El
jamón del sandwich
Villa
Amelia es un pequeño pueblo santafecino de 1000 habitantes.
En esa localidad el servicio telefónico, como tantos otros,
es atendido desde siempre por una cooperativa. Del mismo modo que
lo hacen otras 300 cooperativas a lo largo y ancho del país
en zonas alejadas de centros urbanos, abarcando el 20 por ciento
del territorio. En Villa Amelia está instalado el Frigorífico
Paladini, corazón económico del pueblo. A partir del
9 de noviembre cuando se abra el mercado de telecomunicaciones,
si se mantiene las reglas del actual marco de desregulación,
un nuevo operador telefónico tendrá la posibilidad
de instalarse en Villa Amelia. Deberá invertir 2 pesos por
habitante, que es la única exigencia fijada por la reglamentación
de la apertura. Con apenas 2000 pesos abrirá la puerta de
la competencia. La lógica económica dice que el objetivo
de esa nueva compañía será la de capturar a
los clientes para brindarles el servicio de larga distancia y, fundamentalmente,
a los de mayores consumos, como Paladini. Sólo tendrá
que pagar 1 centavo por minuto de comunicación a la cooperativa,
que deberá mantener el servicio básico local. El resultado
previsible de esa ecuación del negocio será la quiebra
de la cooperativa, cuyos ingresos están integrados entre
60 y 70 por ciento por llamadas de larga distancia.
La bienvenida apertura del mercado de telecomunicaciones a la competencia
puede dejar a las cooperativas como el jamón del sandwich.
En estos momentos, el debate (costo de interconexión y servicio
universal) está planteado entre extremos: Telefónica
y Telecom (España, Francia e Italia) por una lado; AT&T,
GTE-CTI, Bell South-Movicom y otras (todas de Estados Unidos) por
otro. O de otra forma: la pelea por mantener ciertos privilegios
de monopolio versus la concepción ultraliberal de un mercado
con apertura total. También está en juego la definición
del Gobierno acerca de qué alianza económica privilegiará;
si con las compañías americanas o con las europeas.
En esa puja empresaria de miles de millones de dólares, la
más importante que enfrenta en su corta gestión Fernando
de la Rúa, las cooperativas no son tenidas en cuenta. Vale
destacar que esas unidades económicas fuera de moda
del discurso único atienden a 500 mil usuarios telefónicos,
que representan el 5 por ciento del mercado. Emplean a 3000 trabajadores
en forma directa, y a 14 mil en forma indirecta. Por ejemplo, todo
el servicio telefónico de Catamarca es cubierto por cooperativas;
también todo Jujuy, menos la capital.
En el decreto de desregulación no son consideradas con sus
particularidades, sino que son equiparadas a Telefónica y
Telecom. Pero éstas si llegan a perder alguna zona a manos
de las nuevas operadoras tendrán la posibilidad de compensar
ese quebranto en otras áreas. Pero a las cooperativas no
les serán tan fácil. La respuesta del Gobierno es
que las cooperativas compitan en otras zonas. Por caso, la mencionada
arriba de Villa Amelia que vaya a pelear el mercado de Rosario,
propuesta que se sabe inviable.
En la práctica, en la nueva reglamentación cargan
con todos los castigos por el monopolio ejercido en los últimos
diez años de Telefónica y Telecom, sin haber gozado
de sus beneficios. Por ese motivo reclaman un tratamiento especial,
con áreas de exclusividad o, en su defecto, subsidios por
operar en zonas marginales. El Gobierno dice preocuparse por la
situación de las cooperativas pero en los hechos no hace
nada. Lo que sucede es que tanto en Economía como en la Secretaría
de Comunicaciones quiere una apertura total para que ingresen las
compañías americanas con el principal objetivo de
bajar tarifas. Pero ese beneficio que De la Rúa podrá
capitalizar políticamente en el corto plazo, puede llegar
a tener un costo elevado en el mediano y largo, tanto en creación
de empleo, en competencia y también en el nivel de las tarifas
si se deja el mercado de las telecomunicaciones a una competencia
salvaje.
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