Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
27 MAYO 2001








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López

 

Enganche

Desde siempre el sacrificio, la abnegación, la entrega y otras virtudes de San Martín y Belgrano nos fueron enseñadas y recomendadas como ejemplos a imitar. ¿Qué fin los guiaba? ¿Alcanzar el poder? ¿Tomar de las arcas públicas tanto como necesitasen ellos y sus descendientes? ¿Verse reverenciados por los demás conciudadanos? Nada de eso buscaron ni tuvieron en vida. En cambio, cuanto la Patria les pagó lo donaron, buscando un país mejor, como Belgrano al donar sus sueldos para que se construyeran escuelas. Sería triste pensar que ellos fueron los últimos hombres de verdad. Pero no es así: los medios nos informan que el ministro de la Producción de Tucumán ha donado a dicha provincia todos los sueldos que perciba. Desde luego, no cabe esperar que la actual dirigencia imite masivamente su ejemplo. Pero éste sugiere que es posible ponerles un número a la abnegación, la entrega y la solidaridad. Acaso el trabajo más cercano a esas cualidades sea el del docente. Y no hablo del profesor universitario, sino del maestro de grado. Este trabajador crea el argentino del mañana. Muchas veces, de su sueldo extrae los medios para comprar algún alimento a sus alumnos y además se lo prepara y sirve. Si ellos pueden vivir con ese sueldo, ¿cómo no podrán hacerlo seres tan inteligentes, y que cuando no son electos no perciben remuneración alguna, como los representantes parlamentarios de todo nivel, los jueces de todo nivel, rectores y el propio Presidente de la Nación con todos sus ministros? Otorgar como única remuneración a esos cargos públicos el sueldo básico de un maestro de grado, sin ningún otro adicional, sea por distancia, zona insalubre, pasajes y viáticos, antigüedad, etc., no parece una idea contraria a la justicia social dentro de una República. Es el famoso régimen de enganche salarial. Desde ya, podría ser un sueldo móvil y significativamente más alto, en tanto y en cuanto se elevase el sueldo básico de los maestros. Tampoco necesitaría ser el único ingreso: los partidos políticos –que no recibirían ningún dinero del Estado y deberían reunirlo entre sus propios miembros– libremente podrían asignar sobresueldos a sus afiliados que tuvieran el honor de ocupar cargos públicos. Este régimen no impediría el acceso a cargos públicos de quienes deseasen servir a la Patria; pero seguramente desalentaría a quienes sólo buscasen servirse de la Patria.


Megalaxante

En tiempos de la dictadura militar circulaba un chiste sobre el ministro de Economía: “¿Sabés cómo le dicen a Martínez de Hoz?”. “No, ¿cómo?”. “Compota atómica: porque con sólo dos orejones nos hizo cagar a todos los argentinos.” Igual que las bombas atómicas pequeñas y grandes se miden por kilotones y megatones, si aquella compota afectó a los argentinos de entonces, la que se prepara es megatónica, porque afectará a los presentes y a los futuros. Las cosas públicas se manejan en un absoluto presente, o mejor, con 2003 como único horizonte, como si el mundo existiese sólo hasta los hombres que hoy gobiernan. Los estadistas, por el contrario, se miden por su capacidad de perfilar futuros mejores para sus conciudadanos. Si a cualquiera de estos últimos se les pregunta hoy cómo vislumbra el futuro, responderá con un color, que no es ninguno de los primarios ni susderivados, y que equivale a la falta de futuro. En Economía eso se llama incertidumbre y rige las decisiones de hoy tanto como los hechos presentes. Consumir es disponer de los bienes en el presente, y ahorrar es trasladar esa disposición a momentos futuros: ahorrar es diferir el consumo. Incluso tener hijos es una decisión condicionada por la incertidumbre. Algunas comunidades precolombinas mexicanas, cuando fueron invadidas, fueron presas de la incertidumbre y se negaron a procrear. Hoy vemos emigrar argentinos y ellos declaran buscar afuera un futuro para sus hijos. Si no hay futuro, ¿para qué estudiar? Consumamos cerveza, droga o ambas a la vez. La incertidumbre incrementa extraordinariamente el costo de diferir el consumo para más adelante. Se quiere consumir hoy, lo que sea y lo que se pueda. Por eso vemos que quienes son hoy perceptores de ingresos privilegiados, tanto en el sector privado como en el Estado, ofrecen enorme resistencia a desprenderse de ese flujo fantástico que les sustenta un lujo oriental. Los únicos que podrían generar una masa de ahorro que permitiese pagar la deuda externa dicen no, y ésta se pasa al futuro –un futuro posterior al término del actual gobierno– para que la paguen los que vengan, aun los no nacidos, que no pueden ser consultados. Avanzamos hacia constituir un país ladrón, que ha saqueado ya a los trabajadores del pasado (jubilados), saquea a los presentes (flexibilización laboral) y ha decidido saquear a los futuros (megacanje de la deuda).