidor,
¿cómo van a hacer para controlarlas?
La Superintendencia de Servicios de Salud tendrá
un mayor presupuesto para desarrollar esta tarea. Pero,
además, no hay que subestimar a la gente. El que
no esté conforme se irá a otra prepaga o a
una obra social. La competencia hará que funcione
el sistema.
¿Podría generarse una situación como
la del mercado de AFJP, que compiten por marketing y no
por precio?
Vamos a establecer reglas muy claras en cuanto a la
publicidad que estamos dispuestos a permitir y la que no
vamos a tolerar. No es lo mismo vender salud que lapiceras.
El hecho de que los organismos de control del país
no hayan cumplido con sus funciones en el pasado no significa
que nosotros vayamos a hacer lo mismo. Merecemos un voto
de confianza.
|
|
|