Mirá
cómo caen
Así como
en medicina se acotan por descarte las posibles causas de un mal,
en economía muchos problemas se clarifican eliminando causas
espurias. El desempleo, por ejemplo. Si el desempleo dependiera
de la voluntad de quien necesita trabajar, el problema sencillamente
no existiría. En nuestro sistema económico, quien
carece de empleo no puede acceder al mercado, y es un muerto civil,
a menos que robe o estafe (un camino que muchos eligen). Los puestos
de trabajo son creados por las empresas. Y con ello hacen un gran
bien a toda la sociedad. Pero las empresas mismas no tienen por
razón de ser hacer el bien a los demás, sino ganar
dinero, del color que sea, es decir, vendiendo dentro del país
o fuera de él. Pero, de igual modo que no se puede obligar
a una empresa a tomar un empleado más, en una economía
de mercado no se puede obligar a los eventuales compradores a adquirir
los productos que produce dicha empresa. En una economía
cerrada, quienes compran a las empresas son las familias, que adquieren
bienes de consumo, las empresas mismas, que adquieren equipos y
materiales a otras empresas, y el gobierno, que adquiere productos
y servicios. ¿De qué dependen sus compras? Las de
las familias, de los salarios que perciben. Las de las empresas,
de sus expectativas de ventas futuras. Las del gobierno, de su modelo
de política económica. En una economía abierta,
entre el gasto extranjero y el ingreso nacional se interpone el
tipo de cambio: un dólar, al tipo de cambio un-peso-un-dólar,
compra una unidad de un bien que vale un peso; al tipo de cambio
dos-pesos-un-dólar el mismo dólar compraría
dos unidades de un bien que vale un peso; e inversamente a un tipo
de cambio, por ejemplo, unpeso-dos-dólares. Y la pregunta
del millón de empleos: ¿qué pasa con el gasto
de las familias después de un impuestazo, o un recorte salarial?,
¿qué pasa con el gasto de las empresas si las perspectivas
a futuro son pesimistas?, ¿qué pasa con el gasto del
gobierno si persigue a todo trance el equilibrio fiscal?, ¿qué
pasa con el gasto extranjero si el poder de compra del dólar
es bajo en términos de productos nacionales? Si contestó
cae a cada pregunta está en camino de entender
por qué el desempleo es inevitable. Ni Mandrake impediría
que las empresas ajusten su nivel de producción a un menor
gasto global. Y lo que primero bajan son aquellos insumos adquiridos
en el mercado: materiales y mano de obra.
La
Generación del 18
Cuánto
dura una generación? Petty hablaba de 21 años; los
fisiócratas, de 30, igual que Ortega y Gasset, quien construyó
una dinámica de la historia a partir de la superposición
de generaciones. ¿Acaso la verdad está en el punto
medio, esto es, veinticinco? La cifra se aplica al lapso comprendido
entre 1918 y 1943 en el cual, y en diversas disciplinas, la Argentina
creó ciencia original a partir de investigación propia.
El período se acota entre hechos destacables: en 1918 Gondra
publica su traducción del libro de Pantaleoni, dicta con
Hugo Broggi el primer curso de economía matemática,
ingresa Prebisch a la Facultad de Ciencias Económicas, Alejandro
E. Bunge obtiene un índice de precios minoristas y Teodoro
Sánchez de Bustamante escribe sus Investigaciones de economía
matemática. Veinticinco años después, en 1943,
muere Bunge, declina la salud de Gondra y Prebisch es destituido
en el Banco Central. Merecen recordarse algunos logros relevantes:
de 1918 a 1943 no dejaron de aparecer la Revista de Economía
Argentina y la Revista de Ciencias Económicas; en 1919 Bunge
crea su coeficiente de corrección monetaria, publicado en
Washington a instancia de Irving Fisher. En 1923 Broggi expone su
crítica al método de Walras de demostrar la existencia
de equilibrio general, publicado en junio de 1924 en Giornale degli
Economisti, que siembra una semilla que fructificará en 1932-34
en los estudios de Neisser, Zeuthen, Stackelberg y Wald. En 1926
aparece la traducción de Barone por Nirenstein y Prebisch.
En 1926-27 Ludovico Cavandoli, de Paraná, escribe un tratado
de economía matemática y publica investigaciones sobre
la curva de Pareto de distribución del ingreso. Desde 1930
Carlos E. Dieulefait, el Pearson argentino despliega
en Rosario una amplia labor de docencia e investigación en
estadística. En 1932 se crea el impuesto al ingreso personal.
En 1933 se diseña el Plan de Acción Económica
Nacional, un plan keynesiano para enfrentar el desempleo. En 1938
Raúl Prebisch encara una recesión con técnicas
anticíclicas. En 1940 se encara por iniciativa de Prebisch
y de Manuel Balboa la medición permanente del ingreso nacional
y Alejandro Bunge publica Una nueva Argentina. En el mismo año
se arma el llamado Plan Pinedo, con participación
de Prebisch y sus equipos. Y en 1941, la gran hazaña de Barral
Souto, su estudio pionero de la programación lineal.
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