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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
17 JUNIO 2001








 BUENA MONEDA
Por Alfredo Zaiat


Flight Simulator

En un documentado informe elaborado por Carlos Alvarez Teijeiro y José Crettaz publicado en El observatorio de la comunicación, que circula por el mundo virtual de Internet, se brinda una ingeniosa y contundente caracterización de la crisis de Aerolíneas Argentinas. “Como en el popularísimo juego de Microsoft ‘Flight Simulator’ –escribieron CAT y JC, todo en la privatización de AA simula ser una privatización real. Pero así como en el software la simulación del vuelo no es un vuelo, sino su simulacro, la privatización simulada no fue una privatización, sino la transferencia política de una empresa entre estados soberanos. Así, ni Iberia cumplió con lo prometido en el contrato de transferencia, ni el Estado argentino veló para que se cumpliese.”
Y si de simuladores de vuelo se trata, vale detallar simplemente como ejemplo del vaciamiento que sufrió AA el destino que tuvieron esos activos de la compañía. Teijeiro-Crettaz precisan que Aerolíneas tenía tres simuladores de vuelo en Catalinas, siendo la única línea aérea de América latina que contaba con esos aparatos como propios. Venían a capacitarse, con el consiguiente ingreso para la empresa, pilotos de otras líneas aéreas del continente. Esos simuladores fueron vendidos en operaciones sospechadas de irregularidades. Por caso, no se conoce adonde fue a parar el simulador del Boeing 727. El del Boeing 737 está en Miami, ahora en manos de la compañía Panamerican, acudiendo a ese lugar para formarse los pilotos de Aerolíneas, que deben pagar para recibir ese entrenamiento. El más importante de los simuladores, el del Jumbo, fue vendido por Aerolíneas a Iberia, y está en las afueras de Madrid en el Centro de Instrucción de Pilotos de la compañía española. Ese simulador, valuado en 3 millones de dólares, fue comprado por Iberia en apenas 700.000 dólares. En el contrato de compraventa se estableció, entre otras cosas, que los pilotos de Aerolíneas sólo podrían hacer horas de entrenamiento en el simulador madrileño, al costo fijado por Iberia, independientemente de los precios de mercado.
En la crisis de AA el Gobierno ha tenido una errática estrategia que, como no podía ser de otra manera, agudizó el conflicto. Con esa torpe posición de insistir con que se trata de un problema de una empresa privada, cuando el 91,2 por ciento de las acciones está en poder de la SEPI (organismo del Ministerio de Economía y Hacienda de España), pero a la vez intervenir en las tratativas sólo sirvió para debilitarse en la mesa de negociación. Aquí también todo se simula como un problema entre trabajadores y la empresa española. Pero esta crisis es una cuestión entre Argentina y España, cuyos respectivos gobiernos simulan no tener obligación de intervenir en la resolución del conflicto. Pero que, igualmente, participan en la búsqueda de una salida a la crisis.
Ante ese panorama de desconcierto e ineptitud, AA va hacía un destino casi irreversible. ¿Podía tener otro final? Una historia con sospechas de corrupción en una pésima privatización, con muchísimas irregularidades en la gestión de Iberia y American Airlines, con la indiferencia de la SEPI para mejorar la gestión de AA, con el oportunismo de algunos sindicatos y vergonzosas omisiones de control por parte del Estado argentino. Resulta previsible la respuesta a ese interrogante, excepto si todos quisieran seguir participando en el juego “Flight Simulator”.