EL
MERCADO ARGENTINO NO LOGRA SEDUCIR A FINANCISTAS
¿Para
qué sirve ser buen alumno?
Rusia
anunció la cesación de pagos en agosto de 1998. Pese
a ese antecedente, los inversores tiene una percepción de
riesgo de ese mercado similar al argentino, que en ese lapso hizo
buena letra.
Esta
historia comienza hace dos años. Exactamente el 24 de junio
de 1998. Ese día, Rusia lanzó al mercado un bono global
a 28 años de plazo, y la tasa de interés pactada con
los inversores resultó del 12,9 por ciento anual. En ese
momento, un título similar argentino, el Global 2027 (vence
un año antes que el ruso) cotizaba a 94 dólares, con
un rendimiento anual del 10,4 por ciento. Esta reseña no
tendría nada de peculiar si no fuese que tres semanas después
de la colocación, Rusia se declaró insolvente y dejó
de honrar una parte de su deuda. Esa emisión que vencía
en el 2028 pasó a ser considerado un título
basura entre los inversores y su valor cayó un 80 por
ciento. Mientras tanto, la Argentina siguió haciendo buena
letra frente a los financistas y los organismos internacionales.
Pero no hubo medalla al mérito. Hoy, entre los operadores,
Rusia es casi lo mismo que referirse a la Argentina.
En agosto de 1998, la economía rusa se desplomó. Se
declaró en default (cesación de pagos), su moneda
se devaluó 78,5 por ciento (el rublo pasó de 6 a 28
unidades por dólar), refinanció unilateralmente parte
de su deuda con quitas y se sumergió en un caos político.
La crisis devino en una tormenta internacional que sacudió
también a la Argentina. Rusia se había convertido
en un monstruo del cual los inversores huían.
La Argentina, en cambio, nunca dejó de cumplir con los deseos
de los inquietos operadores. Como el niño más aplicado
de la clase, hizo todos los deberes, no se desabrochó el
último botón de la camisa ni dejó de lucir
sus cabellos engominados. En los últimos dos años,
tomó medidas extremas: hubo dos impuestazos y una rebaja
de salarios, justificados en la imperiosa necesidad de cumplir con
las metas fiscales. El FMI y el Banco Mundial alabaron esas políticas
y pusieron al país como ejemplo.
Los financistas siguen sin confiar. Y las pruebas del desamor están
a la vista. En la actualidad, hay muy poca diferencia en la percepción
de riesgo entre Rusia y la Argentina. El Global 2028 ruso rinde
14,8 por ciento anual, mientras que el Global 2027 argentino, 12,6
por ciento. Más aún, esa brecha de 2,2 puntos
resulta inferior a la de 2,5 puntos que existía a mediados
del 98, antes que Rusia se plantara ante los financistas y
les transmitiera lo peor que éstos pueden escuchar: que no
les van a pagar.
Pero, a diferencia de la Argentina, Rusia ya ha dado muestras de
despegue. En el último trimestre del 99, la economía
creció a un ritmo del 8 por ciento anual. Y entre enero y
marzo de este año se expandió otro 7 por ciento. Además,
empezó a transparentar sus cuentas públicas. Mientras
tanto, la calificadora Standard & Poors está a
punto de confirmar la elevación de la calificación
para México a grado de inversión y a Brasil podrían
subirle también la nota. La Argentina, en tanto, sigue portándose
bien.
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