Entre la PC y el colchón,
Para que exista la Convertibilidad es necesario que exista el
Banco Central, que existan los bancos operativos y que el público
demande base monetaria. Si llegara el día en que todo eso
desapareciera, también desaparecería la Convertibilidad,
más allá de cualquier decisión política.
¿Pero puede llegar a ocurrir algo semejante? Según
algunos augures, sí, y además muy pronto, tanto
como tarde el dinero electrónico en desplazar a las formas
tradicionales de dinero.
En ese futuro, al que la Argentina quiere incorporarse con la
masificación de las PC y de Internet, la gente no vería
ya razón para depositar su plata en los bancos. Más
sencillo será virtualizarla, manteniéndola no en
cuentas bancarias sino en tarjetas con memoria o en sus propias
computadoras. Como custodios de los activos monetarios podrían
actuar firmas de computación, que a su vez efectuarían
los créditos y débitos entre diferentes personas
o empresas para saldar cualquier transacción.
La gran ventaja del billete frente al dinero-e (e-money) es su
anonimato: se sabe quién lo emitió, pero no quién
lo tiene. Con el dineroe ocurriría exactamente al revés.
Sin embargo, el propio Banco Central le está matando esa
ventaja al billete con la legislación antilavado, al obligar
a dejar las huellas digitales en todas las transacciones relevantes.
Para algunos, la banca central podría en todo caso subsistir
como un operador político en el mercado de dinero-e para
seguir regulando las tasas de interés de corto plazo. O
podría incluso forzarse el curso de sus billetes al darles
exclusivo poder cancelatorio para pagar impuestos.
Si alguna vez se habló del velo monetario,
ahora parece acercarse el momento de descorrerlo, arrastrando
en su caída a la Convertibilidad. Si alguien se acuerda
de que ésta se implantó para terminar con la hiperinflación,
tendrá que preguntarse para qué se la sostiene cuando
ya llevamos años de deflación, contexto en el que
la demanda de dinero está asegurada porque hasta en el
colchón rinde un interés.