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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
6 AGOSTO 2000








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


Los muertos ya no dan para vivir

Es mentira que todo crezca en Estados Unidos. Sin ir más lejos, el número de muertes está estancado en 2,3 millones anuales desde 1998, cuando antes crecía uno por ciento anual. Es quizá donde más efectiva se mostró la política del anciano Alan Greenspan. Esto asestó un duro golpe a la industria funeraria, cuyas mayores corporaciones se habían endeudado fuertemente para tragarse a las más chicas y agrandar su porción en un pastel de 30 mil millones de dólares anuales. Para colmo, el norteamericano occiso ya no se conforma con lacayos enlutados y espléndidas coronas. Ahora demanda algo menos convencional, como por ejemplo funerales a todo jazz en Nueva Orleans, cremación y un sitio permanente en Internet para perpetuar su memoria, todo lo cual implica mayores costos que no pueden trasladarse a los precios, que siguen promediando unos 5000 dólares por fiambre. La crisis aguzó el ingenio empresario, propendiendo a difundir los planes mortuorios familiares prepagos y los paquetes corporativos con descuento para que las grandes empresas puedan ofrecérselos a sus dependientes como beneficio extra para cuando les toque descender al hoyo. La crisis afecta incluso a la gigantesca SCI (Service Corporation International), que en su página de Internet garantiza “paz, confianza, respeto” y promete despachar al finado hacia el otro mundo con “cuidado, compasión y dignidad”. SCI maneja sólo en Estados Unidos 1500 tanatorios y tiene 400 cementerios asociados, pero yace sepultada bajo una deuda de 3800 millones. Según Joseph Chiarelli, analista del negocio postmortem de JP Morgan, los pulpos del luctuoso sector se gastaron 9300 millones durante los ‘90 para absorber otras pompas fúnebres más pequeñas, pagando precios basados en proyecciones demasiado optimistas sobre el futuro ritmo de defunciones. La cuarta firma en importancia, Loewen, bordea incluso el óbito. Para conseguir fondos, ahora que los inversores huyen de un nicho que ven muerto, SCI resolvió vender sus subsidiarias en un renglón estrechamente vinculado: los seguros de vida.