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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
1 OCTUBRE 2000








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


Quitapenas

Si algo logró la hiperinflación y la posterior convertibilidad es haber disciplinado a los economistas de todos los colores sobre la necesidad de buscar la solvencia fiscal del Estado. Cuando el equipo económico insiste con que su principal política es el cuidado de las cuentas públicas no conmueve a nadie. Como es fácil de entender ese objetivo no puede movilizar a la gente, que aspira a que le ofrezcan proyectos más ambiciosos. Pero tampoco genera admiración especial en consultores de la city, inversores extranjeros o técnicos de organismos financieros internacionales. No provoca adhesiones entusiastas, precisamente, porque se sabe que cualquiera que ocupara el Palacio de Hacienda tendría el mismo objetivo. Existe consenso entre los economistas que un país con deuda creciente no puede desarrollarse si a la vez tiene déficit creciente. Entonces, los esfuerzos de los muchachos de Machinea de instalar como su virtud la meta de la solvencia fiscal los lleva a la frustración de sentirse poco reconocidos por el trabajo que están haciendo. Lo que sucede es que el dilema que atraviesa hoy a la economía argentina no pasa por el equilibrio fiscal, sino en cómo se llega a esa meta. Y pocos en la Alianza y menos en el Justicialismo quieren dar ese debate. Esa resistencia se debe a que tendrían que empezar a discutir un tema que, por ahora, sólo convoca lamentos: cómo se distribuye el ingreso en el país.

Una medida incluida en el proyecto de Presupuesto del 2001 brinda pistas en ese sentido. En la iniciativa presentada en el Congreso se elimina el impuesto extraordinario a la Altas Rentas, que gravaba con una alícuota especial de Ganancias a las personas con ingresos anuales superiores a los 120 mil pesos. El argumento de Economía para suprimirlo fue que se había estipulado que ese tributo se aplicaría sólo en el 2000. También se sostuvo que ese impuesto aportó poco al Tesoro (unos 150 millones de pesos) en relación al “daño” que provocó en esos contribuyentes, que disminuyeron consumos y amplificaron el malhumor social. Vale mencionar que en ese lote de contribuyentes participan ejecutivos, financistas, economistas de la city y periodistas conocidos que cacarearon como gallinas desplumadas por ese aporte adicional al fisco. Lo cierto es que, más que cumplir con la promesa de que era por un año o porque acercó pocos recursos, Machinea aplicó su herramienta quitapenas para no irritar a los integrantes del décil más alto en la pirámide de ingresos.

Otra pista se encuentra en la decisión de mantener la rebaja salarial en el sector público. Pese a que su efecto sobre las cuentas públicas ha sido pobre porque ni el Congreso ni la Justicia acompañaron esa disposición, Economía insistió con la poda del 12 al 15 por ciento de los sueldos para el resto de la administración pública. En este caso, pese a que existen cientos de fallos de la Justicia declarando inconstitucional ese recorte, no actuó el quitapenas de Machinea. No se tomó en cuenta que esa medida se presentó también como extraordinaria y que el ahorro que generó en el Estado no fue importante. Además, ese décil de la mitad para abajo de la pirámide de ingresos también vio afectada su capacidad de consumo como los de arriba de todo. Incluso el impacto fue mayor, puesto que ese sector de asalariados consume todos sus ingresos sin posibilidad de guardar nada. En cambio, lo que afectó a los contribuyentes de Altas Rentas fue su capacidad de ahorro y no tanto sus consumos inmediatos.
La forma en que se cierre la brecha fiscal no tiene un efecto neutro sobre la gente. Por derecha prefieren insistir hasta el ridículo con el gasto público, haciéndose los distraídos respecto a la rigidez de la estructura de egresos, como por ejemplo que el pago de intereses de la deuda se llevará el 22 por ciento de los recursos. Mirar para el lado del gasto evita discutir lo que hoy es clave para entender el malhumor social y las dificultades para que la economía arranque: la distribución inequitativa de los ingresos. Bien se sabe que los impuestos es una de las principales armas para estructurar una sociedad más justa. Sólo es cuestión de ver quienes se benefician del quitapenas.