Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
10 DICIEMBRE 2000








 


En llanta

Por Roberto Navarro

Sólo el 8 por ciento de los modelos de autos que se ofrecen en el mercado se produce en el país. Y ninguno de ellos se arma con motores nacionales. Solamente el Ford Escort y la Pick-up Ranger lucen carrocerías argentinas. El Fiat Siena y la línea Volkswagen son los únicos de todos los vehículos que se venden en el mercado que utilizan cajas de cambio locales. Las once terminales con sede en el país se convirtieron en armadurías, que ensamblan autos con un promedio de 75 por ciento de piezas importadas. Ninguna de ellas planea producir nuevos modelos en el país en el 2001. Por el contrario, el año próximo se dejarán de armar localmente los Fiat Duna, Palio y Uno y los camiones Iveco. El escenario descripto revela el proceso de desarticulación que está sufriendo el complejo automotor argentino, uno de los núcleos industriales más importantes de la economía nacional.
El automotor fue uno de los pocos sectores que recibió el apoyo de políticas activas durante la última década. Entre ellas, una protección arancelaria del 35 por ciento (impuesto que pagan los importadores para ingresar vehículos extranjeros). Hace un lustro el país iba camino a ser la cabeza de un polo productivo automotor regional. Pero Brasil, vía devaluación y subsidios, ganó la partida y se quedó con la mayor parte de las inversiones. La recesión hizo el resto. Las ventas cayeron de 460 mil unidades en 1998 a menos de 300 mil en el presente ejercicio. De los 26 mil empleados que ocupaban las terminales en ese año, sólo 17 mil mantuvieron sus puestos y de las 39 mil horas anuales trabajadas se pasó a 20 mil.
En los últimos 12 meses, las once terminales perdieron en total 600 millones de pesos. Y durante el 2001 por lo menos cuatro de ellas trasladarán toda su producción a Brasil. De concretarse, Argentina tendrá que conformarse con ser un pequeño eslabón dentro de la cadena productiva global que diseñan las casas matrices para competir en el mundo. El plan de las multinacionales es desarrollar grandes polos de producción en los países más competitivos de cada región del mundo. Y dejar en el resto una pequeña estructura que les permita aprovechar las condiciones de intercambio que conceden otros países –entre ellos Argentina– a las empresas establecidas en sus territorios.
Aunque en los primeros años de la década pasada la producción automotriz se triplicó, las terminales no utilizaron ese crecimiento para generar capacidades tecnológicas locales ni fomentar el desarrollo de la industria autopartista. Los fabricantes de componentes no contaron para sus productos con la protección arancelaria que resguardara a las unidades terminadas. Y el Estado no les exigió a las empresas que los vehículos contaran con un mínimo de piezas nacionales hasta bien avanzado este año. El resultado de esa política fue que de las 750 autopartistas que había hace diez años quedaron 390. El resto cerraron o se fueron a Brasil.
El motor es la parte más importante de un auto y su valor es, en promedio, el 20 por ciento del costo total de una unidad. En 1992, el 97 por ciento de los vehículos que se producían en el país contenía un motor nacional. En 1996, todavía el 44 por ciento de los autos salía de fábrica con motor argentino. Con el cierre de la planta de motores Fiat, en el 2001 no habrá motores de fabricación local.
Un proceso similar sufrieron las carrocerías y cajas de cambio, los otros dos componentes principales de un vehículo. Así, la integración de piezas nacionales en los autos bajó del 60 por ciento de hace una década a menos del 30 por ciento en la actualidad.
Bernardo Kosacoff, economista de Cepal, señaló a Cash que a las terminales les gustaría contar con proveedores locales, pero que no quieren financiar su desarrollo. “Es el Estado el que debería habérselo exigido a cambio de la protección arancelaria”, opinó el especialista en temas industriales.
El reciente acuerdo automotor firmado con Brasil exige un mínimo de partes nacionales de un 30 por ciento. Pero otorga un año de plazo a lasempresas que no alcanzan ese nivel de integración para cumplir con lo pactado. Especialistas del mercado sostienen que ese lapso permitirá a las casas matrices evaluar si les conviene quedarse en el país o si les resultará más rentable trasladar toda la producción regional a territorio brasileño.
Por lo pronto, Fiat llevará las líneas Duna, Uno y Palio a Brasil. En el 2001 sólo armará en el país el Siena. La firma italiana acaba de cerrar su planta de motores que daba trabajo a 500 personas. Y la planta de camiones pesados Iveco, del mismo grupo, dejará de producir a fin de año.
La culminación del Plan Canje puso a todo el sector al borde del precipicio. En noviembre, las ventas cayeron un 44 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado. Desde 1992 no había un mes con tan pocos despachos. Como consecuencia, la compañía líder del mercado, Renault, anunció la suspensión de su personal por dos meses y medio. Y la firma está evaluando un plan de despido de 400 trabajadores. En los primeros nueve meses del año la automotriz francesa perdió 102 millones de pesos. Volkswagen sólo trabaja 4 días por semana. Chrysler dio licencia a todo el personal de su planta de Córdoba. Y el resto de las terminales está organizando distintos esquemas de suspensiones para los próximos meses.
Sólo 23 países en el mundo poseen industria automotriz. Los especialistas afirman que es uno de los sectores que más impulsa el desarrollo económico. Es un factor de generación de nuevas tecnologías y puestos de trabajo bien remunerados. En Argentina, los escasos 300 mil vehículos que se producirán este año ponen en duda la continuidad de buena parte del sector. Esa cifra basta compararla con los 2,8 millones de unidades que fabrica España, que tiene 40 millones de habitantes. O los 750 mil que produce Australia, con una población de 17 millones de personas. La decisión de las terminales de no producir ningún nuevo modelo en el país en el 2001 es la señal más contundente de que la desarticulación del complejo automotor nacional avanza a paso firme.


CUALES SON LOS NUEVOS MODELOS DEL 2001

Las apuestas de las automotrices

Por R.N.

Aunque ninguna de las automotrices se animó a realizar las inversiones necesarias para producir nuevos modelos en el país el año próximo, todas esperan impulsar las ventas con la presentación de autos importados. Varios de estos lanzamientos iban a ser efectuados luego de la finalización del Plan Canje, que ponía a las unidades extranjeras en desventaja con las nacionales, que contaban con el descuento por recambio. Pero se postergaron para el 2001 por el escaso interés que demostraron los consumidores. Las visitas a concesionarios se redujeron en un 45 por ciento en el último trimestre. Cash adelanta los planes de lanzamiento de las terminales para el 2001:
Renault: La terminal líder del mercado en el 2000 por ventas va a presentar en el segundo semestre del año próximo el Megane Scénic 2, una versión mejorada del que ya circula por las calles argentinas, que va a competir con autos de alta gama. Entre las novedades que incorpora se destaca la inclusión en los modelos estándar de un doble techo eléctrico. A finales del 2001 saldrá el Laguna 2, que anuncian tendrá una carrocería de última generación. Ambos modelos vendrán de las plantas francesas.
Peugeot: También desde Francia Peugeot traerá su nuevo modelo 607, un vehículo grande que competirá en el segmento más alto del mercado. Además, importará el 206 Cabriolet, que acaba de ser presentado en la Feria Internacional de París. La otra marca del mismo grupo, Citroën, va a presentar al mismo tiempo en Brasil y Argentina un moderno monovolumen que llevará el nombre de Sara Picasso. El vehículo, parecido al Scénic, se fabricará en una planta todavía no terminada en el Estado brasileño de Paraná. Desde Francia llegará el nuevo Citroën C5, un auto de los más grandes y caros de la marca.
Chrysler: Importará de los Estados Unidos la nueva versión del Stratus y dos modelos de reciente aparición de la línea C de Mercedes-Benz: una cupé y una rural.
Volkswagen: La firma alemana prepara para marzo el lanzamiento del nuevo Bora, un sedan deportivo de lujo un poco más chico que el Passat. El vehículo se fabricará en México y costará entre 25 y 30 mil pesos. También van a traer de Alemania la nueva versión del Passat, con cambios que le dan un toque más deportivo.
Fiat: Lanzará dos modelos nuevos que se producirán en Brasil y que competirán en los mismos segmentos que el Palio y el Siena. Desde Italia importará el nuevo Alfa Romeo 147 y un moderno utilitario.
Ford: Presentará a mitad del 2001 el nuevo Mondeo, que cambia totalmente su carrocería y la Skip, una cuatro por cuatro más pequeña que la Explorer.

JORGE TODESCA
economista, analista del sector

“Está en peligro la industria automotriz”

¿Cuál es el futuro del complejo automotor nacional?
–La industria se está incendiando y nadie se da por enterado. Este año las ventas no llegarán a 300 mil unidades y se prevén nuevas caídas de producción. La devaluación de Brasil sacó de competencia a la mayoría de los modelos y, en consecuencia, se detuvieron los planes de inversión. En estas condiciones no hay forma de que se desarrollen encadenamientos productivos. Pero, además, está en peligro la continuidad de la industria automotriz en Argentina. La eliminación de las líneas de producción de varios modelos que se venían armando en el país y la desaparición de las plantas que fabricaban los principales componentes es un paso atrás del que será difícil volver.
¿Por qué se dio este retroceso?
–Por varias razones: la devaluación del real, los subsidios de los estados brasileños, que absorbieron gran parte de las inversiones, la inestabilidad de las reglas del juego y la recesión interna son las principales. Para desarrollar un complejo automotor moderno hacen falta políticas a largo plazo seguidas por los distintos gobiernos. Acá las señales son contradictorias. La actual administración, por caso, parece poco interesada en el sector. El final abrupto del Plan Canje y el anuncio de un nuevo impuesto a los vehículos diesel parecen medidas destinadas a expulsar a la industria.
¿El acuerdo con Brasil que exige un piso de partes nacionales no es un paso positivo?
–Este no es un tema que se arregle con regulaciones. Uno puede introducir reglas en la lógica empresaria cuando hay ganancias, cuando sólo hay pérdidas, no. Lo que van a lograr es que se vayan.
¿El nivel de integración que pide el Gobierno es alto con respecto a otros países de desarrollo similar?
–No, no es alto. Lo que digo es que no es el momento de exigirlo. Pero en Brasil y México la integración es superior al 50 por ciento. Lo que ocurre es que ellos incentivaron la inversión y exigieron cosas a cambio. Hay un dato que es fundamental para medir la intención de las empresas. Cuando una terminal tiene una planta de motores en el país es porque asumió un compromiso serio de producción. En Argentina ya no quedan fábricas de motores.

CRISTIANO RATAZZI
presidente de Fiat y de Adefa

“Hay que volver a los 500 mil autos anuales”

¿Por qué los vehículos argentinos tienen cada vez menos partes producidas en el país?
–El sector automotriz dio un salto cualitativo en la producción y oferta de modelos de última generación. Pasará un tiempo hasta que la industria autopartista se adapte a los nuevos estándares de calidad requeridos. Por el momento, el mercado interno se hizo tan chico que muchas fábricas de componentes que vinieron al país acompañando inversiones de las terminales están optando por relocalizarse en Brasil.
¿Cúal fue el proceso para qué no haya ningún vehículo producido en Argentina con motor nacional?
–La principal causa es la falta de escala para producir motores a un precio razonable y el alto costo de las materias primas. Por otra parte, los cambios tecnológicos constantes obligan a un ritmo de inversión impensable en este mercado.
¿Por qué la industria automotriz tiene una protección del 35 por ciento si no genera un encadenamiento productivo a su alrededor?
–En principio hay que aclarar que el arancel es un acuerdo regional que jamás fue reclamado por la industria. Además, nosotros queremos generar ese encadenamiento, porque es así como lograríamos un modelo de trabajo just in time, con el que bajaríamos nuestros costos. Repito: es un problema de escala. Tampoco es cuestión de que compremos componentes más caros, que luego pagará el público.
¿Seguirá habiendo once terminales para producir 300 mil autos?
–Si persisten estos altos costos y ventas tan bajas, algunos optarán por trasladarse a Brasil. Tenemos que volver a los 500 mil autos anuales. Las industria automotriz invirtió 6000 millones de dólares en el país y no quiere perderlos. Pero eso dependerá de las medidas que tome el Gobierno.
¿Qué debería hacer el Ejecutivo para impulsar las ventas?
–Es necesario desregular, quitar todas las reglamentaciones administrativas que perjudican el proceso productivo y así liberar la enorme capacidad que tienen nuestras fábricas. De esa manera bajaríamos costos y precios, lo que impulsaría las ventas.