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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
02 JULIO 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Crimen y castigo

A la Argentina le están haciendo pagar 3000 millones de dólares anuales como castigo porque en los años de Galtieri, Bignone y Alfonsín no pagó religiosamente su deuda con los acreedores externos. Las grandes agencias calificadoras estadounidenses, Moody’s y S&P, se fijan básicamente en esa inconducta –el maldito default– para mantener al país en la categoría sub investment grade, que en concreto le sube en unos 3 puntos (3 por ciento anual) la tasa de interés.
La mencionada conclusión sobre la razón última de la mala nota argentina pertenece a Francisco Luzón, director general del Banco Santander Central Hispano, dueños en la Argentina del Banco Río. El simplemente aplicó un modelo desarrollado en 1996 por los economistas Cantor y Packer para descubrir cuáles son las variables decisivas en la nota que recibe cada país por parte de las calificadoras.
Según el estudio que Luzón presentó en la reciente convención de la Asociación de Bancos de la Argentina, ABA (nótese que no se llama más Asociación de Bancos Argentinos, Adeba, por la sencilla razón de que bancos argentinos casi no quedan), “la historia no se puede borrar”. Dicho de otro modo, el horrendo pecado de no haber honrado siempre y absolutamente la deuda externa, no importa si legítima o fraudulenta, cometido está. Lo que ahora cuenta es ver cómo se puede alcanzar el anhelado “grado de inversión”, del que sí gozan por acá Uruguay y Chile.
Para el filoso Luzón (por favor pronunciar la zeta), si la Argentina sigue con su tendencia de los últimos siete años, lograría la apetecida nota en el 2015 (siempre que para ese momento las agencias no hayan aumentado sus exigencias). Si no quisiera esperar tanto, el país debería hacer cuanto antes tres cosas: 1) Elevar a 10.000 dólares anuales su actual ingreso por habitante de 7700. 2) Situar su cociente deuda externa/exportaciones por debajo del 300 por ciento, frente al actual 517 por ciento. 3) Crecer a un ritmo promedio del 4,5 por ciento, frente al 3,6 de los últimos cuatro años. ¿Habéis entendido? Pues, ¡hala!