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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
09 JULIO 2000









El informante II

  • Las confesiones de otro “arrepentido” volvieron a conmover a Washington. Por segunda vez en pocos meses, un alto funcionario del Banco Mundial se aleja de la institución en desacuerdo con las recetas que impone Washington alrededor del mundo.

  • Se trata del economista indio Ravi Kanbur, que había sido contratado por la institución como director del “Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000” titulado “Atacando la pobreza”.

  • Apuntó contra las “reformas de mercado” (apertura comercial, liberalización financiera, privatizaciones), y sugirió que eran necesarias medidas proteccionistas y de control de los capitales de corto plazo.

  • Por si fuera poco, alertó sobre los peligros del “sobreajuste”, que recomienda el FMI en tiempos de crisis, porque “puede generar una recesión mayor”.

Por Maximiliano Montenegro

Las confesiones de otro “arrepentido” volvieron a conmover a Washington. Por segunda vez en pocos meses, un alto funcionario del Banco Mundial se aleja de la institución (ver aparte, “el primero”), en desacuerdo con las recetas de política económica que impone Washington alrededor del mundo. Se trata del economista indio Ravi Kanbur que había sido contratado por la institución como director del “Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000” referido, esta vez, a cómo luchar contra la pobreza. Kanbur disparó contra las bases mismas del “consenso de Washington”: escribió que para encarar el problema había que resolver la cuestión de la desigualdad, tanto de ingresos como de riqueza; que el crecimiento por sí solo no reduce la pobreza; y que las políticas asistencialistas enfocadas en los pobres -que se recomiendan desde Washington– no hacen más que perpetuar la marginación. Más importante aún, apuntó sobre las “reformas de mercado” (apertura comercial, liberalización financiera, privatizaciones), y sugirió que era necesario medidas proteccionistas y de control de los capitales de corto plazo. Por si fuera poco, alertó sobre los peligros de del “sobreajuste”, que recomienda el FMI en tiempos de crisis, porque “puede generar una recesión mayor”. En cada uno de esos puntos, existe una lección para Argentina, justo cuando el Banco Mundial fijó una estrategia para el país para los próximos 4 años plagada de las cuestionadas recetas (ver aparte). Cash accedió a los papeles secretos que escribió este nuevo “informante” antes de abandonar su puesto.
“We dream in a world free of poverty” (“Soñamos con un mundo libre de pobreza”), reza, en tono poético, una placa tallada en piedra a la entrada del monumental edificio del Banco Mundial sobre la calle 19 en Washington. Más allá de los sueños, la realidad muestra que la pobreza se ha expandido a la par de las fórmulas de ajuste estatal, privatizaciones y liberalización de mercados, que el organismo –junto con el Fondo Monetario– tanto se esmeran en inculcar a los países que están fuera del Primer Mundo.
Ravi Kanbur era hasta hace algunos años un economista más del establishment académico americano (es profesor de la Universidad de Cornell) que, desde el staff del BM, pregonaba convencido las bondades de las recetas made in Washington. A principios de 1998, fue designado director del “World Development Report 2000” (WDR) que verá la luz en la Asamblea anual conjunta del Banco y el Fondo, convocada en esta oportunidad en una otoñal Praga. Unas semanas atrás, pegó un portazo que retumbó fuerte en Washington, en especial después del desplante que ya había sufrido la institución con la intempestiva renuncia de Joseph Stiglitz, su vicepresidente y economista jefe. “Al renunciar Ravi dijo que tuvo reservas respecto del mensaje principal que se iba a brindar a través de la versión final del WDR. Nosotros creemos que estos reparos son infundados. Ravi recibió siempre garantías de que el WDR sería un informe analítico objetivo, como ha sido siempre”, explicó un comunicado oficial del Banco.
Es evidente que las consideraciones hechas por Kanbur atentaban contra la “objetividad” de las políticas que tanto el Banco como el Fondo venden a los gobiernos del Tercer Mundo como la única vía. Las principales conclusiones del documento redactado por este nuevo “insider” –como denominan en la reciente película protagonizada por Russel Crowe a quien rompe un pacto de silencio en una gran organización– son más que interesantes vistas de una perspectiva argentina. Son las siguientes: * “Los factores que determinan si el crecimiento se traduce en bajas significativas de la pobreza son varios. Uno de ellos es el grado de desigualdad. La rapidez con que disminuye la pobreza ante cambios en el ingreso per cápita aumenta de forma significativa a medida que se reduce la desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza (en particular, la tierra). Por ello, la superación de desigualdadesestructurales es un componente crucial de toda estrategia de lucha contra la pobreza”.
n “En el pasado se temía que una mayor igualdad redundara en detrimento del crecimiento. Hoy, los estudios empíricos demuestran que sociedades más igualitarias pueden de hecho crecer con mayor rapidez”, señala.
n En Argentina, la “teoría del derrame”, que tanto seduce al establishment financiero y que Kanbur desacredita, era el leitmotiv preferido de Roque Fernández cada vez que las cifras del Indec mostraban un nuevo salto en la desigualdad en el reparto del ingreso, como ocurrió durante toda la última década (ver aparte). Desde esa perspectiva, a la larga, el fruto del crecimiento corre a los de abajo. Y entonces no hay que preocuparse porque los ricos sean cada vez más ricos, y se alejen de los pobres, mientras el ingreso de estos últimos no caiga.
n ¿Cómo se hace para redistribuir ingresos y riqueza? Con políticas que, por ahora, la Alianza no se animó a aplicar. Por un lado, una reforma tributaria progresiva, gravando con impuestos directos a los grandes patrimonios y a las ganancias financieras, mientras disminuye el peso de impuestos que golpean más a los que menos tienen como el IVA. Redistribuir riqueza conlleva políticas todavía más transgresoras para los tiempos que corren. Sin embargo, Kanbur sugiere, sin vueltas, implementar “reformas agrarias” en aquellos países donde la propiedad de la tierra está concentrada en pocas manos.
n “Otro factor importante para que el crecimiento lleve a una reducción de la pobreza es que sea estable. Las crisis producen más desigualdad, y por ello una tasa de crecimiento similar a la caída en el período poscrisis no tiende a eliminar el mayor grado de pobreza generado durante el período de crisis”, afirma Kanbur.
n Esa es la historia de Argentina durante la última década, cuando primero la crisis del tequila (en el ‘95) y luego el cóctel sudeste asiático, Rusia y Brasil (en el 98/99) sumergió a la economía convertible, superdependiente del ingreso de capitales, en profundas recesiones.
n Justamente, Kanbur habla de los caminos para atenuar los impactos salvajes del mercado en el capítulo que más dolió a los burócratas del Banco.
n “Los mercados producen un profundo impacto en el bienestar de los pobres. No es de sorprender que la función de los mercados y la intervención del Estado en ellos sea un tema importante en el debate sobre las estrategias para la reducción de la pobreza. En los últimos 20 años se ha observado la tendencia, a nivel nacional, a reducir la intervención estatal, a reemplazar la propiedad pública por la privada, y a eliminar las barreras al comercio y la inversión extranjera. Por ejemplo, en Latinoamérica los aranceles medios se redujeron del 50 por ciento en 1985 al 10 por ciento en 1996”, asegura.
n “Las reformas económicas inciden en la pobreza tanto a través de su impacto en la tasa de crecimiento económico como en el patrón de crecimiento. En promedio, las reformas han estado asociadas con la reanudación del crecimiento económico –crecimiento que, si embargo, no ha sido suficiente para alcanzar las metas con respecto de la reducción de la pobreza–. Para tal fin, el patrón de crecimiento es tan importante como la tasa de crecimiento”.
n Y propone dos vías para mejorar el “patrón de crecimiento”. Por un lado, fijar controles a los capitales especulativos de corto plazo, una sugerencia que Stiglitz también hizo contra la opinión del FMI: “Se ha comprobado que la liberalización financiera ha causado una gran inestabilidad del crecimiento. La combinación de ausencia de restricciones a los movimientos de capital de corto plazo y la volatilidad de los flujos de capital a corto plazo han sido la causa principal de las profundas crisis económicas de la década del noventa”, sostiene Kanbur.
n Por otro lado, recomienda moderar la apertura comercial, que -argumenta– favorece a los grupos de altos ingresos. “El planteo formuladohace algo más de una década que la eliminación de los obstáculos comerciales daría como resultado un crecimiento con uso intensivo de la mano de obra no calificada, abundante en los países subdesarrollados, no se ha resultado así”, explica. Y agrega: “Un indicador de apertura se relaciona en forma negativa con el crecimiento del ingreso del 40 por ciento más pobre de la población, pero en forma positiva con el aumento del ingreso de los grupos de ingresos más altos”. También pide intervenir en los mercados “para subsanar los problemas de la inestabilidad de los precios de los productos básicos (commodities) que afectan a los países en desarrollo”.
n Lapidario, concluye: “Es necesario un franco reconocimiento de que es improbable que recomendaciones universales en el marco de las reformas económicas como la liberalización del comercio y de las cuentas de capital, la liberalización de los mercados financieros y la privatización, surtan el mismo efecto al margen de las realidades locales”.
n Finalmente, reserva un párrafo que José Luis Machinea debería tener bien presente. “Un enfoque socialmente responsable frente a una crisis macroeconómica debe evitar el sobreajuste, es decir, la adopción de políticas fiscales que generen una recesión mayor que la necesaria para restablecer el equilibrio macroeconómico. Tales sobreajustes son particularmente perjudiciales para los pobres”, advierte. Como es sabido, Machinea no se anima a renegociar condiciones fiscales más flexibles con el Fondo Monetario, incluso en cuestiones menores. Por ejemplo, Argentina tiene paralizados préstamos sociales del BM porque financiarían programas que el FMI considera como mero gasto público. Para negociar alguna flexibilidad en este aspecto por parte del Fondo, con el justificativo de la crisis social, Machinea hasta podría buscar apoyo en el Banco. Pero, el ministro prefiere “sobreactuar” el ajuste, como en el fondo le gusta a Washington.

El primer informante

El 4 de junio pasado, Cash publicó una nota de tapa contando cómo Joseph Stigliz, ex jefe de asesores económicos de Bill Clinton, había renunciado a la vicepresidencia del Banco Mundial, haciendo públicas fuertes denuncias contra el Fondo Monetario. Sus principales dichos fueron los siguientes:

- “Al FMI le gusta manejar sus negocios sin que nadie haga demasiadas preguntas. En teoría, el Fondo sostiene instituciones democráticas en los países que asiste. Pero en la práctica, menoscaba las instituciones democráticas imponiendo sus políticas”.
- “Los expertos del FMI se creen más brillantes, mejor educados y menos influidos políticamente que los economistas de los países a los que asisten. Pero el staff del FMI está integrado por economistas de tercera de universidades de primera”.
- “Los críticos del FMI dicen que los remedios del FMI usualmente empeoran las cosas, transformando las caídas del nivel de actividad en recesiones y las recesiones en depresiones. Y tienen un punto allí”.

 

Para el BM, hay 4,5 millones de niños pobres

El crudo diagnóstico

El domingo último, Página/12 publicó el documento, tratado por el directorio del Banco Mundial unos días antes, que fija la estrategia del organismo para Argentina en los próximos cuatro años. Más allá de las advertencias sobre los posibles “escenarios de riesgo” que allí se describe amenazan a la Convertibilidad, el informe plantea las recetas típicas del Banco, que ahora figuran como condiciones de los 3 mil millones de préstamos que se prevé otorgar al país en el período: profundizar la flexibilización laboral y la desregulación de las obras sociales, mantener en caja el déficit fiscal y un tope al endeudamiento público del 55 por ciento del PBI, entre otras. Por otro lado, traza el rumbo de lo que debería ser la política social en Argentina.
Precisamente, las políticas sociales que impulsa el Banco contrastan con el concepto de lucha contra la pobreza que defiende Ravi Kandur en los documentos internos que escribió. En la versión oficial, el BM recomienda para Argentina mejorar la eficiencia de los programas sociales focalizados en los pobres, que suman en el presupuesto nacional unos 3500 millones de pesos. Kandur, en cambio, es de la idea de que ese tipo de asistencia no hace más que profundizar la marginación y que lo que debería discutirse son las bases mismas del desarrollo, empezando por la equidad en el crecimiento, en países como Argentina. “More for the poor is less for the poor” (Más para el pobre es menos para el pobre), es el lema del economista indio para luchar contra el mero asistencialismo que pregonan desde Washington.
Al margen de la receta, el diagnóstico de la pobreza en Argentina que hace el BM es cada vez más crudo. Como lo demuestra otro informe reciente, denominado “Administrando el riesgo social”. Allí se dice:
n “El número total de pobres en Argentina se ubica entre el 31 y el 34 por ciento de la población. Es decir: entre 11,2 y 12,4 millones de personas.”
n “Hay casi 4,5 millones de chicos menores de 14 años que viven en la pobreza. Y de éstos, más de 1,2 millón viven en la indigencia.”
n Además, “hay otros 2 millones de jóvenes entre 14 y 24 años pobres, de los cuales casi medio millón son indigentes.”