Negra paradoja
José
Luis Machinea tiene una oportunidad excepcional para encaminar su
gestión, con ayuda de factores externos. Hasta ahora la suerte
le era esquiva: la tasa internacional trepó al 6,5 por ciento
anual; se quedó sin la zanahoria de las privatizaciones para
inversores extranjeros; y los precios de los commodities están
deprimidos. Pero de lo que viene de afuera no todas son pálidas.
La cotización del crudo alcanzó records históricos
y para un país exportador de petróleo como Argentina
esa situación sólo debería generar euforia.
Sin embargo, valores que apuntan a 40 dólares el barril provocan
angustia y preanuncian conflictos con sectores productivos claves,
como el transporte y el campo. El Gobierno está perdiendo
una posibilidad inmejorable de mejorar la situación fiscal
y así aliviar el malestar de una sociedad sometida al ajuste
permanente. En estos momentos, con las principales economías
del mundo pendientes de la evolución del crudo, Machinea
& Cía. deberían festejar. Volvería a ser
creíble que Dios es argentino. Pero el camino que prefieren
transitar es el de una insólita no intervención en
un mercado oligopólico, acusado de actuar como cartel y con
rentas extraordinarias.
Resulta absurda la paradoja que se está dando en la Argentina.
Un país exportador de crudo no recibe las ventajas de precios
del barril por las nubes y padece todos los males derivados de ese
shock como si fuera importador. Y en este último caso sin
mecanismos de regulación que aplican naciones importadoras,
como fondos de estabilización en Chile, reservas de intervención
en Estados Unidos, regímenes de regulación en Brasil
y Europa. Machinea prefiere hacer otra cosa: nada.
Tiene la alternativa de apropiarse de una pequeña porción
de esa renta excepcional mediante la aplicación transitoria
de retenciones a las exportaciones de crudo, que se duplicaron en
lo que va del año. Podría así hacerse de recursos
que ayudarían a conseguir la ansiada solvencia fiscal sin
tantos costos para la gente. Pero los muchachos de Machinea tienen
miedo del qué dirán los mercados y ya
descartaron esa opción. Ni se les ocurrió al menos
usarla como carta de negociación con las petroleras. Resignada
esa oportunidad de recaudar fondos, el colmo para el fisco es que
devuelve a las petroleras el IVA por exportaciones. No sólo
no obtiene recursos sino que los pierde. Y si todo esto fuera poco,
el Estado no se beneficia por el aumento del precio de las naftas
porque el ITC (impuesto a los combustibles) es fijo (48 centavos
en súper y 12 en gasoil). Sufre, en cambio, un perjuicio
directo por la merma del consumo debido a los ajustes aplicados
por las compañías.
El argumento esgrimido en Economía consiste en destacar que
el Estado recibirá las mieles de esa bonanza cuando obtenga
más ingresos por el Impuesto a las Ganancias sobre la rentas
creciente de las petroleras. Será tarea, entonces, para inquietos
auditores estudiar en su momento los balances de esas compañías
y las ganancias declaradas para descubrir la contabilidad creativa
aplicada a esos ejercicios.
No hay que esperar un estudio de la Secretaría de Defensa
de la Competencia para descubrir que en el mercado de las naftas
existen acuerdos entre las empresas dominantes y que los precios
en la plaza local tienen un comportamiento desconectado de la evolución
de los internacionales. Siempre se han ubicado por encima de esos
valores de referencia, cuando en el decreto de desregulación
del sector, en 1991, se prometían precios en línea.
Como se explicó en la nota de tapa del Cash de la última
semana, mantener esa diferencia a los largo de los últimos
ocho años significó una transferencia de ingresos
de los consumidores a la industria petrolera de unos 4500 millones
de dólares, según el Instituto Argentino de la Energía
General Mosconi.
Si faltara algo más, Machinea se sienta en la mesa de negociaciones
con Repsol YPF a rogar en lugar de exigir que no aumente las naftas.
No toma en cuenta que la petrolera se benefició con rebajas
de aportes patronales sin trasladar ese beneficio a los consumidores
mediante la disminución de tarifas, como lo establecen normas
legales.
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