Enganche
Desde siempre el sacrificio, la abnegación,
la entrega y otras virtudes de San Martín y Belgrano nos
fueron enseñadas y recomendadas como ejemplos a imitar. ¿Qué
fin los guiaba? ¿Alcanzar el poder? ¿Tomar de las
arcas públicas tanto como necesitasen ellos y sus descendientes?
¿Verse reverenciados por los demás conciudadanos?
Nada de eso buscaron ni tuvieron en vida. En cambio, cuanto la Patria
les pagó lo donaron, buscando un país mejor, como
Belgrano al donar sus sueldos para que se construyeran escuelas.
Sería triste pensar que ellos fueron los últimos hombres
de verdad. Pero no es así: los medios nos informan que el
ministro de la Producción de Tucumán ha donado a dicha
provincia todos los sueldos que perciba. Desde luego, no cabe esperar
que la actual dirigencia imite masivamente su ejemplo. Pero éste
sugiere que es posible ponerles un número a la abnegación,
la entrega y la solidaridad. Acaso el trabajo más cercano
a esas cualidades sea el del docente. Y no hablo del profesor universitario,
sino del maestro de grado. Este trabajador crea el argentino del
mañana. Muchas veces, de su sueldo extrae los medios para
comprar algún alimento a sus alumnos y además se lo
prepara y sirve. Si ellos pueden vivir con ese sueldo, ¿cómo
no podrán hacerlo seres tan inteligentes, y que cuando no
son electos no perciben remuneración alguna, como los representantes
parlamentarios de todo nivel, los jueces de todo nivel, rectores
y el propio Presidente de la Nación con todos sus ministros?
Otorgar como única remuneración a esos cargos públicos
el sueldo básico de un maestro de grado, sin ningún
otro adicional, sea por distancia, zona insalubre, pasajes y viáticos,
antigüedad, etc., no parece una idea contraria a la justicia
social dentro de una República. Es el famoso régimen
de enganche salarial. Desde ya, podría ser un sueldo móvil
y significativamente más alto, en tanto y en cuanto se elevase
el sueldo básico de los maestros. Tampoco necesitaría
ser el único ingreso: los partidos políticos que
no recibirían ningún dinero del Estado y deberían
reunirlo entre sus propios miembros libremente podrían
asignar sobresueldos a sus afiliados que tuvieran el honor de ocupar
cargos públicos. Este régimen no impediría
el acceso a cargos públicos de quienes deseasen servir a
la Patria; pero seguramente desalentaría a quienes sólo
buscasen servirse de la Patria.
Megalaxante
En tiempos de la dictadura militar circulaba un chiste
sobre el ministro de Economía: ¿Sabés
cómo le dicen a Martínez de Hoz?. No,
¿cómo?. Compota atómica: porque
con sólo dos orejones nos hizo cagar a todos los argentinos.
Igual que las bombas atómicas pequeñas y grandes se
miden por kilotones y megatones, si aquella compota afectó
a los argentinos de entonces, la que se prepara es megatónica,
porque afectará a los presentes y a los futuros. Las cosas
públicas se manejan en un absoluto presente, o mejor, con
2003 como único horizonte, como si el mundo existiese sólo
hasta los hombres que hoy gobiernan. Los estadistas, por el contrario,
se miden por su capacidad de perfilar futuros mejores para sus conciudadanos.
Si a cualquiera de estos últimos se les pregunta hoy cómo
vislumbra el futuro, responderá con un color, que no es ninguno
de los primarios ni susderivados, y que equivale a la falta de futuro.
En Economía eso se llama incertidumbre y rige las decisiones
de hoy tanto como los hechos presentes. Consumir es disponer de
los bienes en el presente, y ahorrar es trasladar esa disposición
a momentos futuros: ahorrar es diferir el consumo. Incluso tener
hijos es una decisión condicionada por la incertidumbre.
Algunas comunidades precolombinas mexicanas, cuando fueron invadidas,
fueron presas de la incertidumbre y se negaron a procrear. Hoy vemos
emigrar argentinos y ellos declaran buscar afuera un futuro para
sus hijos. Si no hay futuro, ¿para qué estudiar? Consumamos
cerveza, droga o ambas a la vez. La incertidumbre incrementa extraordinariamente
el costo de diferir el consumo para más adelante. Se quiere
consumir hoy, lo que sea y lo que se pueda. Por eso vemos que quienes
son hoy perceptores de ingresos privilegiados, tanto en el sector
privado como en el Estado, ofrecen enorme resistencia a desprenderse
de ese flujo fantástico que les sustenta un lujo oriental.
Los únicos que podrían generar una masa de ahorro
que permitiese pagar la deuda externa dicen no, y ésta se
pasa al futuro un futuro posterior al término del actual
gobierno para que la paguen los que vengan, aun los no nacidos,
que no pueden ser consultados. Avanzamos hacia constituir un país
ladrón, que ha saqueado ya a los trabajadores del pasado
(jubilados), saquea a los presentes (flexibilización laboral)
y ha decidido saquear a los futuros (megacanje de la deuda).
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