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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
13 MAYO 2001








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López

 

Keynesianismo

Raúl Prebisch estaba en abril de 1933 en Londres, como técnico integrante de la Misión presidida por Julio A. Roca (h.) para negociar el comercio de carnes angloargentino, cuando apareció en The Times una serie de cuatro artículos de Keynes, con el título general de “Los caminos hacia la prosperidad”. Décadas más tarde, Prebisch los definiría como “la Teoría General [de Keynes] desprovista de su aparato matemático”. El funcionario argentino, a quien le atormentaba haber sido partícipe desde 1930 de la política económica del gobierno de facto, empeñada en mantener el equilibrio fiscal, mediante nuevos impuestos y reducción de sueldos a los empleados públicos, lo cual había profundizado aun más la recesión, se vio conmocionado por un mensaje que le hablaba de obras públicas financiadas con emisión de títulos públicos y otras heterodoxias. Lo peor fue al volver a Buenos Aires y encontrarse con una situación social gravísima. Por primera vez Prebisch vio gente en edad laboral que pedía comida en las puertas. Requerida su colaboración por los ministros Pinedo de Hacienda y Duhau de Agricultura, y no pudiendo cumplir con ambos, resolvió el problema formando con ellos un triángulo para diseñar un nuevo trato hacia la crisis. Trabajaron en secreto, a veces en el despacho de Prebisch en el Banco de la Nación. El 28 de noviembre del 33 se anunció el Plan de Acción Económica Nacional, primer plan argentino antirrecesivo inspirado en ideas de Keynes. Fue también la primera experiencia de Prebisch como hacedor de políticas. El plan se basaba en el control del comercio exterior y una política de cambios extremadamente selectiva. Luego apareció la Teoría General (1936), de enorme influencia en esos años. En 1935, en una fase ascendente del ciclo, Prebisch pasó a ser gerente general del Banco Central, y le tocó adoptar medidas para contrarrestar la recesión iniciada a mediados de 1937, que duró hasta 1938. Prebisch diseñó una política anticíclica, con una política monetaria activa, que motivó visitas al país de los expertos de EE.UU. Sostenía que nuestro ciclo reflejaba el ciclo mundial, y éste, resultaba de la inestabilidad del capitalismo. En la Memoria Anual (1938) del BCRA elaboró una explicación keynesiana: los shocks de exportación e inversiones extranjeras se reproducían en la economía local a través del multiplicador del comercio exterior.


Estructuralismo

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial se pronosticó una interrupción del comercio marítimo, con caída de las exportaciones e interrupción de las inversiones extranjeras. Ambas formas de demanda global operan activamente sobre la actividad económica. Su reducción permitía predecir una caída del ingreso nacional, vía multiplicador. Ante un pronóstico recesivo, Pinedo encargó a Prebisch confeccionar un plan para “dar al movimiento económico el ritmo que conduzca al más alto grado de ocupación”. Prebisch ya conocía la receta keynesiana: más exportaciones o más inversiones extranjeras, desparramaban en el país una masa de poder adquisitivo que se expandía hacia todos los sectores. Si aquellas de pronto caían, el Estado podía suplirlas en su papel de expandir los medios de pago. Pero había un problema: en un país tan especializado en producción primaria, un mayor poder adquisitivo en la población provocaría más importaciones de todo tipo: manufacturas terminadas, materias primas, equipo, etc. Una presión importadora no respaldada por las exportaciones, no era una solución feliz. “Es indispensable limitar las importaciones”, se dijo. ¿Cómo entregar más poder adquisitivo a la sociedad y a la vez minimizar las importaciones consiguientes? La solución no podía hallarse agregando todos los sectores económicos, a la manera keynesiana, sino considerando la estructura productiva, comparando sector por sector sus proporciones de insumos nacionales e importados, y en especial la proporción de mano de obra en sus costos. En la industria de la construcción, la proporción delcosto de mano de obra era 32 por ciento del valor de la producción, los insumos importados 28 por ciento y los materiales nacionales 33 por ciento. Esta actividad, además, movilizaba de modo indirecto a decenas de gremios. Las proporciones eran más favorables para construcciones simples y de costo moderado, es decir, la vivienda popular. El plan no pasó en el Senado, pero mostró que en economías periféricas un enfoque altamente agregado, como el keynesiano, no es el mejor camino. En menos de una década, en 1949, Prebisch intentó construir una “dinámica económica” que reflejase el distinto comportamiento sectorial. En pocos años su enfoque prendió en otros estudiosos, como Juan Noyola, Julio H. G. Olivera, Osvaldo Sunkel y otros, que desarrollaron el enfoque estructuralista latinoamericano.