La depresión de la gente
Las
causas son obvias: un esquema económico que por años
deterioró el salario de la gente a través del aumento
de las tarifas de los servicios privatizados, de los impuestos que
afectan el consumo o el ingreso familiar, altas tasas de interés
y reducciones nominales de sueldos.
También el elevado desempleo restó demanda a la sociedad,
ya que millones de argentinos perdieron su ingreso. Una economía
que estimuló la especulación financiera y promovió
la actividad importadora fue generando la desindustrialización
del país. Los sectores de la producción viven una
grave crisis, consecuencia de políticas equívocas
o intencionadas, que determinaron una enorme transferencia de ingresos
desde la producción a sectores de bancos y privatizadas.
Actualmente enfrentamos dos graves problemas: la falta de demanda
y la imposibilidad de la producción nacional de ganar mercados
(incluso el interno) debido a la falta de competitividad estructural
que enfrenta nuestro país.
En el corto plazo la reactivación económica requiere
una recuperación de la demanda interna, que mejore los ingresos
fiscales, la facturación de las empresas, detenga la caída
del empleo y genere mejores expectativas en la sociedad.
En el actual escenario económico, la manera de inducir mayor
demanda es a través de una serie de medidas que mejoren el
salario real de la gente, es decir su poder adquisitivo.
Se debe reducir el incremento de la alícuota de ganancias
sobre las personas físicas (aplicada al inicio de este gobierno)
y bajar el componente impositivo que grava los servicios públicos.
También se debe analizar una baja de los gravámenes
sobre los bienes de la canasta familiar.
Es ineludible una rebaja significativa del costo de todos los servicios
públicos, a través de una racional renegociación
de contratos, que implicarían una recuperación importante
del poder de compra del salario.
En materia financiera, es inadmisible que el costo financiero y
de comisiones que se abonan en tarjetas de crédito o prestamos
personales. Hay que disminuir los precios de naftas y gasoil, reduciendo
impuestos y adoptando medidas que tiendan a abaratar el precio de
los combustibles.
Se debe eliminar la reducción de salarios públicos
aplicada al inicio de la gestión Machinea. Las comisiones
de las AFJP deben también caer en sus montos, como manera
de mejorar el ingreso futuro de la gente y favorecer sus expectativas
de consumo presente.
Un ingreso mensual para todos los jefes de familia desocupados,
con carácter transitorio ante la emergencia ocupacional que
vivimos desde hace años, incorporaría al mercado de
consumo a millones de argentinos.
Sólo algunas de estas medidas implican costo fiscal e inicialmente
deben ser compensados con incrementos transitorios de las cargas
sociales de los sectores no transables (excluida la construcción
y las pymes) y con reducción del presupuesto político
que no afecte el funcionamiento institucional y el acceso a la política
de gente sin patrimonio. Incluso no debe dejar de evaluarse la conveniencia
de la aplicación del impuesto a la renta financiera, que
con los actuales rendimientos implicaría una fuente muy importante
de ingresos para el fisco.
Todas estas medidas implican una recuperación del salario
real y, por ende, implican mayor demanda. Al mismo tiempo hay que
tomar las medidas adecuadas para que este incremento de la demanda
se vuelque hacia la producción nacional y no se desvía
hacia las importaciones.
Todas las medidas que favorezcan la competitividad del sector transable
y eviten el ingreso masivo de importaciones o a precios artificiales
conducirán a un mayor nivel de actividad de las empresas
radicadas en elpaís, a mayor empleo, recaudación impositiva
y a equilibrar nuestras cuenta externas. Así tendremos un
país viable en lo macroeconómico y con horizontes
de futuro para nuestra sociedad.
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Economistas de la UIA.
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