La trampa de la deflación
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Según el nuevo índice de precios al que tuvo acceso
Cash, basado en una canasta de bienes y servicios actualizada,
la economía entró en deflación hace cuatro
años, y no hace uno y medio como muestra el antiguo indicador.
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Las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno, lejos de revertir
el proceso, fueron procíclicas.
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Los bienes que más cayeron fueron los de los sectores
menos concentrados y más desprotegidos a la competencia
externa.
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Los servicios privatizados siguieron subiendo.
Por
Roberto Navarro
El
Gobierno, la oposición y la mayoría de la sociedad
coinciden en no querer salir de la Convertibilidad. El temor es
al fantasma del descontrol inflacionario. Pero la rigidez de la
paridad cambiaria tuvo un efecto no menos nocivo: la economía
cayó en la trampa de la deflación. Cash tuvo acceso
al nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC) que el INdEC pondrá
en vigencia a partir de octubre próximo, en reemplazo del
actual, que rige desde 1984. Según el nuevo indicador, basado
en una canasta de bienes y servicios actualizada, la economía
entró en deflación hace cuatro años, y no hace
uno y medio como muestra el antiguo índice. Y la caída
de precios fue más del doble de la que se creía. La
deflación, que en apariencia es una buena noticia, es resultado
de la recesión. El círculo vicioso funciona de la
siguiente manera: la caída de precios reduce la recaudación
impositiva; como consecuencia, el Gobierno, para equilibrar las
cuentas, instrumenta nuevos ajustes que retraen la actividad. A
la vez, sube la tasa de interés real, lo que disminuye la
rentabilidad de las empresas, desalentando inversiones. Los consumidores,
por su parte, postergan gastos esperando que los precios sigan bajando.
Esta nueva vuelta recesiva deprime los precios, vía caída
de la demanda. Para la mayoría de los economistas, la deflación
es una de las escasas herramientas con que cuenta un país
con tipo de cambio fijo para recuperar competitividad frente al
resto de los países que devaluaron sus monedas. Pero la continua
caída de precios empuja a las empresas a la quiebra y destruye
empleos. Esa es la trama de la deflación.
El índice actualizado refleja una deflación del 0,9
por ciento en 1996, 0,7 por ciento en 1997, 0,3 por ciento en 1998
y 2,8 por ciento en 1999. En lo que va del 2000 los precios cayeron
un 2,3 por ciento. Las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno,
lejos de revertir el proceso, fueron procíclicas. La reducción
de salarios públicos y la reforma laboral son una invitación
a la baja de sueldos del sector privado. La deflación salarial
golpea el consumo y deprime los precios de los bienes. En el mismo
sentido actúa el resto del ajuste del gasto del Estado. Así,
la recesión, que comenzó en el tercer trimestre de
1998, está a punto de cumplir dos años. El anuncio
oficial del aumento del 0,9 por ciento del PBI en el primer trimestre
no cambia la tendencia, ya que este leve incremento surgió
de la comparación con el pobrísimo primer trimestre
de 1999, cuando la economía sufría los efectos de
la devaluación brasileña. Los economistas difieren
en identificar cómo y cuándo se podrá salir
de la trampa de la deflación. Abel Viglione, de Fiel, señaló
a Cash que el país está reacomodando el precio de
los bienes no transables (que no tienen competencia importada),
con los que se comercializan internacionalmente, que se desplomaron
por efecto de la crisis asiática y, salvo el petróleo,
no se recuperaron. Si caen poco a poco, el proceso será
más largo; cuando los precios se equilibren, el país
saldrá del círculo de deflación y recesión,
auguró el economista. Mercedes Marcó del Pont, en
cambio, indicó a Cash que el gobierno alienta la caída
de precios porque es funcional al programa económico. Como
el equipo económico se resiste a devaluar por temor a que
se desate una espiral inflacionaria, busca inyectar competitividad
deflacionando precios y salarios. La desregulación y la apertura
indiscriminada son parte de los instrumentos que el Gobierno mantuvo
de la administración anterior para seguir reduciendo precios,
opinó la directora de Fide.
El ingreso de importaciones a precios de dumping, por subfacturación
o, directamente, por contrabando reduce los precios internos, al
tiempo que destruye puestos de trabajo. La desocupación,
a su vez, disciplina los salarios a la baja. Los bienes que más
cayeron fueron los de los sectores menos concentrados y más
desprotegidos frente a la competencia externa. Los mismos que sufrieron
la mayor cantidad de quiebras y de pérdidas de empleos. Empujados
por la competencia de la industria brasileña, del calzado
son los que más retrocedieron. Desde 1996, los zapatos de
mujerbajaron un 51 por ciento y los de niños, un 25 por ciento.
En el mismo período cerraron 720 pymes del sector y casi
10.000 personas fueron despedidas. Un proceso similar sufrió
el sector indumentaria, con una baja de precios promedio del 33
por ciento. En este caso, fue la competencia de del sudeste asiático
la que obligó a trabajar a pérdida a la industria
nacional, con su secuela de cierres y despidos.
En la nueva composición del IPC, el INdEC tomó en
cuenta que más del 50 por ciento de las ventas minoristas
se realizan a través de supermercados. Las cadenas registran
precios inferiores a los pequeños comercios, pero esa reducción
ha sido fruto de las rebajas que logran de los proveedores, que
resignan rentabilidad, en muchos casos, hasta terminar en la quiebra.
El otro factor que deprime precios de la nueva canasta familiar
es la incidencia de los productos de segundas marcas, con valores
de hasta una 60 por ciento más bajos que los líderes.
La caída del poder adquisitivo de la clase media y la baja
cambió sus respectivos hábitos de consumo. Casi la
mitad de la población reemplazó las primeras marcas
por otras de menor precio. Así, la facturación de
los supermercados en los primeros cinco meses del año cayó
un 1,5 por ciento, pero las ventas en volumen crecieron un 2,5 por
ciento. La nueva tendencia obligó a las empresas a reducir
sus precios, resignando, en parte, el valor marca y reduciendo sus
ganancias.
La rentabilidad de las empresas también se ve afectada porque
la deflación, al igual que la inflación, desequilibra
los precios relativos. Por caso, la tasa de interés, en los
últimos cuatro años, lejos de disminuir, aumentó,
incrementando los costos de las empresas. La tasa real creciente
aumenta los pasivos, al tiempo que la deflación deprecia
los activos. Ese efecto pinza sobre el balance estrangula a las
empresas.
El desafío del equipo de Machinea es sacar a la economía
de la trampa de la deflación, que sería ingresar en
un sendero de crecimiento sostenido, con aumento del consumo, un
poco de inflación y mejora en los ingresos. El riesgo reside
en que no encuentre esa salida, y lo que hoy es una deflación
con recesión se transforme en depresión.
Los
sectores mas perjudicados
Calzado:
Suela gastada
Presionados
por la competencia de los productos brasileños, los calzados
de mujer bajaron en promedio un 51 por ciento, los de chicos un
25 por ciento y los de hombre un 10 por ciento en los últimos
cuatro años. Para muchos fabricantes esa deflación
significó la quiebra. Desde 1996 cerraron 720 pequeñas
empresas, que dejaron en la calle a casi 10 mil empleados. El
calzado que llega desde Brasil es más barato porque está
subsidiado por el Estado, pero, además, porque es de una
calidad muy inferior a la de los productos argentinos, señaló
a Cash Carlos Bueno, presidente de la cámara que agrupa al
sector. Mientras la gente pudo mantener su nivel de vida,
compraba los zapatos y las zapatillas que le gustaban y que sabía
le iban a durar. En la actualidad compra lo más barato que
encuentra, detalló. En el último lustro las
importaciones de calzado brasileño pasaron de 9,0 a 19,5
millones de pares anuales.
Indumentaria:
En cueros
La fuerte caída
de los precios de la indumentaria se debió a la retracción
de la demanda y a la venta de ropa ilegal. Desde 1996 los precios
bajaron un 33 por ciento. Como consecuencia, la industria del sector
está en vías de extinción. Ni siquiera las
grandes compañías se salvaron del naufragio. La semana
pasada presentó convocatoria de acreedores la textil Vitamina,
perteneciente al fondo de inversión AVP. En el país
se venden 212 millones de prendas al año, un 12 por ciento
menos que hace cinco años. El 40 por ciento de los despachos
corresponde a mercaderías ingresadas de contrabando o fabricadas
en talleres clandestinos con mano de obra casi esclava. La
ineficiencia de la Aduana y la total falta de controles de la policía
de trabajo fue una constante durante la última década,
que mandó a la quiebra a cientos de empresas, indicó
a Cash Ignacio De Mendiguren, presidente de la Cámara de
la Indumentaria.
PEDRO
LACOSTE economista
Deben
bajar los servicios privatizados
¿Qué
perjuicios tiene para la economía la deflación?
La caída continua de precios genera tres
consecuencias negativas: el agravamiento del déficit
fiscal, el desequilibrio de los precios relativos y la retracción
de la actividad. Argentina eligió recuperar competitividad
vía el doloroso camino de la deflación y entró
en un ciclo perverso: cuanto más bajan los precios,
peor es la recesión.
¿Se puede salir de este círculo vicioso dentro
del esquema de convertibilidad?
Sí, pero no con la actual política
económica. El Gobierno espera recuperar la actividad
gradualmente, con pequeños retoques, y no lo va a lograr.
Es perseverar en el error. Lo que se debe hacer es un shock
deflacionario, de una sola vez, renegociando los precios de
los servicios públicos. Es la única manera de
que la economía gane competitividad y las empresas
recuperen rentabilidad e inviertan.
¿Con la rebaja de las tarifas de los servicios públicos
es suficiente para que las empresas vuelvan a tener rentabilidad?
Todas las compañías privatizadas
deberían bajar los precios. Los combustibles, el transporte,
los peajes, las comunicaciones, el gas y la luz. Hay empresas
que han rebajado sus precios más de un 20 por ciento,
sin poder disminuir sus costos. Si esta situación se
mantiene en el tiempo, terminarán en la quiebra.
Es difícil conseguir que bajen los precios de los
servicios públicos cuando hay contratos firmados con
cláusulas de indexación.
Es cierto, pero el Gobierno cuenta con elementos
suficientes para negociar. El problema es que se está
actuando al revés. Se les están ofreciendo extensiones
de los contratos a cambio de inversiones. No es necesario
regalarles mercados cerrados. En el único sector que
parecía que se iba en el camino correcto era en el
de las comunicaciones, pero el lobby de las telefónicas
establecidas les quebró el brazo.
¿Entonces la economía seguirá con
el ciclo deflación-recesión?
De estos procesos se sale por las buenas o por
las malas. La caída de precios golpea la recaudación.
Los inversores no van a aceptar un mayor déficit fiscal
y la sociedad no se banca otro ajuste. El Gobierno tendrá
que decidir pronto para que los mercados no decidan por él.
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MERCEDES
MARCO DEL PONT directora de FIDE
Estamos
en un círculo perverso
¿Por
qué los precios siguen cayendo?
La economía entró en un círculo
perverso de deflación y recesión y, salvo una
mejora abrupta del contexto internacional, que incremente
fuertemente el ingreso de capitales, los precios seguirán
bajando. Es una característica de las economías
con tipo de cambio fijo. Cuando se suceden crisis financieras
como la de los últimos años (Tequila, Asia,
Rusia y Brasil), y los capitales huyen, el país no
tiene posibilidad de realizar políticas monetarias
compensatorias. Entonces, la restricción de liquidez
se traduce en caída del nivel de actividad y, en consecuencia,
en deflación de precios.
¿Cómo se sale de este ciclo negativo?
Dentro de la convertibilidad es muy difícil.
Argentina es el país que más sufrió las
consecuencias de las crisis financieras y uno de los pocos
que no están creciendo en este momento. La demanda
interna está achatada por la desocupación y
la regresividad distributiva y las exportaciones, aunque están
creciendo, tienen escasa incidencia en el PBI total. No quedan
nichos de rentabilidad que permitan esperar inversiones importantes,
como fueron, en el pasado, las privatizaciones.
El Gobierno espera salir de la recesión en los próximos
meses...
Las medidas que tomó hasta el momento el
equipo económico profundizan el ciclo deflación-recesión.
La rebaja de salarios del sector público fue más
una señal para ser imitada por el sector privado que
un ajuste fiscal. La receta la dio Domingo Cavallo, cuando
en 1991 dijo que los precios internos tenían que converger
con los internacionales para mantener el tipo de cambio. El
actual gobierno se limitó a mantener las reglas del
juego.
Un grupo de economistas opina que, cuando los precios de
los bienes y servicios no transables se acomoden a los internacionales,
terminará la deflación.
Puede sonar bien en teoría, pero los no
transables importantes son los servicios privatizados, que
siguen subiendo, porque se indexan por el IPC norteamericano.
Incluso, como son los únicos nichos que tiene el Gobierno
para atraer inversiones, no vamos a poder ver las negociaciones
a la baja que se prometieron el año pasado.
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