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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
27 MAYO 2001







Reportaje
pronósticos

- “Aspiramos a recuperar tasas de crecimiento de un mínimo de 6 o 7 por ciento para los próximos dos años.”

- “No descartamos para nada que a finales de 2003 tengamos una desocupación de un dígito”, como prometió la Alianza en la Carta a los Argentinos.

- “Somos conscientes de que la gente está asustada. Cómo no va a estar asustada la gente si ven una situación donde no saben si van a poder mantener el trabajo y hay una enorme incertidumbre con sus sueldos.”

- “Uno nunca se imagina que el mercado lo va a recibir con 1300 puntos de riesgo país. La situación era más difícil de lo esperado.”

 


“Sabemos que la
gente está asustada”

Por Maximiliano Montenegro

Guillermo Mondino es el jefe de asesores del Ministerio de Economía. En otras palabras, es quien debe fijar las líneas estratégicas de la política económica de Domingo Cavallo. Doctorado en la Universidad de Yale y en los últimos cinco años, jefe del Instituto de Estudios Económicos de la Fundación Mediterránea, el think tank cavallista, Mondino es uno de los pocos funcionarios que logra acaparar la atención del ministro por más de 5 minutos corridos. En este reportaje con Cash, defiende a rajatabla el megacanje de deuda, promete crecimiento del 7 por ciento y desempleo de un dígito para el final del mandato de De la Rúa. Sin embargo, admite que la gente está asustada y que las cosas son más complicadas de lo que preveía Cavallo.
Dejemos por un rato de lado el canje (ver aparte) y hablemos del crecimiento. En setiembre del año pasado, cuando se fue Chacho Alvarez del Gobierno, el riesgo país estaba en 700 puntos, cayó a principios de este año a 650 (hoy está alrededor de 950) y la economía entonces seguía igualmente parada. ¿Cuál será el motor del crecimiento en los próximos meses?
–Desde que se fue Chacho Alvarez hasta ahora la tasa de interés norteamericana, la base a la que se suma el riesgo país, ha bajado como 250 puntos (2,5 por ciento). Así que eso “perdona” un poco de riesgo país más alto. En segundo lugar, las condiciones de riesgo país para nosotros fueron muy importantes, pero no eran definitorias. Nosotros atacamos el problema del costo de la inversión, que va más allá de la tasa interés. Hay un reintegro del IVA para las inversiones, baja de aranceles para las importaciones de bienes de capital, programa de competitividad para los productores de bienes de capital, etc.
Ese tipo de medidas, por el lado de la “oferta”, es la típica receta aplicada por Cavallo entre 1992 y 1994. Pero entonces la demanda estaba desbordante, después de una década de postergaciones, había gente haciendo cola por comprar a crédito electrodomésticos, autos, etc. Hoy nadie compra nada...
–Pero son dos cosas distintas. Una cosa es el consumo y otra cosa es la inversión. La mayor parte de las medidas que yo describí es inversión.
¿Por qué va a invertir un empresario, aunque se le bajen los costos para invertir en un 30 o 40 por ciento, si no tiene a quién venderle?
–Hay empresarios que están exportando todo y están trabajando con su capacidad a full. Hay sectores a los que les va muy bien y tienen posibilidades de exportar todavía más.
Pero ésa es una parte muy chiquita de la actividad económica, de la demanda agregada. Las exportaciones representan menos del 10 por ciento del PBI.
–Pero es una parte muy importante de las posibilidades de crecimiento del país. La inversión no sólo viene asociada al mercado doméstico sino también a la capacidad de expansión al mercado de exportaciones. No hay que guiarse por cuánto se exporta hoy sino por cuánto se puede llegar a exportar gracias a estas exportaciones. A lo mejor se pueden duplicar las exportaciones rápidamente.
Al principio de su gestión, parecía que Cavallo iba a tomar medidas directas de aliento al consumo. Hablaba de que el IVA era demasiado alto, que era “suicida” hacer ajuste fiscal en recesión, o que el impuestazo de Machinea había sido equivocado. ¿Hoy ya no están pensando en alentar de manera directa el consumo?
–Esas cosas eran ciertas. Pero el programa económico va secuenciado según las disponibilidad de recursos fiscales y la capacidad de financiarnos. Cuanto más problemas tenemos de financiarnos más lentamente tenemos que ir. Me encantaría poder suavizar la carga impositiva de IVA y Ganancias, pero no lo podemos hacer...
¿Cavallo tuvo una fuerte pulseada con el “mercado” en los primeros días de gestión y se dio cuenta de los límites de esa política de estimular el consumo interno?
–Yo no lo llamaría pulseada. Argentina venía arrastrando dificultades de imagen y las iniciativas que se tomaron en el momento de máximo poder político, como los cambios al régimen de Convertibilidad o a la política financiera, fueron interpretadas por el mercado como que estábamos manoseando pilares de la economía argentina. Pero, con el correr de los días, cuando se convenzan de que no es así, el riesgo país va a bajar.
¿Honestamente, ustedes creían que, dada la reputación de Cavallo ante los inversores internacionales, la cosa iba a ser más fácil desde un principio?
–Evidentemente, uno nunca se imagina que el mercado lo va a recibir con 1300 puntos de riesgo país. Nosotros entramos creyendo que la situación financiera y fiscal estaba un poco más descomprimida de lo que era. Las situación era más difícil de lo esperado, pero no hemos perdido la velocidad de atender los programas que conforman la política económica.
¿Son conscientes de que la gente está asustada?
–Por supuesto. Cómo no va a estar asustada la gente si ven una situación donde no saben si van a poder mantener el trabajo, hay una enorme incertidumbre con sus sueldos...
Donde hay ajustes permanentes...
–Donde hay ajuste tras ajuste tras ajuste, donde hay un fenómeno deflacionario. ¿Cómo no va a estar asustada la gente? Nosotros no hemos dejado de decir que Argentina tiene un problema depresivo que no sólo abarca a la actividad económica sino también al estado de ánimo de los argentinos.
¿Y eso cómo se modifica más allá de las políticas puntuales?
–No hay magia para modificar el estado de ánimo de la gente.
Cavallo ensayó hablarle a la gente en los primeros días, pero después cambió.
–Cavallo le sigue hablando a la gente.
Cuando la gente escuchó el viernes previo al acuerdo con el Fondo Monetario que iba a haber más impuestos y recortes de gastos, es decir, más ajuste, se asustó todavía más.
–No hubo más impuestos para la gente. Había muy poco más de eso. Había una reducción de un conjunto de impuestos con la aparición de otros. Era una reforma tributaria, no más impuestos para la gente. Los que se asustaron fueron los medios sobre los cuales cayeron los impuestos y no perdieron la oportunidad de ponerlos de titular de los diarios.
¿Cuál es el proyecto que ofrecen en términos de crecimiento para los próximos años?
–Aspiramos a recuperar tasas de crecimiento parecidas a las de comienzos de los años noventa. De un mínimo de 6 o 7 por ciento para los próximos dos años. Por ahora, dado las dificultades sociales y el desánimo de la gente, probablemente en los primeros meses no vamos a estar creciendo a esa velocidad. Pero el país se va a recuperar fuertemente a partir de la segunda mitad del año.
No sé si habrá leído la “Carta a los Argentinos”, porque era de la Alianza y usted me imagino que apoyaba a Acción por la República (el partido de Cavallo)...
–No estoy afiliado a ningún partido político, soy un economista independiente. Pero la he leído lo mismo.
Ahí decía que hacia el final del mandato de De la Rúa, la promesa era bajar la desocupación a un dígito.
–Sigue siendo. Sigue siendo el anhelo de cualquier argentino, no es monopolio de la Alianza. Y no lo descarto. Con la flexibilización laboral, con la mayor elasticidad empleo/producto que se observa, si conseguimos que la economía crezca a la tasas que esperamos, no descarto para nada hacia final del 2003 tengamos una tasa de desocupación de un dígito.


MONDINO EXPLICA QUE LAS TASAS DE
INTERES QUE SE PAGARAN SON REALISTAS

“Con el canje, el Estado
no va a perder plata”

Ustedes coinciden en la evaluación que el canje, realizado a las altas tasas de interés actuales, sólo cierra si la economía empieza a crecer rápidamente, porque si no los indicadores de solvencia se deteriorarían y habría una nueva crisis financiera?
–El canje no tiene casi impacto sobre la relación deuda/producto, ni sobre la estabilidad futura de esa relación.
Si se está emitiendo nueva deuda a largo plazo a mayores tasas de interés...
–¿Usted sabe la nueva tasa de interés?
Con estos niveles de riesgo país, no bajaría del 14 o 15 por ciento...
–(Ofuscado)... Pero olvídese de los porcentajes. Eso está mal. Lo que hay que pensar es que si los (bonos) Brady pagaban una tasa al 6 por ciento, y hoy tienen una tasa de descuento del 13 por ciento, el Brady tiene un precio de mercado mucho menor a la paridad. Y con el canje uno recompra al precio de mercado. Entonces, cuando multiplica la alta tasa por el precio a que recompra, el costo fiscal le queda muy parecido.
Se lo pongo de otra manera: ¿por qué consolidar, justo en el peor momento, nueva deuda a una tasa superior al 14 por ciento, cuando a principio de año esa deuda se podría haber canjeado al 9 por ciento?
–Si yo estuviera en Estados Unidos podría colocarla al 5 por ciento. Pero no vivimos en Estados Unidos. Vivimos en la Argentina, a fines de mayo del año 2001, donde para colocar la deuda había serias dificultades para conseguir el financiamiento de los próximos 18 meses.
Insisto: si se está en el peor momento, cuando las tasas de interés son más altas, ¿cuál es el negocio de pactar esas tasas a largo plazo?
–Pero, ¿cuál es el peor momento? ¿No pudo haber sido 1300 puntos el riesgo país, no pudo haber sido 2000? ¿Qué le hace pensar que había la opción de colocar deuda a otras tasas? Existe la noción del costo de oportunidad: éste era el costo realista a colocar.
Entonces, según usted, el Estado está ganando con el canje...
–No es ése el sentido. Pero con el canje no vamos a perder plata, el Estado va a ahorrar plata. El beneficio del canje es que como se descomprimen los vencimientos de una parte de la deuda, van a bajar las tasas para lo que queda de la deuda, porque no va a haber incertidumbre sobre su pago.
¿La ley de Crédito Público, garantizar con la recaudación el pago a los acreedores, va a ser archivada?
–Nosotros la pensamos para mejorar la situación de las provincias, que no entran en el canje. El canje descomprime el financiamiento de la Nación, pero no de las provincias. La garantía de coparticipación, que respalda una parte importante de las deudas provinciales, no tiene toda la fuerza jurídica que debería y por lo tanto las provincias pagan tasas de interés más altas. La idea era que con esta ley se podía resolver este costo para las provincias y se descomprimía a la vez todo el financiamiento. Porque hay provincias, como Buenos Aires o Córdoba, que importan por su peso en el esquema global. Había un beneficio lateral, no lo voy a negar, que es que con esa ley mejoraba todo el perfil de calidad de los bonos nacionales, lo que hubiera bajado la tasa de interés.
Eso si los acreedores creían que con esa ley, llegado el momento, en la cola de acreedores el Gobierno le iba a pagar primero a los tenedores de los bonos que a los jubilados o a los empleados públicos. Pero, por los comentarios de los gurúes del “mercado”, nadie pensaba que eso fuera políticamente creíble...
–Es cierto. Pero el problema es que, por la pérdida de crebibilidad, el mercado no reacciona en el caso argentino hasta no ver hechos concretos.Entonces, el mercado quería ver la ley; hasta que no la vieran, no iban a creer.
Con o sin ley, la garantía de pago es la República Argentina.
–Por supuesto.
Es difícil ser garantía cuando uno es parte del problema de confianza. ¿No hubiera bajado mucho la tasa de interés conseguir una garantía de afuera, del Tesoro norteamericano, o del Banco Mundial?
–El Fondo Monetario no da garantía de deuda en ningún caso. Y se sabe muy bien cuál es la actitud del Tesoro norteamericano en este momento para salir a respaldar deudas de otros países. Son caminos que hoy no están abiertos para nadie. De hecho, ni siquiera Turquía, con su importancia geopolítica, consiguió que los alemanes o los norteamericanos les pusieran ni un peso (sic). El que puso la plata fue el Fondo Monetario, a través de un programa todavía más duro que el de la Argentina.

Preocupación por las armas

¿El proceso judicial que se sigue por la venta ilegal de armas, que involucra a varios ex ministros y al propio de ex presidente Menem puede influir sobre la marcha de la economía?
–La gran preocupación que uno percibe en ese tema es la definición de cuál es la causa y las consecuencias que tiene esto. A mucha gente le cuesta imaginar que un gabinete haya sido una asociación ilícita.
¿Están preocupados por la posibilidad de que sea imputado en la causa Cavallo, que integraba en su momento el gabinete?
–Más allá de eso. La preocupación es si no le podrá pasar en el futuro a otros. Si un gabinete opera como una asociación ilícita en respuesta a lo que potencialmente puede haber sido un acto de corrupción, ¿no puede ocurrir lo mismo en el futuro? Y en ese caso, ¿es gobernable un país en esas condiciones? Esa es una pregunta que escucha en la gente que tiene que tomar decisiones de inversión.

Cavallo, antes y ahora

¿Este es un Cavallo distinto del Cavallo ministro de Menem?
–Son tiempos distintos que exigen una actitud distinta por parte del ministro. Hoy es ministro de un gobierno de coalición mientras que en el gobierno de Menem era ministro de un gobierno unipartito, digamos. Eso implica que algunas de las maniobras de política económica deben ser más consensuadas que en otras oportunidades. Antes para hacer cosas la discusión era más sencilla. Segunda diferencia importante, antes veníamos de una hiperinflación, hoy tenemos que recuperarnos de un problema de depresión. Son problemas distintos. La estabilización de la inflación es, a veces, mucho más sencilla que la recuperación de una economía en un estado de depresión.
¿Sienten que no tienen el suficiente apoyo político del radicalismo y el Frepaso para tomar medidas?
–Mi posición es más de pensar estrategias políticas, traer propuestas para los secretarios que después tienen que hacer un esfuerzo mayor para convencer a los políticos. Yo no percibo que haya falta de apoyo. Sí percibo que en ocasiones hay diferencias de opinión sobre qué hacer. Pero eso siempre ocurrió y seguirá ocurriendo. Lo que hace falta es que continúe el apoyo que hemos tenido hasta ahora y cuanto mayor consenso haya sobre cómo encarar los problemas de la economía, mejor.

 

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