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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
13 MAYO 2001








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


¡Qué tan buenos economistas!

Les dicen economistas de la city. A veces les endilgan servidumbre al establishment. Algunos, sin embargo, tienen su corazoncito, aunque, según aducen, deban disimular sus verdaderas convicciones para conservar su clientela de dealers y brokers. Quien más, quien menos absorbe la matriz ideológica y cultural del patrón al que sirven, lo que se suma a las lecciones aprendidas en Chicago, Harvard u otras universidades estadounidenses. Ahora, cuando redactan sus informes, diagnósticos y prognosis, aunque los escriban en castellano, dejan traslucir la influencia de sus inspiradores. A continuación una guía (muy incompleta) de anglicismos para descubrir la dependencia mental del economista autóctono.
Este referirá que un cambio es “dramático”, cuando en realidad quiera indicar que es rotundo o pronunciado. Utilizará “asumir” en lugar de suponer. Consignará que “eventualmente” ocurrirá alguna cosa, siendo en verdad su intención afirmar que finalmente tendrá lugar. Escribirá “aparente”, por evidente o manifiesto. “Qué tan” por cuán. Obviamente, “americano” por estadounidense (ello implica que la Argentina no es un país de América, sino de “las Américas”, ya que América es Estados Unidos). El economista también confundirá “pretender” con fingir o simular, y se valdrá de “candor” para expresar franqueza. Empleará “punto” (tener un punto) en lugar de argumento o razón, y “corporación” o “corporativo” para referirse a empresas y compañías, y a lo que les concierne. El funcionario o encargado de un área bancaria será un “oficial”. Y no será raro que llame “billón” a los mil millones y “trillón” al billón. Dirá “punto seis” para aludir a 0,6. Y llamará “industria” a sectores como el financiero.
Quien lea esos textos abundantes en éstos y otros errores sospechará que esas fallas muestran la hilacha, que tal vez digan más acerca del economista que los redactó que sus propios argumentos. Y supondrá que si no fue consciente de la conveniencia de preservar su patrimonio cultural, probablemente respalde, recomiende o aplique políticas que tampoco preserven el patrimonio económico del país.