Discriminación de precios
Si su verba es la misma, si su fono es el mismo, si el método
es igual, entonces, ¿por qué pagar distinto un llamado
telefónico en distintos días y horarios? Una
propaganda del momento nos propone resolver ese ejercicio lógico,
o silogismo; es decir, dadas ciertas premisas (p), hallar las conclusiones
implícitas en ellas (q): si p, entonces q. Debe aclararse
que, como toda propaganda, parte de una base falsificada, al hacer
explícitas sólo las premisas en las que se vea reflejado
el segmento de consumidores al que se dirige dicha propaganda. En
este caso, el segmento elegido es aquel en que el costo del teléfono
es gravoso en el conjunto de gastos mensuales, vale decir, un segmento
de ingresos moderados clase media o media baja que vería
con agrado conservar el servicio y pagarlo a menos precio. El problema
tiene varios ángulos. Uno, el carácter monopólico
que ha tenido el servicio, que hizo posible que una sola empresa
pudiera explotar a su gusto a un mercado cautivo, ávido de
teléfonos, imposibilitado de cambiar de empresa prestadora.
Sumado a ello, la garantía de rentabilidad mínima
a la empresa y el privilegio de indexar según la inflación
extranjera y de litigar en tribunales extranjeros. Curioso régimen,
que implantó, en nombre de la libre empresa y el libre mercado,
el privilegio a favor de una única prestadora y encima
estatal extranjera y la amputación absoluta del derecho
del consumidor a elegir. Impenitentes forjadores de eufemismos para
esconder crudas realidades (ajuste por cercenamiento,
etc.) ¿no llamamos libre empresa a la libre ganancia?
Otro ángulo es que detrás del precio que está
dispuesto a pagar el consumidor está su propia utilidad por
el servicio que recibe, y que el precio que efectivamente se paga
en el mercado igual para los distintos consumidores
incluye a innumerables demandantes que obtienen una utilidad mayor
al precio que pagan, y que bien pagarían más antes
que privarse del servicio: no pagar por esa utilidad extra obtenida
es la renta o excedente del consumidor.
Como es obvio, si el proveedor conociera el precio de demanda de
cada uno y pudiera hacerlo, le aplicaría a cada uno un precio
distinto, igual a la utilidad que cada cual obtiene. A eso se le
llama segmentación de la demanda y la posibilidad de ejecutarla
sólo cabe bajo monopolio, con imposibilidad para el consumidor
de elegir a quién comprarle.
Veinte
años ¿no es nada?
Un
12 de noviembre, en 1980, falleció Francisco García
Olano. Nacido en 1908, se recibió de ingeniero en 1930 y
aplicó su conocimiento a la construcción de obras
viales. En sus últimos años actuó como profesor
de Fluctuaciones Económicas Argentinas en la Universidad
Católica Argentina, como consultor de las Naciones Unidas
y como miembro de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales. ¿Cómo llegó a la economía
y qué cosa útil podemos sacar hoy de sus ideas? Ya
grandecito, a los 36 años, se acercó a las clases
de Prebisch sobre Dinámica económica, en la Facultad
de Ciencias Económicas de la UBA. Lo siguió en todo
el quinquenio en que Prebisch desarrolló su primer pensamiento
sobre el desarrollo económico, y luego lo acompañó
en 1949-50 como economista principal de la CEPAL. A su lado aprendió
que las grandes y admiradas teorías económicas, desde
el keynesianismo y el monetarismo, no eran sino expresión
de los problemas e intereses económicos de los grandes países
centrales; que la industrialización era el único camino
que podía sacarnos del status colonial (ningún
país sin industria es grande; todo país esencialmente
agrícola-ganadero no supera el estado semicolonial);
que para la industrialización el Estado y la planificación
eran imprescindibles (la Argentina no puede progresar si sus
gobiernos no tienen conciencia del papel ineludible que les corresponde
para el desarrollo económico acelerado); que el país
camina por el filo de una navaja, y el menor error se refleja en
el balance de pagos (cualquier plan equivocado va a dar contra
el balance de pagos); que no es solución cubrir déficit
con endeudamiento externo (se considera que con habilidades
de gestiones personales en el exterior, se tapará el hueco,
con nuevos préstamos, pero lo único que se hará
es postergar la crisis). Por último, que es un mito
falso que la teoría liberal hubiera permitido un gran crecimiento
en las primeras décadas del siglo, seguidas por un estancamiento
en la época no liberal. (Desde 1905 hasta 1930, es
decir, los 25 años anteriores a la crisis, el progreso total
per cápita fue solamente del 8%. Los 25 años de teoría
no liberal que siguieron produjeron un aumento del 21%. Es decir,
que cuando aplicamos una teoría, aunque mal llevada, que
se ajustaba más a nuestra realidad, subimos prácticamente
tres veces con relación a los 25 años anteriores.)
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