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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 JULIO 2000








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


El jamón del sandwich

Villa Amelia es un pequeño pueblo santafecino de 1000 habitantes. En esa localidad el servicio telefónico, como tantos otros, es atendido desde siempre por una cooperativa. Del mismo modo que lo hacen otras 300 cooperativas a lo largo y ancho del país en zonas alejadas de centros urbanos, abarcando el 20 por ciento del territorio. En Villa Amelia está instalado el Frigorífico Paladini, corazón económico del pueblo. A partir del 9 de noviembre cuando se abra el mercado de telecomunicaciones, si se mantiene las reglas del actual marco de desregulación, un nuevo operador telefónico tendrá la posibilidad de instalarse en Villa Amelia. Deberá invertir 2 pesos por habitante, que es la única exigencia fijada por la reglamentación de la apertura. Con apenas 2000 pesos abrirá la puerta de la competencia. La lógica económica dice que el objetivo de esa nueva compañía será la de capturar a los clientes para brindarles el servicio de larga distancia y, fundamentalmente, a los de mayores consumos, como Paladini. Sólo tendrá que pagar 1 centavo por minuto de comunicación a la cooperativa, que deberá mantener el servicio básico local. El resultado previsible de esa ecuación del negocio será la quiebra de la cooperativa, cuyos ingresos están integrados entre 60 y 70 por ciento por llamadas de larga distancia.
La bienvenida apertura del mercado de telecomunicaciones a la competencia puede dejar a las cooperativas como el jamón del sandwich. En estos momentos, el debate (costo de interconexión y servicio universal) está planteado entre extremos: Telefónica y Telecom (España, Francia e Italia) por una lado; AT&T, GTE-CTI, Bell South-Movicom y otras (todas de Estados Unidos) por otro. O de otra forma: la pelea por mantener ciertos privilegios de monopolio versus la concepción ultraliberal de un mercado con apertura total. También está en juego la definición del Gobierno acerca de qué alianza económica privilegiará; si con las compañías americanas o con las europeas. En esa puja empresaria de miles de millones de dólares, la más importante que enfrenta en su corta gestión Fernando de la Rúa, las cooperativas no son tenidas en cuenta. Vale destacar que esas unidades económicas “fuera de moda” del discurso único atienden a 500 mil usuarios telefónicos, que representan el 5 por ciento del mercado. Emplean a 3000 trabajadores en forma directa, y a 14 mil en forma indirecta. Por ejemplo, todo el servicio telefónico de Catamarca es cubierto por cooperativas; también todo Jujuy, menos la capital.
En el decreto de desregulación no son consideradas con sus particularidades, sino que son equiparadas a Telefónica y Telecom. Pero éstas si llegan a perder alguna zona a manos de las nuevas operadoras tendrán la posibilidad de compensar ese quebranto en otras áreas. Pero a las cooperativas no les serán tan fácil. La respuesta del Gobierno es que las cooperativas compitan en otras zonas. Por caso, la mencionada arriba de Villa Amelia que vaya a pelear el mercado de Rosario, propuesta que se sabe inviable.
En la práctica, en la nueva reglamentación cargan con todos los castigos por el monopolio ejercido en los últimos diez años de Telefónica y Telecom, sin haber gozado de sus beneficios. Por ese motivo reclaman un tratamiento especial, con áreas de exclusividad o, en su defecto, subsidios por operar en zonas marginales. El Gobierno dice preocuparse por la situación de las cooperativas pero en los hechos no hace nada. Lo que sucede es que tanto en Economía como en la Secretaría de Comunicaciones quiere una apertura total para que ingresen las compañías americanas con el principal objetivo de bajar tarifas. Pero ese beneficio que De la Rúa podrá capitalizar políticamente en el corto plazo, puede llegar a tener un costo elevado en el mediano y largo, tanto en creación de empleo, en competencia y también en el nivel de las tarifas si se deja el mercado de las telecomunicaciones a una competencia salvaje.