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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 JULIO 2000









¿Dónde está la salida?

 

Por Roberto Navarro

Un mes atrás la pregunta era: ¿terminó la recesión? Los indicadores económicos conocidos en los últimos días dieron la respuesta: no. En junio cayó el Estimador Mensual Industrial por tercer mes consecutivo, las ventas de supermercados y shoppings no repuntaron, y continuó la deflación de precios. Ahora, con ese escenario, la pregunta es: ¿por qué la economía argentina no crece? Si Estados Unidos cumplió su noveno año consecutivo de crecimiento económico, si Europa avanza a paso sostenido que le permite bajar su histórica elevada desocupación, si los países del sudeste asiático dejaron atrás la crisis y viven un período de recuperación y si hasta Brasil, después de la tormenta que provocó al devaluar su moneda, ya despegó, ¿qué pasa con Argentina? Si en este contexto mundial de fiesta la economía sigue estancada, ¿qué va a pasar cuando los buenos vientos internacionales cambien de dirección? La recesión, que en junio cumplió dos años, se convirtió en un laberinto del cual la economía no puede escapar. ¿Dónde está la salida? Cash consultó a diez de los más importantes economistas del país, representantes de todo el espectro ideológico. Las preguntas fueron: 1) ¿Por qué la economía argentina no crece? 2) ¿Qué hay que hacer?
Hace apenas un año la mayoría de los economistas necesitaba pocas palabras y menor esfuerzo para contestarlas: “Un fuerte ajuste en los gastos del Estado”, aconsejaban. Así, aseguraban, se entraría en el círculo virtuoso de disminución del déficit fiscal, mayor confianza, baja del riesgo-país, caída de tasas de interés, incremento de la inversión, aumento de la actividad y, finalmente, más empleo. La estrategia había demostrado efectividad con Domingo Cavallo y con Roque Fernández. Pero esta vez esa fórmula falló: el equipo económico liderado por José Luis Machinea instrumentó el mayor ajuste del que se tenga memoria y la economía no despegó. La rebaja de salarios de los empleados estatales, el aumento de impuestos, la suspensión casi total de la obra pública, el recorte de los planes Trabajar y el resto de las medidas de austeridad se sumaron a la desinversión privada y el mercado interno se desplomó. Las exportaciones, empujadas por el aumento del petróleo, crecieron un 13 por ciento en el primer semestre, pero las ventas externas sólo representan el 9 por ciento de la economía nacional y el aumento de la rentabilidad de las petroleras (casi todas de capitales extranjeros) no derrama prosperidad sobre el resto de la sociedad.
En la actualidad, hasta los economistas más ortodoxos incluyen entre sus consejos un camino de salida mucho más complejo de transitar que el simple recorte de gastos. El desafío, coinciden, es mejorar la competitividad. El shock tecnológico en el último lustro volvió a ensanchar la brecha de capacidad de producción entre las naciones desarrolladas y el resto. Los asiáticos y varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil y Chile, mejoraron su competitividad devaluando sus monedas. Argentina no hizo ni una cosa ni la otra. La deflación de precios y salarios, que es una forma de devaluar porque reduce los costos en dólares, no alcanzó para mejorar la performance externa, pero fue nociva para la rentabilidad de las empresas y desalentó la inversión. La inflexibilidad a la baja de las tasas de interés y la indexación de los servicios públicos privatizados terminaron de dejar fuera de competencia a la economía argentina.
Hasta el momento, las iniciativas del Gobierno para reducir los costos de producción fracasaron. El reciente aumento de la tarifa de gas es un ejemplo. Si la fórmula mágica del ajuste fiscal ya no es suficiente y la búsqueda de competitividad es un camino poblado de obstáculos, ¿cuál es la salida?

1 ¿Por qué la economía argentina no crece?

2 ¿Qué hay que hacer?

Héctor Walter Valle
presidente de FIDE


1. Luego de diez años, el modelo de convertibilidad ha provocado un severo problema de demanda. Y las políticas de ajuste ortodoxo profundizan esa distorsión: el mercado interno, especialmente para bienes nacionales, se pulverizó debido al deterioro en el poder adquisitivo de los asalariados; las exportaciones, con la sola excepción de las ventas a Brasil, se primarizaron, con lo que, aun creciendo, tienen limitados efectos multiplicadores sobre el crecimiento y el empleo; la inversión es la variable que más cayó por la ausencia de rentabilidad en los sectores productivos y el recorte de la inversión pública.

2. Resulta ineludible definir cuáles son los objetivos de mediano y largo plazo para el desarrollo económico sin exclusión social. A partir de tales definiciones, es necesario plantear una alternativa al actual esquema de convertibilidad con tipo de cambio fijo, para recuperar la soberanía monetaria, establecer una política fiscal más progresiva y garantizar que no queden hogares en la Argentina por debajo de la línea de pobreza. Se trata de crear un conjunto de condiciones que atraigan a la inversión de riesgo y desplacen la valorización financiera por la productiva. Vale decir, instalar una lógica alternativa para el proceso de acumulación y reproducción, que revalorice el mercado interno, justifique la sustitución de importaciones y avance hacia un espectro de exportaciones con mayor valor agregado.

Federico Poli
economista de la UIA

1. La economía tiene un problema de competitividad, generado por la distorsión de precios relativos y agravado por la actual deflación de precios de los bienes transables, que convive con la inflexibilidad a la baja de los costos y con la indexación de tarifas de los servicios públicos privatizados. En la última década no se avanzó en reformas ineludibles, como la regulación a las prácticas abusivas de las grandes cadenas comercializadoras y una reforma en serio de instituciones como la DGI y la Aduana. Estas tareas pendientes hoy se constituyen en agravantes de la situación recesiva.

2. Para salir del círculo perverso de recesión con deflación se debe implementar un shock de financiamiento, con refinanciación de pasivos, e impulsar la demanda, mediante un subsidio para desempleados. Hay señales importantes del Gobierno, como los avances en el programa de infraestructura y las recientes medidas de administración del comercio exterior (salvaguardia en calzado y antidumping en sector avícola) en sectores de mano de obra intensivo, que tendrán claros efectos sobre el empleo y el nivel de actividad. También la firme decisión política mostrada por el Ejecutivo de combatir la evasión y el contrabando son fundamentales.

Guillermo Mondino
Fundación Mediterránea


1. Argentina ha tenido una pérdida de competitividad con respecto de otros países en los últimos cuatro años. Las reformas necesarias para que la economía se adaptara rápidamente a los cambios tecnológicos han estado ausentes. Y, en algunos casos, se actuó de manera contraria a lo que había que hacer. La reforma laboral de Erman González, las reformas tributarias de Roque Fernández y un ambiente político poco favorable a la inversión fueron factores negativos para la economía. Este gobierno tomó una serie de medidas en la dirección correcta, pero parciales. Estamos ante un plan económico incompleto.

2. Para volver a crecer a un 6 por ciento anual hay que instrumentar un programa gigantesco, esto no se arregla con parches. Hay que solucionar el problema fiscal, con reducciones de gastos sistemáticas y significativas que involucren a las provincias. Se debe llevar adelante una reforma estructural muy profunda, con medidas pro competitividad, que incluyan una muy importante reforma tributaria y un proceso generalizado de desregulación de actividades económicas y de apertura de mercados. También una apertura comercial externa más agresiva y un programa de reorientación de los recursos fiscales hacia una mayor atención del desarrollo de infraestructura.

Andrés López
Cenit


1. Convertibilidad y keynesianismo son, para bien o para mal, enemigos. Así que de la crisis se sale en función de los “animal spirits” de los agentes privados. Si el Gobierno comienza su mandato anunciando que la situación de la economía es crítica y aumentando fuertemente la carga impositiva, no es ilógico que las empresas demoren decisiones de invertir, que se retraiga el consumo y que la prima de riesgo país siga siendo alta. Esto, sumado a la evidente falta de cohesión del Gobierno en temas clave, ha terminado por generar un ambiente de expectativas negativas que puede conducir, incluso, a una nueva recesión abierta.
2. En el corto plazo es urgente revertir las expectativas pesimistas y rezar para que la situación internacional nos ayude un poco más. Si se logra salir del pozo recesivo, hay que pensar ya en cómo hacer para que la trayectoria de crecimiento sea sustentable. Para eso es necesario crear condiciones para que aumenten los coeficientes de ahorro interno e inversión y se eleve fuertemente el nivel de exportaciones, diversificando y desprimarizando su composición. Además, habrá que adoptar políticas selectivas de impulso a sectores con alto potencial de crecimiento, en especial los intensivos en conocimiento.

Bernardo Kosacoff
Cepal

1. El problema es nuestra estructura productiva. Ha resultado muy difícil transitar el camino de la producción de bienes primarios a otros de mayor valor agregado. Necesitamos más diseño, más calidad, más sofisticación. No sólo para competir en mercados externos, sino también para sustituir importaciones en el ámbito doméstico. Existe un problema muy complejo, que es el escaso desarrollo de las tramas productivas. No se crearon las vinculaciones entre las pequeñas y medianas empresas con las grandes, imprescindibles para generar entornos de producción más sofisticados.

2. Son necesarias muchas acciones simultáneas: una estrategia para organizar el entramado productivo; desarrollar capacidad innovativa; salir a conquistar nuevos mercados, pero basándose en la calificación del recurso humano y no en la rebaja del costo del salario, y tener un muy buen sistema que difunda, promueva y genere innovación tecnológica. Para esto hay que fortalecer las instituciones y los programas de política pública, inyectar competencia en los mercados y desarmar aquellas áreas en las que hay escasa concurrencia.

Rodolfo Santangelo
M&S Consultores


1. La economía argentina está como un disco rayado. El equipo económico pretende que baje el riesgo país, para que entren capitales y haya reactivación; los inversores quieren primero reactivación, para luego confiar y hacer bajar el riesgo país. ¿Quién tira la primera piedra? El boom de inversiones que hubo hasta 1998 se detuvo, porque la deflación redujo la rentabilidad más que los costos y aumentó la tasa de interés real. Las exportaciones crecieron un 13 por ciento pero basadas, principalmente, en el aumento del precio del petróleo, que en el corto plazo no arrastra a otros sectores. El contexto internacional de la Argentina exportadora es malo: los precios agrícolas son bajísimos, el tipo de cambio en Brasil sigue alto y el dólar está demasiado fuerte.

2. Para crecer sostenidamente al 5 por ciento se debe pulverizar el riesgo soberano. Hay que darle a la deuda pública la misma protección que la convertibilidad le da al peso y que las exigencias del BCRA les dan a los depositantes. Crearle un blindaje financiero precautivo a la deuda pública, que convenza a los inversores de que el riesgo de cesación de pagos es cero, para que el Estado y el sector privado puedan acceder a los mercados a costos declinantes. Como no podemos lucrar con el crecimiento de Estados Unidos, necesitamos que nos ayuden a blindar la deuda con un acuerdo como el que tiene México con la Reserva Federal y el Tesoro norteamericano. Podría ser un primer paso a una Unión Monetaria Americana. Con un riesgo país razonable, las inversiones vuelven y la economía se reactivaría pronto. Entonces, la agenda para consolidar la reactivación debería ser: ataque a la evasión, para asegurar la meta de déficit cero en 2003; contratar 100 managers internacionales que cobren salarios de mercado si, y sólo si, cumplen metas de eficientización del gasto público; reformulación íntegra del financiamiento previsional para abatir el costo laboral; acordar con las provincias más grandes para que aumenten el autofinanciamiento a cambio de menores impuestos nacionales y menos coparticipación.

Carlos Pérez
Fundación Capital

1. Hasta hace un mes estábamos en estancamiento económico. Hoy veo posibilidades claras de que estamos arrancando. ¿Por qué tardamos tanto en salir? El ajuste es bueno a largo plazo. Pero el impuestazo, la moratoria y la baja de salarios son todos instrumentos que, en el corto plazo, pueden resentir la actividad. Y si se los utiliza en forma gradual, es peor. El trago amargo que significan esas medidas, por el deterioro de las expectativas y por la disminución del ingreso disponible, se extendió en el tiempo. Entonces, la gente no gasta porque nunca sabe si el ajuste terminó.

2. Con la economía de Estados Unidos entrando en un aterrizaje suave, Brasil consiguiendo una mejora en su calificación, el aumento de las reservas argentinas y la caída del riesgo país, pareciera que el país está por despegar. En la medida en que los consumidores no se vean castigados, que no vuelvan a aparecer ajustes, el país va a recuperar el crecimiento. Ya aparecieron señales, como el Plan de Viviendas, el Plan PC y el Plan de Infraestructura, que alientan las expectativas de la sociedad. Para hablar de crecimiento sustentable hay que asegurarse la solvencia fiscal y corregir el problema de competitividad.

Claudio Lozano
IDEP-CTA

1. El Gobierno transformó a la recesión con deflación y desocupación en el camino para oxigenar el régimen convertible. Así, todas sus políticas (impuestazo sobre las capas medias, reducción del gasto público nacional y provincial, poda salarial) han tenido impacto negativo sobre la demanda agregada. La única apuesta reactivante del oficialismo se concentró en el dinamismo de las exportaciones. Pero éstas, en tanto que representan sólo el 9 por ciento del Producto Bruto Interno y que sólo 300 empresas concentran el 85 por ciento del total, aunque crezcan al 12 por ciento anual, no sacan al país del estancamiento.

2. Ampliar la demanda interna creando un seguro de empleo y formación para jefes de hogar desocupados de 380 pesos y una asignación universal por hijo de 60 pesos. Esto supone colocar en el mercado 9600 millones de dólares que, por el efecto multiplicador del consumo, implicarían un incremento en la demanda interna superior a los 20 mil millones de dólares. El aumento de la demanda se financia con mayor recaudación, procedente del mayor consumo (4000 millones), con la reasignación de los planes sociales (3700 millones), restituyendo aportes previsionales a los grandes contribuyentes del sector no transable (1500 millones), eliminando exenciones en ganancias (5000 millones) e incrementando la presión impositiva sobre el consumo superior (1000 millones).

Pedro Lacoste
Pedro Lacoste y Asociados


1. Hay razones macro y microeconómicas. Entre las primeras, una política monetaria restrictiva en Estados Unidos –que es quien fija el piso de nuestras tasas de interés– en momentos en que la situación de deflación que vivimos clamaría por lo contrario. Simultáneamente, un ajuste fiscal que, con suba de impuestos y rebaja de salarios, genera una reducción de la demanda agregada. Entre las razones microeconómicas, hay un consumidor precavido por su incertidumbre laboral y una inversión que no encuentra proyectos rentables, debido a que la deflación de estos últimos años descolocó a los sectores que no tienen capacidad oligopólica o contractual para imponer sus precios frente a los que sí lo hacen.

2. Un shock deflacionario, de una sola vez, que corrija la distorsión de precios relativos, renegociando los precios de los servicios públicos y revisando aquellos sectores claves, como las naftas, donde hay abusos monopólicos. Al mismo tiempo, reducir los impuestos distorsivos, junto con un compromiso de restricción del gasto público primario a nivel federal y provincial. Negociar más seriamente con el FMI, para que los organismos internacionales financien transitoriamente una política fiscal más expansiva. De lo que se trata es de hacer de una sola vez lo que, sino, se irá haciendo en cuotas, con un profundo desgaste social y político.

Javier González Fraga
ex presidente del BCRA

1. El actual estancamiento se debe a que no hay inversiones ni de los capitales nacionales ni del exterior. Falta una locomotora de crecimiento, como fueron en su momento las privatizaciones; la estabilidad de precios, que generó un boom de financiamiento de consumo, y el Mercosur. Del exterior no vienen inversiones porque el Estado se chupa todos los fondos disponibles y porque la convertibilidad no goza de un gran prestigio internacional. En el mundo están de moda los tipos de cambio flotantes y se duda de que el país pueda mantener la actual paridad cambiaria.

2. Hay que hacer dos cosas: mantener la solvencia fiscal para ahuyentar fantasmas y crear las condiciones para tener un shock exportador. No alcanza con reducir el déficit de las cuentas públicas, hay que reasignar el gasto para que haya menor costo en la estructura de gobierno y mayores posibilidades de apoyo a las actividades exportadoras. Instrumentar reintegros o reducción de impuestos y disminución del costo laboral y de los servicios. Agotadas las locomotoras del pasado, hay que reinventar una locomotora basada en las exportaciones. Hay que crear condiciones de rentabilidad para exportar. Para crecer hacia adentro, tenemos que endeudarnos, hay que crecer hacia afuera.