Consejo
de un amigo
La fragmentación
del liderazgo en la oposición complica el accionar de la
administración de la Alianza. Resulta evidente que la división
del justicialismo le trae dolores de cabeza, como cuando el Senado
vota en contra del ajuste. Pero, en definitiva, se trata de las
reglas del juego político, respetadas con más o menos
lealtad, pero conocidas por todos los protagonistas. En cambio,
la divergencia que se ha ido gestando en los últimos años
y que ahora se manifiesta abiertamente en el bloque de poder económico
es una cuestión más complicada de abordar que las
chicanas de senadores peronistas. Y al respecto, vale advertir que
la experiencia histórica indica que, cuando se genera un
divorcio de intereses en la cúpula del poder empresario,
irrumpen conflictos económicos.
Grupos locales, conglomerados extranjeros y la banca trasnacionalizada
han empezado a divergir luego de una década de alianzas estratégicas,
conformadas para adueñarse del proceso de privatización
de empresas públicas. Esa etapa concluyó. Ahora, la
banca concentrada, las multinacionales y los grupos de control de
las privatizadas representan el sector más poderoso, duro
y ortodoxo del establishment (reunidos en ABA y en el CEA). En cambio,
industriales, ruralistas y los pocos grupos económicos locales
que quedan reclaman políticas activas para impulsar un crecimiento
sostenido (interpretados por la UIA, la CAC y la CRA, con el Grupo
Techint como soporte).
En ese nuevo escenario juega José Luis Machinea, que como
se sabe hasta ahora se ha preocupado por dar señales e implementar
medidas del gusto del polo de poder empresario más liberal.
El ajuste fiscal y más ajuste fiscal ha sido la receta aplicada
sin que se hayan verificado todavía síntomas sostenidos
de recuperación. El ministro ha podido así eso
creen él y su equipo exorcizar al diablo del 89.
Pero como la economía no repunta en forma vigorosa, irrumpe
con fuerza el otro bloque empresario, por cierto con menos poder
financiero y operando en los sectores económicos que, precisamente,
no registran márgenes de rentabilidad elevados.
Esa puja quedó en evidencia ante la propuesta del Grupo Productivo
de elevar los aportes patronales a las empresas de servicios (privatizadas,
supermercados y bancos). Machinea ya adelantó su rechazo
a esa alternativa, inclinándose así por defender a
uno de los nichos de privilegio surgido de la década menemista.
La tensión que recorre al interior del bloque de poder económico
también se manifiesta en varias otras iniciativas que todavía
tienen final abierto. Tensión que se refleja, además,
adentro de la Alianza en la discusión sobre el rumbo de la
política económica.
Resulta muy revelador en ese sentido la irrupción de Mario
Brodersohn, ex secretario de Hacienda de la Nación y hombre
de consulta de Raúl Alfonsín, acompañado por
Alieto Guadagni, ex secretario de Industria del gobierno de Carlos
Menem, en un artículo publicado hace dos viernes en La Nación,
con un título que dice mucho más, fundamentalmente
para Machinea, que el simple enunciado: Para reactivar la
economía. La controvertida idea expuesta por Brodersohn-Guadagni
consiste en utilizar parte del dinero que acumulan las AFJP para
integrar fondos fiduciarios para inversiones en infraestructura.
Esa iniciativa también es impulsada por el Grupo Productivo,
idea que alientan con entusiasmo las constructoras (Roggio, Techint).
Machinea tendrá que, nuevamente, optar acerca de qué
camino transitar. Aceptar esa propuesta implicaría meterse
con los principales bancos del sistema, que controlan las AFJP,
para privilegiar a las constructoras locales. Si decide descartarla,
su correligionario le advierte las consecuencias en ese mismo artículo:
Estas distorsiones en el mercado de capitales (se refiere
a que las AFJP destinan cada vez más el aporte de los trabajadores
a invertir en activos del exterior) coexisten con la otra realidad
de un país que no logra salir de la recesión. Este
comportamiento nos permite anticipar dificultades para cumplir con
los objetivos fiscales y, más aún, resiente las posibilidades
de reducir el desempleo. Se lo dice un amigo.
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