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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
12 NOVIEMBRE 2000








 

FINANZAS el Buen Inversor
 por Claudio Zlotnik

UN GRUPO DE BANCOS DISParo LA TASA A LAS NUBES

Con el sabor de la city dorada

El negocio estaba servido en bandeja por el Banco Central, aprovechado por un lote selecto de bancos extranjeros. Cuando se frenó esa bicicleta, se precipitó la crisis con suba de tasas y derrumbe de bonos.

Los viejos operadores de las mesas de dinero se sintieron trasladados por unas horas a los turbulentos días financieros de fines de la década del 80. No hay tantos como en esos años de orgía especulativa, pero suficientes para recrear lo que en algún momento fue un mercado para el infarto. Ya no fue el desk cambiario el que reunió la histeria de los financistas, sino que en este caso el del call y el de bonos concentraron la mayor dosis de adrenalina de los operadores. Algunos bancos grandes tenían armadas inmensas bicicletas con pases (préstamos) del Banco Central que, al ser frenadas por la entidad monetaria sin ningún mecanismo amortiguador, profundizó la crisis financiera que ha puesto en jaque a José Luis Machinea.
El Central tiene habilitada una línea permanente de asistencia denominada pases. Esas transacciones se pactan a 30 días contra garantía de títulos públicos dolarizados a una tasa del 9 por ciento anual. Hace dos jueves, un día antes del fuerte derrape de los bonos que convocó al fantasma de la cesación de pagos, el monto total de esos créditos ascendía a 260 millones de pesos. En esos días, las operaciones interbancarias (el call) se definían a tasas del 12 por ciento. El negocio estaba servido en bandeja, pero no para todos.
Se sabe que la mayoría de las entidades financieras no acude a esa ventanilla a retirar fondos porque revelaría al sistema que tiene problemas de liquidez. Pero unas pocas no tienen el problema del “qué dirán” puesto que su posición en el mercado internacional es sólida y no corren riesgo de desprestigio. Precisamente, esos bancos de capital estadounidense estaban aprovechando esa bicicleta de tomar plata barata del Central para prestarla más cara en el mercado o para comprar Letras del Tesoro. Ese negocio fue cortado abruptamente por el BC, convocando a los gerentes financieros de esas entidades a abstenerse de solicitar pases y a cancelar las previamente pactados.
Pero esa invitación provocó la liquidación apresurada de bonos en garantía de los pases, precipitando la caída de sus cotizaciones. También indujo a una fuerte suba de la tasa del call. Ambos efectos, aumento del riesgo país por el derrumbe de los bonos y encarecimiento del costo del dinero, se reflejaron en la elevada tasa pagada por Economía en la colocación de Letes.
En esos días de pánico financiero otros grandes bancos tuvieron comportamientos que agudizaron la crisis. Uno cortó imprevistamente una línea millonaria a un banco oficial, entidad que usualmente era colocadora de fondos tuvo que salir a pedir dinero a la plaza presionando aún más hacia arriba la tasa. Otro banco directamente giró a su casa matriz unos 200 millones de dólares, acompañando así la incipiente fuga de depósitos que iniciaron empresas líderes e inversores institucionales.
La city recuperó así el habitual ritmo cardíaco de hace algunos años. Algunos se entusiasmaron; otros empezaron a padecerlo.