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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
01 JULIO 2001








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


El engaño de la reactivación

La reactivación es, parece obvio, el gran objetivo actual de los argentinos. Todos los economistas la buscan, aunque por caminos diferentes, ninguno de los cuales ha conducido por el momento hasta ella. Se supone que la reactivación descomprimirá la situación social y política, y que, en relación a la economía, pondrá en marcha el círculo virtuoso. Pero quizá se esté esperando demasiado de la reactivación, o enmascarando con ella los más profundos problemas de crecimiento.
En las condiciones actuales, nadie se atreve a predecir cuánto duraría una reactivación, y mucho menos a vaticinar que daría lugar a un proceso de expansión sostenida. Tampoco es probable que mejore sensiblemente las duras condiciones de vida de la población. Quizá puedan crearse más puestos de trabajo, pero es casi seguro que serán empleos precarios de baja calidad, mal remunerados. Finalmente, esto es lo que corresponde a una economía que requiere pocos técnicos, poca mano de obra calificada, poca formación de recursos humanos.
En algún momento, la reactivación sobrevendrá como resultado de alguno de varios factores. Uno, el rebote tras una prolongada deflación. Dos, la acción de estímulos fiscales, que trasladan poder de compra al sector privado o elevan su rentabilidad. Tres, la aparición de un contexto internacional más propicio, que mejore los términos de intercambio o genere cierta afluencia de capitales. Cuatro, cualquier otro hecho que alimente el optimismo.
Aun en esos casos, la Argentina no pasará a ser una economía con un patrón de crecimiento inteligible, que además responda a sus demandas sociales. Los mejores años de la Convertibilidad fueron un ejemplo de lo poco que puede servirle a la mayoría que el PBI avance. Quizá lo haga a costa de ellos, o incluso de la minoría mejor preparada. Reactivar será bueno, o menos malo que continuar en la depresión. Pero la reactivación puede volver a ser un alivio pasajero y desigual, y hasta un pretexto para olvidarse de construir una economía viable a largo plazo.