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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
16 JULIO 2000









La trampa de la deflación

  • Según el nuevo índice de precios al que tuvo acceso Cash, basado en una canasta de bienes y servicios actualizada, la economía entró en deflación hace cuatro años, y no hace uno y medio como muestra el antiguo indicador.

  • Las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno, lejos de revertir el proceso, fueron procíclicas.

  • Los bienes que más cayeron fueron los de los sectores menos concentrados y más desprotegidos a la competencia externa.

  • Los servicios privatizados siguieron subiendo.

Por Roberto Navarro

El Gobierno, la oposición y la mayoría de la sociedad coinciden en no querer salir de la Convertibilidad. El temor es al fantasma del descontrol inflacionario. Pero la rigidez de la paridad cambiaria tuvo un efecto no menos nocivo: la economía cayó en la trampa de la deflación. Cash tuvo acceso al nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC) que el INdEC pondrá en vigencia a partir de octubre próximo, en reemplazo del actual, que rige desde 1984. Según el nuevo indicador, basado en una canasta de bienes y servicios actualizada, la economía entró en deflación hace cuatro años, y no hace uno y medio como muestra el antiguo índice. Y la caída de precios fue más del doble de la que se creía. La deflación, que en apariencia es una buena noticia, es resultado de la recesión. El círculo vicioso funciona de la siguiente manera: la caída de precios reduce la recaudación impositiva; como consecuencia, el Gobierno, para equilibrar las cuentas, instrumenta nuevos ajustes que retraen la actividad. A la vez, sube la tasa de interés real, lo que disminuye la rentabilidad de las empresas, desalentando inversiones. Los consumidores, por su parte, postergan gastos esperando que los precios sigan bajando. Esta nueva vuelta recesiva deprime los precios, vía caída de la demanda. Para la mayoría de los economistas, la deflación es una de las escasas herramientas con que cuenta un país con tipo de cambio fijo para recuperar competitividad frente al resto de los países que devaluaron sus monedas. Pero la continua caída de precios empuja a las empresas a la quiebra y destruye empleos. Esa es la trama de la deflación.
El índice actualizado refleja una deflación del 0,9 por ciento en 1996, 0,7 por ciento en 1997, 0,3 por ciento en 1998 y 2,8 por ciento en 1999. En lo que va del 2000 los precios cayeron un 2,3 por ciento. Las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno, lejos de revertir el proceso, fueron procíclicas. La reducción de salarios públicos y la reforma laboral son una invitación a la baja de sueldos del sector privado. La deflación salarial golpea el consumo y deprime los precios de los bienes. En el mismo sentido actúa el resto del ajuste del gasto del Estado. Así, la recesión, que comenzó en el tercer trimestre de 1998, está a punto de cumplir dos años. El anuncio oficial del aumento del 0,9 por ciento del PBI en el primer trimestre no cambia la tendencia, ya que este leve incremento surgió de la comparación con el pobrísimo primer trimestre de 1999, cuando la economía sufría los efectos de la devaluación brasileña. Los economistas difieren en identificar cómo y cuándo se podrá salir de la trampa de la deflación. Abel Viglione, de Fiel, señaló a Cash que el país está reacomodando el precio de los bienes no transables (que no tienen competencia importada), con los que se comercializan internacionalmente, que se desplomaron por efecto de la crisis asiática y, salvo el petróleo, no se recuperaron. “Si caen poco a poco, el proceso será más largo; cuando los precios se equilibren, el país saldrá del círculo de deflación y recesión”, auguró el economista. Mercedes Marcó del Pont, en cambio, indicó a Cash que el gobierno alienta la caída de precios porque es funcional al programa económico. “Como el equipo económico se resiste a devaluar por temor a que se desate una espiral inflacionaria, busca inyectar competitividad deflacionando precios y salarios. La desregulación y la apertura indiscriminada son parte de los instrumentos que el Gobierno mantuvo de la administración anterior para seguir reduciendo precios”, opinó la directora de Fide.
El ingreso de importaciones a precios de dumping, por subfacturación o, directamente, por contrabando reduce los precios internos, al tiempo que destruye puestos de trabajo. La desocupación, a su vez, disciplina los salarios a la baja. Los bienes que más cayeron fueron los de los sectores menos concentrados y más desprotegidos frente a la competencia externa. Los mismos que sufrieron la mayor cantidad de quiebras y de pérdidas de empleos. Empujados por la competencia de la industria brasileña, del calzado son los que más retrocedieron. Desde 1996, los zapatos de mujerbajaron un 51 por ciento y los de niños, un 25 por ciento. En el mismo período cerraron 720 pymes del sector y casi 10.000 personas fueron despedidas. Un proceso similar sufrió el sector indumentaria, con una baja de precios promedio del 33 por ciento. En este caso, fue la competencia de del sudeste asiático la que obligó a trabajar a pérdida a la industria nacional, con su secuela de cierres y despidos.
En la nueva composición del IPC, el INdEC tomó en cuenta que más del 50 por ciento de las ventas minoristas se realizan a través de supermercados. Las cadenas registran precios inferiores a los pequeños comercios, pero esa reducción ha sido fruto de las rebajas que logran de los proveedores, que resignan rentabilidad, en muchos casos, hasta terminar en la quiebra. El otro factor que deprime precios de la nueva canasta familiar es la incidencia de los productos de segundas marcas, con valores de hasta una 60 por ciento más bajos que los líderes. La caída del poder adquisitivo de la clase media y la baja cambió sus respectivos hábitos de consumo. Casi la mitad de la población reemplazó las primeras marcas por otras de menor precio. Así, la facturación de los supermercados en los primeros cinco meses del año cayó un 1,5 por ciento, pero las ventas en volumen crecieron un 2,5 por ciento. La nueva tendencia obligó a las empresas a reducir sus precios, resignando, en parte, el valor marca y reduciendo sus ganancias.
La rentabilidad de las empresas también se ve afectada porque la deflación, al igual que la inflación, desequilibra los precios relativos. Por caso, la tasa de interés, en los últimos cuatro años, lejos de disminuir, aumentó, incrementando los costos de las empresas. La tasa real creciente aumenta los pasivos, al tiempo que la deflación deprecia los activos. Ese efecto pinza sobre el balance estrangula a las empresas.
El desafío del equipo de Machinea es sacar a la economía de la trampa de la deflación, que sería ingresar en un sendero de crecimiento sostenido, con aumento del consumo, un poco de inflación y mejora en los ingresos. El riesgo reside en que no encuentre esa salida, y lo que hoy es una deflación con recesión se transforme en depresión.

Los sectores mas perjudicados

Calzado: Suela gastada
Presionados por la competencia de los productos brasileños, los calzados de mujer bajaron en promedio un 51 por ciento, los de chicos un 25 por ciento y los de hombre un 10 por ciento en los últimos cuatro años. Para muchos fabricantes esa deflación significó la quiebra. Desde 1996 cerraron 720 pequeñas empresas, que dejaron en la calle a casi 10 mil empleados. “El calzado que llega desde Brasil es más barato porque está subsidiado por el Estado, pero, además, porque es de una calidad muy inferior a la de los productos argentinos”, señaló a Cash Carlos Bueno, presidente de la cámara que agrupa al sector. “Mientras la gente pudo mantener su nivel de vida, compraba los zapatos y las zapatillas que le gustaban y que sabía le iban a durar. En la actualidad compra lo más barato que encuentra”, detalló. En el último lustro las importaciones de calzado brasileño pasaron de 9,0 a 19,5 millones de pares anuales.

Indumentaria: En cueros
La fuerte caída de los precios de la indumentaria se debió a la retracción de la demanda y a la venta de ropa ilegal. Desde 1996 los precios bajaron un 33 por ciento. Como consecuencia, la industria del sector está en vías de extinción. Ni siquiera las grandes compañías se salvaron del naufragio. La semana pasada presentó convocatoria de acreedores la textil Vitamina, perteneciente al fondo de inversión AVP. En el país se venden 212 millones de prendas al año, un 12 por ciento menos que hace cinco años. El 40 por ciento de los despachos corresponde a mercaderías ingresadas de contrabando o fabricadas en talleres clandestinos con mano de obra casi esclava. “La ineficiencia de la Aduana y la total falta de controles de la policía de trabajo fue una constante durante la última década, que mandó a la quiebra a cientos de empresas”, indicó a Cash Ignacio De Mendiguren, presidente de la Cámara de la Indumentaria.

 

PEDRO LACOSTE economista

“Deben bajar los servicios privatizados”

¿Qué perjuicios tiene para la economía la deflación?
–La caída continua de precios genera tres consecuencias negativas: el agravamiento del déficit fiscal, el desequilibrio de los precios relativos y la retracción de la actividad. Argentina eligió recuperar competitividad vía el doloroso camino de la deflación y entró en un ciclo perverso: cuanto más bajan los precios, peor es la recesión.
¿Se puede salir de este círculo vicioso dentro del esquema de convertibilidad?
–Sí, pero no con la actual política económica. El Gobierno espera recuperar la actividad gradualmente, con pequeños retoques, y no lo va a lograr. Es perseverar en el error. Lo que se debe hacer es un shock deflacionario, de una sola vez, renegociando los precios de los servicios públicos. Es la única manera de que la economía gane competitividad y las empresas recuperen rentabilidad e inviertan.
¿Con la rebaja de las tarifas de los servicios públicos es suficiente para que las empresas vuelvan a tener rentabilidad?
–Todas las compañías privatizadas deberían bajar los precios. Los combustibles, el transporte, los peajes, las comunicaciones, el gas y la luz. Hay empresas que han rebajado sus precios más de un 20 por ciento, sin poder disminuir sus costos. Si esta situación se mantiene en el tiempo, terminarán en la quiebra.
Es difícil conseguir que bajen los precios de los servicios públicos cuando hay contratos firmados con cláusulas de indexación.
–Es cierto, pero el Gobierno cuenta con elementos suficientes para negociar. El problema es que se está actuando al revés. Se les están ofreciendo extensiones de los contratos a cambio de inversiones. No es necesario regalarles mercados cerrados. En el único sector que parecía que se iba en el camino correcto era en el de las comunicaciones, pero el lobby de las telefónicas establecidas les quebró el brazo.
¿Entonces la economía seguirá con el ciclo deflación-recesión?
–De estos procesos se sale por las buenas o por las malas. La caída de precios golpea la recaudación. Los inversores no van a aceptar un mayor déficit fiscal y la sociedad no se banca otro ajuste. El Gobierno tendrá que decidir pronto para que los mercados no decidan por él.

MERCEDES MARCO DEL PONT directora de FIDE

“Estamos en un círculo perverso”

¿Por qué los precios siguen cayendo?
–La economía entró en un círculo perverso de deflación y recesión y, salvo una mejora abrupta del contexto internacional, que incremente fuertemente el ingreso de capitales, los precios seguirán bajando. Es una característica de las economías con tipo de cambio fijo. Cuando se suceden crisis financieras como la de los últimos años (Tequila, Asia, Rusia y Brasil), y los capitales huyen, el país no tiene posibilidad de realizar políticas monetarias compensatorias. Entonces, la restricción de liquidez se traduce en caída del nivel de actividad y, en consecuencia, en deflación de precios.
¿Cómo se sale de este ciclo negativo?
–Dentro de la convertibilidad es muy difícil. Argentina es el país que más sufrió las consecuencias de las crisis financieras y uno de los pocos que no están creciendo en este momento. La demanda interna está achatada por la desocupación y la regresividad distributiva y las exportaciones, aunque están creciendo, tienen escasa incidencia en el PBI total. No quedan nichos de rentabilidad que permitan esperar inversiones importantes, como fueron, en el pasado, las privatizaciones.
El Gobierno espera salir de la recesión en los próximos meses...
–Las medidas que tomó hasta el momento el equipo económico profundizan el ciclo deflación-recesión. La rebaja de salarios del sector público fue más una señal para ser imitada por el sector privado que un ajuste fiscal. La receta la dio Domingo Cavallo, cuando en 1991 dijo que los precios internos tenían que converger con los internacionales para mantener el tipo de cambio. El actual gobierno se limitó a mantener las reglas del juego.
Un grupo de economistas opina que, cuando los precios de los bienes y servicios no transables se acomoden a los internacionales, terminará la deflación.
–Puede sonar bien en teoría, pero los no transables importantes son los servicios privatizados, que siguen subiendo, porque se indexan por el IPC norteamericano. Incluso, como son los únicos nichos que tiene el Gobierno para atraer inversiones, no vamos a poder ver las negociaciones a la baja que se prometieron el año pasado.