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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
18 FEBRERO 2001








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


La paja en tu ojo, la viga en el mío

VPara quienes, como el que escribe, se han visto discriminados, pocos temas son más sensibles que el de los derechos humanos y su vigencia para todos sin excepción. ¿O al torturar a una embarazada no se somete a una experiencia atroz a dos vidas, no sólo a una? ¿O es menos valiosa la vida de un recién nacido que la de una persona formada? ¿Es menos importante el analfabetismo a cualquier edad que el derecho de una transnacional de los medios a poseer diarios, radios y canales de TV? ¿Debe darse atención médica inferior a quien no está en condiciones de pagarla? ¿Es natural que un juez viva en una mansión y un obrero en un rancho? ¿Son marginales los jóvenes, que terminan sus estudios sin que la sociedad les dé empleo? ¿Es viable una sociedad en que unos ganan y otros pierden? No sé a ciencia cierta cómo son las cosas en el extranjero. Pero consta que todos los interrogantes planteados tienen respuesta afirmativa en la Argentina, de hoy o de hace poco. Y juzgo deplorable que así sea. Por lo tanto, si supiera de cualquier lugar en que las condiciones de derechos humanos fuesen peores no vacilaría en condenarlo. El punto es comparar datos, de uno y otro lado. Digamos que se compara nuestro país, A, con otro, B. ¿Cuál protege más la vida desde la concepción, es decir, durante el embarazo? O bien, ¿de cuántos exámenes médicos prenatales es objeto la embarazada? ¿Cómo se atiende su gestación y posparto? ¿Está garantizada la alimentación adecuada a la madre, al lactante y, en general, a todas las personas durante su vida? La educación ¿depende de la capacidad económica?, ¿se limita a la escolaridad primaria o llega hasta la secundaria e incluso hasta la universidad? ¿Qué hace la sociedad al completar estudios un adolescente o un joven? ¿Les da un empleo en que puedan aplicar los conocimientos adquiridos o los deja en la vereda chupando cerveza y fumando porros? El que contrae una enfermedad ¿debe tener trabajo para acceder a una obra social o muy buen dinero para solventar una prepaga?, ¿o debe, en caso contrario, caer en una medicina gratuita que no le da ni remedios, con visitadores “sociales” que le interrogan sobre la propiedad de la vivienda que habita? Tener vivienda ¿es un privilegio o un derecho de todos? Para condenar, acudiría a un mecanismo constitucional, la consulta pública vinculante, y mostraría al país cuáles son los datos aquí y en el país al que propongo censurar.

Free riders

Aquí les decimos “polizones”, pero la teoría económica instaló el tema con esa denominación. Son aquellos actores sociales que usufructúan un servicio existente sin pagar por ello. O viéndolo desde otro ángulo, son operadores económicos que se instalan en cierto marco socio-económico-jurídico que les ofrece ciertas ventajas, y por ello mismo no hacen nada por modificarlo. Hoy, al cabo de una década de destrucción sistemática y tenaz de la legislación protectora de los trabajadores –que nuestra propensión a usar eufemismos dio en llamar flexibilización laboral– el marco en que se mueve cualquier empresa le permite tomar trabajadores en condiciones precarias, sin salario mínimo, vacaciones o jornada limitada, puede despedirlos en cualquier momento, con una justicia laboralclaramente adversa al obrero. Imponer ese marco tuvo su precio, que en su última fase fueron los sobornos a senadores para aprobar la reforma laboral, que debemos suponer fue pagado por las grandes empresas, no por las pymes. Sin salirse del marco, las pymes ofrecen como aporte a la sociedad el ser grandes creadoras de empleo, y para ello reclaman una oportunidad para expandirse, y piden condiciones crediticias similares a las que obtienen aquí mismo las filiales de grandes transnacionales. Que se sepa, en su ofrecimiento no se incluye el respeto a las normas constitucionales, que incluirían dar a los trabajadores participación en las ganancias, permitirles el control de la producción, fijar un salario mínimo acorde con un nivel de vida digno, y restablecer el aporte patronal a las jubilaciones obreras. Menos aún se habla de asociarse con los trabajadores, por ejemplo, en la forma de cooperativas de producción. Su expansión, pues, se realizaría en el mismo marco en que hoy explotan a los trabajadores las empresas de mayor magnitud. Nada permite inferir que dejen de ser empresas capitalistas cuyo único fin es maximizar la ganancia, que sean menos explotadoras del trabajo humano que sus similares de mayor escala. Yo he visto al lado de mi casa una pequeña industria, un cattering, de baja tecnología, es decir, trabajo-intensiva, que todos los lunes tomaba en negro diez empleados, a los que despedía el viernes sin pagarles lo trabajado. Sin duda, creaba muchos puestos de trabajo, y muchos más crearía con créditos blandos que le permitieran incrementar su equipamiento.