La fuga
No son los
presos del director de cine Eduardo Mignona que cavan un túnel
en búsqueda de la libertad, que después de conseguida
siguen prisioneros igual de sus propias historias, pero se parecen
mucho. Domingo Cavallo apostó al estrecho sendero de la ortodoxia
para ver la luz del sol, túnel indicado por la banca que
puede convertirse en su tumba, como a uno de los reclusos de la
película argentina número uno en taquilla. En tanto,
pequeños, medianos y grandes inversores optaron por huir
del sistema financiero, comprando dólares o retirando depósitos,
temerosos de que el eventual derrumbe de la cárcel del 1
a 1 termine sepultándolos. En estos días caóticos,
la fuga, hacia adelante de Cavallo, y de capitales por parte de
ahorristas, es la manifestación cristalina de la culminación
de una etapa de un modelo de acumulación inaugurado en 1975-1976,
que seguramente inaugurará otra con características
aún difíciles de precisar. Hasta el bautismo de esa
nueva etapa, la crisis, como tantas otras financieras que hubo en
la historia reciente en Argentina y en otros países, va a
ir adquiriendo una velocidad que terminará ridiculizando
a De la Rúa, Cavallo, Colombo, Bullrich & Cía.
El que dice que hay otra alternativa ¡miente!,
dijo enfático el Presidente, definición un tanto extremistas
cuando se sabe que no faltan opciones sino coraje, como
tantas veces reiteró en sus repetidos discursos de la semana
pasada. No vamos a afectar al sector privado, aseguró
luego, dejando a los jubilados dentro de la plantilla de empleados
públicos, al alcanzarlos con el insólito recorte móvil
de los haberes.
Resulta tan irracional esa medida para cualquier gobierno que aspira
a terminar su mandato en forma ordenada, que sólo se puede
entender por la sumisión al chantaje de la banca, que igualmente
lo traiciona una y otra vez. Apenas se especuló con la alternativa
de alcanzar con el Impuesto a las Ganancias a la renta financiera,
los principales referentes de los banqueros se reunieron con su
fiel soldado, Daniel Marx, el secretario de Finanzas, para abortar
esa idea.
Tan desorientado está Cavallo que baja Ganancias a los sectores
medios y medios altos, perdiendo recursos por 350 millones de dólares,
con el objetivo de impulsar el consumo, y días después
recorta salarios y jubilaciones y acuerda con Carlos Ruckauf pagar
a proveedores y a empleados públicos bonaerenses con bonos.
Hasta ahora, Cavallo tenía como muletilla que la economía
no estaba en recesión, sino en depresión. Técnicamente
era falso, pero le servía para avanzar entre las tinieblas.
Después del ¿último? paquete ya podrá
hablar sin exagerar. La economía ingresará en depresión,
destino que no puede ser otro cuando coloca a una parte importante
de la población en la hiperincertidumbre acerca de sus ingresos
futuros.
El default interno, moratoria parcial en los pagos de compromisos
del Estado, busca evitar la externa. Pero a esta altura, la dinámica
de la crisis ya no se detiene ni ante el auto de fe más humillante.
Sin entender las fases que asumen las corridas (¡gente tan
inteligente que no hayan leído los cientos de libros que
existen sobre crisis financieras internacionales desde la manía
de los bulbos de tulipanes en Holanda, en la primera mitad del siglo
XVII!), Cavallo va a los tumbos. En esa fuga tratando de evitar
lo inevitable, el mediterráneo va destruyendo todo a su paso.
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