Trayectoria de honestidad
Por
Fabian Abadie*
Alan
Blinder es uno de los economistas más respetados en los EE.UU.
Además de innumerables trabajos técnicos, es de aquellos
economistas que entienden que parte del trabajo es divulgar, pensar
y discutir frente al gran público. Y lo hace de maravillas
como se muestra en su libro Cabezas frías, Corazones calientes
donde busca conjugar los rigores de los presupuestos con la necesidad
de que el estado atienda las demandas sociales y estabilice la economía.
Más importante para este comentario, Alan Blinder fue el
número 2 de la Reserva Federal (el Banco Central de los Estados
Unidos) hasta hace pocos años. En el grupo selecto de miembros
del Comité de Mercado Abierto que fija las tasas de
interés alrededor de la cual bailan los mercados financierosBlinder
estaba en el grupo de las Palomas que, en oposición a los
Halcones, suelen favorecer las políticas monetarias más
blandas. A su salida de la Fed, Blinder plasmó su experiencia
en un libro que es hoy ya un miniclásico Teoría y
Práctica del Banco Central.
Es justamente Blinder quien se ocupa de la Credibilidad del
Banco Central: ¿por qué nos preocupa? ¿cómo
se construye? que es justamente el título del artículo
aparecido en una de las revistas profesionales más respetadas
(The American Economic Review de diciembre del 2000). Y en estos
tiempos en el que los argentinos discutimos al presidente del Banco
Central, vale la pena revisar el trabajo del profesor de Princeton
porque contiene algunos resultados interesantes.
Blinder parte de un cuestionario que envío a 127 presidentes
de bancos centrales en el mundo (84 contestaron) y a 115 economistas
reconocidos mayormente norteamericanos (53 respondieron). Las preguntas
tenían que responderse en una escala de 1 (menor importancia)
a 5 (mayor importancia).
La primera pregunta casi obvia fue ¿qué
tan importante es la credibilidad para un banco central?.
Las respuestas fueron contundentes: tanto los banqueros centrales
(4.83) como los economistas (4.23) calificaron a la credibilidad
como un valor muy importante (entre 4 y 5). Luego, Blinder se ocupó
de por qué la credibilidad es importante. Nuevamente ambos
grupos estuvieron de acuerdo con que la reputación tenía
que ver con la consecución de bajas tasas de inflación.
Menos importantes resultaron razones tales como servir como prestamista
de última instancia (para los banqueros centrales) o para
garantizar la independencia (los economistas).
Ahora, más interesante para nuestros días, es la pregunta
de ¿qué hace a un banco central creíble? La
razón preferida tanto por presidentes de bancos centrales
como por economistas académicos fue... tener una trayectoria
honesta, es decir, hacer lo que se dice que se va a
hacer. La consistencia entre las palabras y los hechos es
entonces la base de la credibilidad. Luego, aparecen las razones
como la independencia, una historia de combatir la inflación,
la transparencia, favorecer bajos déficit fiscales o bajos
niveles de endeudamiento, estar acotados por una regla de comportamiento
o exponerse a la pérdida de patrimonio personal si las cosas
no salen bien.
Blinder concluye diciendo que no hay atajos para más
credibilidad... se consigue a la vieja usanza: construyendo una
historia de honestidad y aversión a la inflación (en
ese orden) y no limitando la discrecionalidad... o aceptando contratos
con incentivos. Hay que repetirlo una vez más: ésta
es la palabra de una mayoría de presidentes de bancos centrales
y reconocidos economistas académicos. Tampoco en el orden
de prioridades somos del Primer Mundo...
*
Jefe de Research de Mercado, Finanzas y Economía (mfe.com.ar).
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