Cómo
afectará el escándalo del Senado al plan
The coimanomics
Sebastian
Edwards, ex economista-jefe del Banco Mundial, dice que si no se
resuelve la crisis, habrá desvío de inversiones a
Brasil.
Por
Maximiliano Montenegro
Hay
dos visiones en el establishment de cómo puede afectar el
escándalo como lo denominan en la city
de las coimas en el Senado sobre la economía. La optimista
se basa en el repunte que experimentaron los títulos de la
deuda argentina en la semana, cuando el escándalo alcanzó
niveles inéditos de tensión para la última
década. Desde esa perspectiva, lo que importa es que los
indicadores de la economía real sigan mostrando una incipiente
reactivación. Si la producción industrial cae,
la crisis va a retumbar fuerte; pero si aumenta, el mercado ya va
a encontrar una explicación para justificar la mejora en
el riesgo país y la baja en las tasas de interés,
explica un analista de la city. Y agrega: Lo más probable
es que digan que todo esto sirve para limpiar al sistema de los
políticos corruptos, y sigan haciendo negocios, afirma,
pragmático. Obviamente, si los síntomas de recuperación
no se confirman el escenario sería otro.
Sin embargo, hay quienes estiman que, sea como fuere, de no resolverse
rápidamente, la crisis podría tener consecuencias
importantes sobre la economía, en especial si empieza a rozar
a importantes figuras del Poder Ejecutivo. Dentro de este grupo
se encuentra el chileno Sebastian Edwards, ex economista-jefe del
Banco Mundial y profesor de la Universidad de Columbia. Residente
permanente en Los Angeles, Edwards se halla por estos días
en Buenos Aires. En esta entrevista con Cash, dice que si la crisis
se prolonga, puede haber un desvío importante de inversiones
hacia el socio mayor del Mercosur: Quizás el escándalo
político argentino termine siendo una inesperada bonanza
para Brasil, asegura.
La Argentina está viviendo una crisis institucional, desatada
por las denuncias de coimas en el Senado, en la que no se sabe hasta
dónde se va llegar. Hay quienes dicen que puede haber un
mani pulite local, con implicaciones institucionales
insospechadas: desde la depuración del Senado hasta la caída
de figuras importantes del Ejecutivo. ¿Cómo influye
esta situación sobre la economía?
Una lección antigua, pero a veces olvidada, de
la economía es que las instituciones son clave. Y en países
en los que las instituciones no funcionan y se caracterizan por
la corrupción, o el abuso, el desarrollo económico
demora en llegar, si es que llega. Este escándalo no es bueno
para la Argentina. Y evidentemente abre dudas importantes entre
los inversores a la hora de evaluar al país. Pero, por otro
lado, que se esté ventilando toda esta situación,
y que exista un interés de parte de la población y
de los medios de comunicación porque esto salga a la luz,
y sea investigado a fondo, puede transformarse en algo muy positivo.
Ahora, cuanto antes se resuelva, mejor para la economía.
Desde el punto de vista de los inversores, ¿hay alguien
que esté dispuesto a poner plata en el país cuando
todavía nadie logra adivinar cómo quedará parado
el Gobierno o por cuánto tiempo durará la crisis?
En este momento la incertidumbre es total. Y posiblemente
las inversiones importantes se posterguen hasta tanto no se aclare
el panorama. Si esto se resuelve rápido, no habría
mayores consecuencias. Pero si se arrastra, como aparentemente podría
ser el caso, las consecuencias serían mucho más serias.
Porque ningún inversionista espera para siempre y de tanto
esperar el próximo paso va a ser realizar las inversiones
en algún otro país. Desafortunadamente, quizás
el escándalo político argentino termine siendo una
inesperada bonanza para Brasil. Si la crisis no se resuelve con
rapidez, allí podrían localizarse inversiones que
en otro contexto habrían llegado a Argentina.
Todo este escándalo surgió a partir de la ley de
Reforma Laboral, que apuntaba a cumplir con una exigencia del Fondo
Monetario. Ahora, si el Fondo presiona al Gobierno para aprobar
una ley, éste entra en desesperación puesto que necesita
cumplir porque, si no, pierde reputación entre los mercados
y peligra la estabilidad, y finalmente aprueban una ley sin importar
los procedimientos, no habría que rever los mecanismos de
negociación con Washington...
No me cabe duda de que el Fondo Monetario como el Banco
Mundial, del cual fue economista-jefe, no avalan este tipo de comportamientos
para alcanzar ciertos objetivos de reformas.
El tema es la lógica: como desconocen el proceso político
local, exigen una ley a cualquier costo. Y en un contexto en que
para el Gobierno cuidar la estabilidad es un bien superior, entonces
sin justificar a nadie pueden alentarse comportamientos
reñidos con la ética para alcanzar ese fin.
Si la pregunta es si el Fondo y el Banco Mundial debieran
ser especialmente sensibles a las realidades culturales y políticas
de cada país, la respuesta es que sí. Pero por otro
lado hay que reconocer que el staff del Fondo ha venido estudiando
con mucho detalle el caso argentino y al proponer la reforma laboral,
como otras medidas, tomaron en cuenta que Argentina tiene hoy muy
poco espacio para maniobrar. Y tiene poco espacio porque tiene una
deuda pública muy elevada, que si no se producen ajustes
importantes va a sobrepasar lo aceptable, detonando una crisis mayúscula.
Entre estas reformas necesarias se incluye la legislación
laboral. Con un sistema de tipo de cambio fijo, la única
forma de bajar la desocupación es con más flexibilización
laboral y salarial.
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