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DESECONOMIAS |
por
Julio Nudler
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Crimen y castigo
A la Argentina le están haciendo pagar 3000 millones de
dólares anuales como castigo porque en los años
de Galtieri, Bignone y Alfonsín no pagó religiosamente
su deuda con los acreedores externos. Las grandes agencias calificadoras
estadounidenses, Moodys y S&P, se fijan básicamente
en esa inconducta el maldito default para mantener
al país en la categoría sub investment grade, que
en concreto le sube en unos 3 puntos (3 por ciento anual) la tasa
de interés.
La mencionada conclusión sobre la razón última
de la mala nota argentina pertenece a Francisco Luzón,
director general del Banco Santander Central Hispano, dueños
en la Argentina del Banco Río. El simplemente aplicó
un modelo desarrollado en 1996 por los economistas Cantor y Packer
para descubrir cuáles son las variables decisivas en la
nota que recibe cada país por parte de las calificadoras.
Según el estudio que Luzón presentó en la
reciente convención de la Asociación de Bancos de
la Argentina, ABA (nótese que no se llama más Asociación
de Bancos Argentinos, Adeba, por la sencilla razón de que
bancos argentinos casi no quedan), la historia no se puede
borrar. Dicho de otro modo, el horrendo pecado de no haber
honrado siempre y absolutamente la deuda externa, no importa si
legítima o fraudulenta, cometido está. Lo que ahora
cuenta es ver cómo se puede alcanzar el anhelado grado
de inversión, del que sí gozan por acá
Uruguay y Chile.
Para el filoso Luzón (por favor pronunciar la zeta), si
la Argentina sigue con su tendencia de los últimos siete
años, lograría la apetecida nota en el 2015 (siempre
que para ese momento las agencias no hayan aumentado sus exigencias).
Si no quisiera esperar tanto, el país debería hacer
cuanto antes tres cosas: 1) Elevar a 10.000 dólares anuales
su actual ingreso por habitante de 7700. 2) Situar su cociente
deuda externa/exportaciones por debajo del 300 por ciento, frente
al actual 517 por ciento. 3) Crecer a un ritmo promedio del 4,5
por ciento, frente al 3,6 de los últimos cuatro años.
¿Habéis entendido? Pues, ¡hala!
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