UN
GRUPO DE BANCOS DISParo LA TASA A LAS NUBES
Con el sabor de la city dorada
El
negocio estaba servido en bandeja por el Banco Central, aprovechado
por un lote selecto de bancos extranjeros. Cuando se frenó
esa bicicleta, se precipitó la crisis con suba de tasas y
derrumbe de bonos.
Los
viejos operadores de las mesas de dinero se sintieron trasladados
por unas horas a los turbulentos días financieros de fines
de la década del 80. No hay tantos como en esos años
de orgía especulativa, pero suficientes para recrear lo que
en algún momento fue un mercado para el infarto. Ya no fue
el desk cambiario el que reunió la histeria de los financistas,
sino que en este caso el del call y el de bonos concentraron la
mayor dosis de adrenalina de los operadores. Algunos bancos grandes
tenían armadas inmensas bicicletas con pases (préstamos)
del Banco Central que, al ser frenadas por la entidad monetaria
sin ningún mecanismo amortiguador, profundizó la crisis
financiera que ha puesto en jaque a José Luis Machinea.
El Central tiene habilitada una línea permanente de asistencia
denominada pases. Esas transacciones se pactan a 30 días
contra garantía de títulos públicos dolarizados
a una tasa del 9 por ciento anual. Hace dos jueves, un día
antes del fuerte derrape de los bonos que convocó al fantasma
de la cesación de pagos, el monto total de esos créditos
ascendía a 260 millones de pesos. En esos días, las
operaciones interbancarias (el call) se definían a tasas
del 12 por ciento. El negocio estaba servido en bandeja, pero no
para todos.
Se sabe que la mayoría de las entidades financieras no acude
a esa ventanilla a retirar fondos porque revelaría al sistema
que tiene problemas de liquidez. Pero unas pocas no tienen el problema
del qué dirán puesto que su posición
en el mercado internacional es sólida y no corren riesgo
de desprestigio. Precisamente, esos bancos de capital estadounidense
estaban aprovechando esa bicicleta de tomar plata barata del Central
para prestarla más cara en el mercado o para comprar Letras
del Tesoro. Ese negocio fue cortado abruptamente por el BC, convocando
a los gerentes financieros de esas entidades a abstenerse de solicitar
pases y a cancelar las previamente pactados.
Pero esa invitación provocó la liquidación
apresurada de bonos en garantía de los pases, precipitando
la caída de sus cotizaciones. También indujo a una
fuerte suba de la tasa del call. Ambos efectos, aumento del riesgo
país por el derrumbe de los bonos y encarecimiento del costo
del dinero, se reflejaron en la elevada tasa pagada por Economía
en la colocación de Letes.
En esos días de pánico financiero otros grandes bancos
tuvieron comportamientos que agudizaron la crisis. Uno cortó
imprevistamente una línea millonaria a un banco oficial,
entidad que usualmente era colocadora de fondos tuvo que salir a
pedir dinero a la plaza presionando aún más hacia
arriba la tasa. Otro banco directamente giró a su casa matriz
unos 200 millones de dólares, acompañando así
la incipiente fuga de depósitos que iniciaron empresas líderes
e inversores institucionales.
La city recuperó así el habitual ritmo cardíaco
de hace algunos años. Algunos se entusiasmaron; otros empezaron
a padecerlo.
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