El
amigo americano
Resulta fácil,
previsible, hasta un lugar común escandalizarse ante las
presiones que la embajada de Estados Unidos ejerce sobre los gobiernos
de turno. Igualmente no deja de sorprender cuando esas presiones
por temas económicos se hacen abiertamente. Y es más
asombroso aún cuando el Gobierno, la oposición e incluso
las partes afectadas no alzaron sus voces ante el desafío
del encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, V. Manuel
Rocha. El amigo americano publicó hace dos viernes en La
Nación un nota editorial con el sugestivo título Socios
económicos estratégicos. Definida la desregulación
telefónica, inicialmente a favor de las compañías
estadounidenses, y derivada la disputa por las patentes a la Organización
Mundial de Comercio, el principal tema pendiente es el negocio aerocomercial
con el acuerdo de Cielos Abiertos. Y esa preocupación de
Rocha quedó reflejada al ocupar la mitad de su nota en mostrar
las bondades de abrir el mercado aéreo. No asombraría,
en todo caso, si se hubiera referido solamente a las supuestas bondades
de ese acuerdo que, en definitiva, conviene a las empresas aéreas
de EE.UU. y sería un mazazo para Aerolíneas Argentinas.
Pero lo insólitamente provocador fue que para sostener la
necesidad de avanzar en Cielos Abiertos no se inhibió de
sugerir cómo relocalizar al personal de la compañía
local, dándole así el acta diplomática de defunción.
Vale la pena extenderse en la línea argumental de Rocha.
Quien actúa de virtual embajador de EE.UU. en Argentina desde
1997 siente que desafortunadamente mucha gente ha visto
el acuerdo de Cielos Abiertos como un golpe mortal para
Aerolíneas Argentinas. Que en realidad el acuerdo representa
una oportunidad de cooperación estratégica y mutuamente
beneficiosa entre nuestros dos países y sus aerolíneas.
Que el acuerdo eliminará gradualmente los límites
a los vuelos de pasajeros y de carga entre Estados Unidos y Argentina.
Y que esa mayor cantidad de servicios implicarán una baja
de las tarifas de los pasajes y el consiguiente aumento del turismo.
Después continúa con las ventajas competitivas, con
la posibilidad de desarrollo turístico de la Patagonia y
el Noroeste y la potencialidad de alianzas estratégicas entre
las varias compañías aéreas argentinas (Lapa,
Dinar, Southern Winds y otras) con socios norteamericanos.
Finalmente, Rocha se refirió a Aerolíneas Argentina.
Va textual: Los problemas recientes de Aerolíneas Argentinas,
incluso aquellos con American Airlines, no deben cegarnos para otras
posibilidades. El desarrollo de sólidas compañías
aéreas argentinas podría ofrecer puestos de trabajo
a muchos de los competentes empleados que ahora están amenazados
por la frágil situación de Aerolíneas Argentinas.
Frágil situación que Rocha sabe que Cielos Abiertos
terminará por romper. Por ese motivo, su propuesta bondadosa
para los trabajadores.
Rocha menciona al pasar la administración de American Airlines
en Aerolíneas como si se tratara de una empresa que no es
estadounidense, y que no se beneficiaría con Cielos Abiertos.
Sin vendas en los ojos vale la pena recordar al menos dos de las
iniciativas de American en ese camino, compartido con los españoles
de Iberia, de destruir Aerolíneas. Durante su gestión
que comenzó en octubre de 1998 y culminó hace pocos
meses, American redujo el ya muy escaso patrimonio empresarial vendiendo
la mitad de la participación de Aerolíneas en Buenos
Aires Catering y cambió el sistema de reservas de pasajes
vigente por el Sabre tk2 (cuando el más moderno y en uso
es el tk7). El detalle es que ese nuevo sistema pertenecía
a la misma corporación (AMR) que controla American, programa
por el cual Aerolíneas pagó 25 millones de dólares,
el mismo monto que American había desembolsado para ingresar
en Aerolíneas.
Los españoles de Iberia hicieron desastres y American Airlines
no se quedó atrás. El Gobierno tiene ahora la oportunidad
de curarse de la ceguera y probar otra alternativa a la de la Corona
española o a la estadounidense si el objetivo es salvar a
Aerolíneas Argentinas.
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