¡Qué tan buenos economistas!
Les dicen economistas de la city. A veces les endilgan
servidumbre al establishment. Algunos, sin embargo, tienen su
corazoncito, aunque, según aducen, deban disimular sus
verdaderas convicciones para conservar su clientela de dealers
y brokers. Quien más, quien menos absorbe la matriz ideológica
y cultural del patrón al que sirven, lo que se suma a las
lecciones aprendidas en Chicago, Harvard u otras universidades
estadounidenses. Ahora, cuando redactan sus informes, diagnósticos
y prognosis, aunque los escriban en castellano, dejan traslucir
la influencia de sus inspiradores. A continuación una guía
(muy incompleta) de anglicismos para descubrir la dependencia
mental del economista autóctono.
Este referirá que un cambio es dramático,
cuando en realidad quiera indicar que es rotundo o pronunciado.
Utilizará asumir en lugar de suponer. Consignará
que eventualmente ocurrirá alguna cosa, siendo
en verdad su intención afirmar que finalmente tendrá
lugar. Escribirá aparente, por evidente o manifiesto.
Qué tan por cuán. Obviamente, americano
por estadounidense (ello implica que la Argentina no es un país
de América, sino de las Américas, ya
que América es Estados Unidos). El economista también
confundirá pretender con fingir o simular,
y se valdrá de candor para expresar franqueza.
Empleará punto (tener un punto) en lugar de
argumento o razón, y corporación o corporativo
para referirse a empresas y compañías, y a lo que
les concierne. El funcionario o encargado de un área bancaria
será un oficial. Y no será raro que
llame billón a los mil millones y trillón
al billón. Dirá punto seis para aludir
a 0,6. Y llamará industria a sectores como
el financiero.
Quien lea esos textos abundantes en éstos y otros errores
sospechará que esas fallas muestran la hilacha, que tal
vez digan más acerca del economista que los redactó
que sus propios argumentos. Y supondrá que si no fue consciente
de la conveniencia de preservar su patrimonio cultural, probablemente
respalde, recomiende o aplique políticas que tampoco preserven
el patrimonio económico del país.