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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
11 FEBRERO 2001








 BUENA MONEDA


Trayectoria de honestidad

Por Fabian Abadie*

Alan Blinder es uno de los economistas más respetados en los EE.UU. Además de innumerables trabajos técnicos, es de aquellos economistas que entienden que parte del trabajo es divulgar, pensar y discutir frente al gran público. Y lo hace de maravillas como se muestra en su libro Cabezas frías, Corazones calientes donde busca conjugar los rigores de los presupuestos con la necesidad de que el estado atienda las demandas sociales y estabilice la economía.
Más importante para este comentario, Alan Blinder fue el número 2 de la Reserva Federal (el Banco Central de los Estados Unidos) hasta hace pocos años. En el grupo selecto de miembros del Comité de Mercado Abierto –que fija las tasas de interés alrededor de la cual bailan los mercados financieros–Blinder estaba en el grupo de las Palomas que, en oposición a los Halcones, suelen favorecer las políticas monetarias más blandas. A su salida de la Fed, Blinder plasmó su experiencia en un libro que es hoy ya un miniclásico Teoría y Práctica del Banco Central.
Es justamente Blinder quien se ocupa de la “Credibilidad del Banco Central: ¿por qué nos preocupa? ¿cómo se construye?” que es justamente el título del artículo aparecido en una de las revistas profesionales más respetadas (The American Economic Review de diciembre del 2000). Y en estos tiempos en el que los argentinos discutimos al presidente del Banco Central, vale la pena revisar el trabajo del profesor de Princeton porque contiene algunos resultados interesantes.
Blinder parte de un cuestionario que envío a 127 presidentes de bancos centrales en el mundo (84 contestaron) y a 115 economistas reconocidos mayormente norteamericanos (53 respondieron). Las preguntas tenían que responderse en una escala de 1 (menor importancia) a 5 (mayor importancia).
La primera pregunta –casi obvia– fue “¿qué tan importante es la credibilidad para un banco central?”. Las respuestas fueron contundentes: tanto los banqueros centrales (4.83) como los economistas (4.23) calificaron a la credibilidad como un valor muy importante (entre 4 y 5). Luego, Blinder se ocupó de por qué la credibilidad es importante. Nuevamente ambos grupos estuvieron de acuerdo con que la reputación tenía que ver con la consecución de bajas tasas de inflación. Menos importantes resultaron razones tales como servir como prestamista de última instancia (para los banqueros centrales) o para garantizar la independencia (los economistas).
Ahora, más interesante para nuestros días, es la pregunta de ¿qué hace a un banco central creíble? La razón preferida tanto por presidentes de bancos centrales como por economistas académicos fue... tener una “trayectoria honesta”, es decir, “hacer lo que se dice que se va a hacer”. La consistencia entre las palabras y los hechos es entonces la base de la credibilidad. Luego, aparecen las razones como la independencia, una historia de combatir la inflación, la transparencia, favorecer bajos déficit fiscales o bajos niveles de endeudamiento, estar acotados por una regla de comportamiento o exponerse a la pérdida de patrimonio personal si las cosas no salen bien.
Blinder concluye diciendo que “no hay atajos para más credibilidad... se consigue a la vieja usanza: construyendo una historia de honestidad y aversión a la inflación (en ese orden) y no limitando la discrecionalidad... o aceptando contratos con incentivos”. Hay que repetirlo una vez más: ésta es la palabra de una mayoría de presidentes de bancos centrales y reconocidos economistas académicos. Tampoco en el orden de prioridades somos del Primer Mundo...

* Jefe de Research de Mercado, Finanzas y Economía (mfe.com.ar).