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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
03 SEPTIEMBRE 2000








Cómo afectará “el escándalo” del Senado al plan

The coimanomics

Sebastian Edwards, ex economista-jefe del Banco Mundial, dice que si no se resuelve la crisis, habrá desvío de inversiones a Brasil.

Por Maximiliano Montenegro

Hay dos visiones en el establishment de cómo puede afectar “el escándalo” –como lo denominan en la city– de las coimas en el Senado sobre la economía. La “optimista” se basa en el repunte que experimentaron los títulos de la deuda argentina en la semana, cuando el escándalo alcanzó niveles inéditos de tensión para la última década. Desde esa perspectiva, lo que importa es que los indicadores de la economía real sigan mostrando una incipiente reactivación. “Si la producción industrial cae, la crisis va a retumbar fuerte; pero si aumenta, el mercado ya va a encontrar una explicación para justificar la mejora en el riesgo país y la baja en las tasas de interés”, explica un analista de la city. Y agrega: “Lo más probable es que digan que todo esto sirve para limpiar al sistema de los políticos corruptos, y sigan haciendo negocios”, afirma, pragmático. Obviamente, si los síntomas de recuperación no se confirman el escenario sería otro.
Sin embargo, hay quienes estiman que, sea como fuere, de no resolverse rápidamente, la crisis podría tener consecuencias importantes sobre la economía, en especial si empieza a rozar a importantes figuras del Poder Ejecutivo. Dentro de este grupo se encuentra el chileno Sebastian Edwards, ex economista-jefe del Banco Mundial y profesor de la Universidad de Columbia. Residente permanente en Los Angeles, Edwards se halla por estos días en Buenos Aires. En esta entrevista con Cash, dice que si la crisis se prolonga, puede haber un desvío importante de inversiones hacia el socio mayor del Mercosur: “Quizás el escándalo político argentino termine siendo una inesperada bonanza para Brasil”, asegura.
La Argentina está viviendo una crisis institucional, desatada por las denuncias de coimas en el Senado, en la que no se sabe hasta dónde se va llegar. Hay quienes dicen que puede haber un “mani pulite local”, con implicaciones institucionales insospechadas: desde la depuración del Senado hasta la caída de figuras importantes del Ejecutivo. ¿Cómo influye esta situación sobre la economía?
–Una lección antigua, pero a veces olvidada, de la economía es que las instituciones son clave. Y en países en los que las instituciones no funcionan y se caracterizan por la corrupción, o el abuso, el desarrollo económico demora en llegar, si es que llega. Este escándalo no es bueno para la Argentina. Y evidentemente abre dudas importantes entre los inversores a la hora de evaluar al país. Pero, por otro lado, que se esté ventilando toda esta situación, y que exista un interés de parte de la población y de los medios de comunicación porque esto salga a la luz, y sea investigado a fondo, puede transformarse en algo muy positivo. Ahora, cuanto antes se resuelva, mejor para la economía.
Desde el punto de vista de los inversores, ¿hay alguien que esté dispuesto a poner plata en el país cuando todavía nadie logra adivinar cómo quedará parado el Gobierno o por cuánto tiempo durará la crisis?
–En este momento la incertidumbre es total. Y posiblemente las inversiones importantes se posterguen hasta tanto no se aclare el panorama. Si esto se resuelve rápido, no habría mayores consecuencias. Pero si se arrastra, como aparentemente podría ser el caso, las consecuencias serían mucho más serias. Porque ningún inversionista espera para siempre y de tanto esperar el próximo paso va a ser realizar las inversiones en algún otro país. Desafortunadamente, quizás el escándalo político argentino termine siendo una inesperada bonanza para Brasil. Si la crisis no se resuelve con rapidez, allí podrían localizarse inversiones que en otro contexto habrían llegado a Argentina.
Todo este escándalo surgió a partir de la ley de Reforma Laboral, que apuntaba a cumplir con una exigencia del Fondo Monetario. Ahora, si el Fondo presiona al Gobierno para aprobar una ley, éste entra en desesperación puesto que necesita cumplir porque, si no, pierde reputación entre los mercados y peligra la estabilidad, y finalmente aprueban una ley sin importar los procedimientos, no habría que rever los mecanismos de negociación con Washington...
–No me cabe duda de que el Fondo Monetario como el Banco Mundial, del cual fue economista-jefe, no avalan este tipo de comportamientos para alcanzar ciertos objetivos de reformas.
El tema es la lógica: como desconocen el proceso político local, exigen una ley a cualquier costo. Y en un contexto en que para el Gobierno cuidar la estabilidad es un bien superior, entonces –sin justificar a nadie– pueden alentarse comportamientos reñidos con la ética para alcanzar ese fin.
–Si la pregunta es si el Fondo y el Banco Mundial debieran ser especialmente sensibles a las realidades culturales y políticas de cada país, la respuesta es que sí. Pero por otro lado hay que reconocer que el staff del Fondo ha venido estudiando con mucho detalle el caso argentino y al proponer la reforma laboral, como otras medidas, tomaron en cuenta que Argentina tiene hoy muy poco espacio para maniobrar. Y tiene poco espacio porque tiene una deuda pública muy elevada, que si no se producen ajustes importantes va a sobrepasar lo aceptable, detonando una crisis mayúscula. Entre estas reformas necesarias se incluye la legislación laboral. Con un sistema de tipo de cambio fijo, la única forma de bajar la desocupación es con más flexibilización laboral y salarial.