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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
10 JUNIO 2001








 BUENA MONEDA
Por Alfredo Zaiat


El espejo

No podía faltar la palabra autorizada de los banqueros, con la prudencia de mantener en reserva la identidad del vocero, sobre el caso Menem-armas. “Preocupación”, dicen que genera entre los inversores la prisión del ex presidente de la Nación. Son los mismos que se rasgaban las vestiduras por la ausencia de una Justicia independiente que no favorecía el desarrollo de un clima de negocios. Se inquietan cuando parece que se observa una saludable vía en ese sentido. Algunos pueden pensar que lo que les preocupa, en realidad, es el “síndrome del espejo”, de verse reflejados en ese mismo destino de Menem ante una investigación judicial independiente por operaciones sospechadas de violar leyes. Y una reciente transacción financiera podría motivar a algún curioso fiscal o investigador de la Oficina Anticorrupción a indagar ciertas formas de hacer negocios fáciles que los banqueros tan bien saben concretar con funcionarios de turno en el Ministerio de Economía. Negocios cuya cuenta paga toda la sociedad, como el caganje de deuda.
Cuál fue el mecanismo de elección como líder de esa transacción del poco relevante en la plaza local banco Credit Suisse-First Boston, del amigo americano de Domingo Cavallo, David Mulford, sería un buen punto de partida para aquellos que, ya cerrada la operación, todavía mantienen interés en un trueque de bonos que condicionará a la economía argentina de los próximos años. Después se podría averiguar cómo se definió el porcentaje de las comisiones (0,55 por ciento), muy por encima de lo que se concreta en los mercados internacionales por deal millonarios, que deparó la obscena suma de 140 millones de dólares a repartir entre los bancos organizadores. Sería revelador conocer cómo se definió que los bancos cobraran también esa comisión por cambiarse títulos a sí mismos, por sus propias tenencias y por las de AFJP y compañías de seguros que controlan. Esos movimientos fueron el grueso del caganje.
No estaría de más que, a la vez, se investigara cómo se establecieron los precios de los viejos bonos a rescatar, que en Página/12 del jueves pasado se ofrecieron apenas dos casos (Brady Par y Discount) de los 45 títulos involucrados, que reflejaron una sobrevaluación de esos papeles con una ganancia extra para los banqueros de 35 millones de dólares. Si a esta altura, el fiscal se entusiasma y piensa que el caganje puede ser objeto de investigación judicial, podría interesarse en saber cómo se fijó la tasa exorbitante de los nuevos bonos. Un camino podría ser verificar la evolución del riesgo país en los días previos a la definición de la permuta de papeles. Como se sabe, a valores más bajos de los bonos sube ese indicador, puesto que aumenta la tasa de interés. Precisamente, en el comienzo de la semana del caganje el riesgo país se ubicaba en 920 puntos y, ¡oh! casualidad del “mercado”, en las dos jornadas anteriores al cierre trepó sin motivos aparentes a 1020 puntos. Con un riesgo país más alto también fue más elevada la tasa de interés de los nuevos bonos. Los bancos que organizaron la operación son los principales actores del “mercado”.
Cavallo había acusado a los bancos de actuar cartelizados en la última licitación de Letras del Tesoro, sin repetir esa imputación con el caganje, cuando por lo menos existen indicios de que hubo acuerdos para marcar el rumbo de la operación.
De esta obra de la impunidad del poder financiero falta el último episodio, que se actuará cuando Daniel Marx & Cía. encuentren su destino laboral. ¿Adónde se imaginan que encontrarán trabajo cuando dejen sus cargos en la Secretaría de Finanzas?